Peyton y Connor Plessala son hermanos y han crecido en el estado de Alabama (EEUU), apenas se sacan 18 meses y ambos fueron ordenados sacerdotes el pasado 30 de mayo en la catedral de la Inmaculada Concepción de Mobile, en una celebración sin fieles debido a la pandemia de coronavirus.
Más allá de las pequeñas disputas y discusiones que se dan entre hermanos durante la infancia y la adolescencia, Peyton y Connor siempre han sido más que hermanos, eran también el mejor amigo del otro. Y de vivir juntos en casa pasaron a vivir juntos en el seminario.
"Dios eligió llamarnos y lo hizo"
“Por alguna razón, Dios eligió llamarnos y lo hizo. Y tuvimos la suerte de contar con los fundamentos de nuestros padres y de nuestra educación para escucharlo y luego decir que sí”, cuenta el ya padre Peyton a Catholic News Agency.
Aunque la familia siempre fue católica, y educaron a Peyton, Connor y a sus otros dos hermanos más pequeños en la fe, nunca fueron una familia del tipo "reza el rosario alrededor de la mesa".
Cada domingo iban a misa juntos, pero los neosacerdotes aseguran que sus padres les enseñaron lo que llaman "virtudes naturales": cómo ser personas buenas y decentes; la importancia de elegir sabiamente a sus amigos; y el valor de la educación. La participación constante de los hermanos en los deportes de equipo, alentados por sus padres, también ayudó a educarlos en esas virtudes naturales.
"Nos enseñaron a recordar que cuando vas a practicar deportes y tienes el nombre de Plessala en la parte posterior de tu camiseta, eso representa a toda una familia", dijo Peyton.
Una vocación que despertó en la Marcha por la Vida
Ambos iban a una escuela católica y cada año recibían en el colegio una “charla vocacional”, pero ninguno de los dos se había planteado seriamente la idea del sacerdocio hasta 2011, cuando los hermanos viajaron con sus compañeros a Washington a la Marcha por la Vida.
El responsable del grupo del colegio con el que fueron era un sacerdote recién salido del seminario, cuyo entusiasmo y alegría impresionaron a estos dos hermanos. El testimonio de este sacerdote y de otros que conocieron en ese viaje hizo que Connor comenzara a considerar ingresar al seminario.
En el otoño de 2012, Connor comenzó sus estudios en el Seminario San José de Louisiana. Peyton también sintió el llamado al sacerdocio en ese viaje, gracias al ejemplo de su acompañante, pero su camino al seminario no fue tan directo como el de su hermano menor.
“Me di cuenta por primera vez: 'Hombre, podría hacer esto. [Este sacerdote] está en paz consigo mismo, alegre y divirtiéndose mucho. Yo podría hacer esto. Esta es una vida que realmente podría vivir '', dijo.
Y de nuevo... la Marcha por la Vida
Sin embargo, Peyton decidió estudiar Medicina e incluso tuvo novia en ese tiempo. En su primer año de universidad, Peyton regresó a su escuela secundaria para ser el acompañante del viaje de ese año a la Marcha por la Vida. Durante la adoración al Santísimo, Peyton percibió la voz de Dios: "¿Realmente quieres ser médico?". La respuesta que le salió fue que no.
Por su parte, Connor todavía recuerda la llamada telefónica de Peyton, diciéndole que había decidido ir al seminario. "Me quedé impactado. Estaba extremadamente emocionado porque íbamos a volver a estar juntos de nuevo”, afirma Connor. En el otoño de 2014, Peyton se unió a su hermano menor en el Seminario de San José.
Durante la mayor parte de su vida, Peyton había abierto camino para Connor, alentándolo y dándole consejos. Ahora, por primera vez, Connor se sintió de alguna manera como el "hermano mayor" por tener más experiencia en la vida en el seminario.
Aunque ingresaron con dos años de diferencia en el seminario finalmente se han ordenado juntos debido a una cuestión administrativa de créditos universitarios.
La familia y la escuela, elementos fundamentales
Ahora ya como sacerdotes, Peyton afirma que sus padres son constantemente preguntados sobre cómo hicieron para que sus dos hijos optaran por esta vocación. Este neosacerdote asegura que hay dos factores clave:
-Asistieron a escuelas católicas con una fuerte identidad de fe.
-Una profunda vida familiar. “Cenamos todas las noches en familia, independientemente de la logística necesario para conseguirlo”, asegura.
“Siempre hacíamos un esfuerzo para comer juntos, y rezábamos antes de esa comida”, recalca. La experiencia de reunirse todas las noches en familia, rezar y pasar tiempo juntos, ayudó a la familia a cohesionar y apoyar los esfuerzos de cada miembro.
Ni Connor ni Peyton esperaban convertirse en sacerdotes. Tampoco, dijeron, sus padres o hermanos esperaban o predecían que podrían ser llamados de esa manera. En sus palabras, solo eran "chicos normales" que practicaban su fe, salían en la escuela secundaria y tenían distintos intereses y aficiones.
Peyton dijo que el hecho de que ambos sintieron un tirón inicial al sacerdocio no es tan sorprendente. "Creo que todos los jóvenes que realmente practican su fe probablemente lo hayan pensado al menos una vez, solo porque conocen a un sacerdote y el sacerdote probablemente dijo: 'Oye, deberías pensar en esto'", dijo.