En 2018 se celebra el 50 aniversario de dos eventos antagónicos entre sí pero que para un grupo de jóvenes de entonces hubo una clara relación. En 1968 se extendía por el mundo el demoninado "Mayo del 68" y su movimiento político, cultural y social marxista. Por otro lado, justo ese año nacía en Roma la primera comunidad neocatecumental en la ciudad de la sede de San Pedro. Poco antes este itinerario iniciado por Kiko Argüello y Carmen Hernández veía la luz en España.
De manera providencial en la Iglesia Católica surgían iniciativas como el Camino Neocatecumenal que daban una respuesta clara a los movimientos políticos que intentaban destruir la sociedad, a la Iglesia y al hombre. Muchos jóvenes marxistas acabaron reconociendo a Cristo como salvador, a través de este itinerario católico. Es el caso por ejemplo de Giuseppe Gennarini, que pasó de ser seguidor de Marx y miembro de este movimiento político del 68 a ser el el responsable del Camino Neocatecumenal en Estados Unidos.
Giuseppe Gennarini (1946-) cuenta en su libro Gnosis y teología política. Consecuencias históricas de las herejías (Ed. Buenanueva, Madrid, 2014) muchas cosas interesantes, entre otras su experiencia de fe.
Al igual que muchos otros su infancia transcurrió en el seno de una familia católica practicante, donde recibió la fe. Pero en la Roma de aquel entonces el pensamiento predominante era bien distinto: “Yo crecí en Roma, en una familia muy católica. Estudié en el Instituto Torcuato Tasso, que era considerado el mejor de la ciudad… La escuela era un proyecto piloto del Partido Comunista y tenía un nivel académico muy alto”.
Tras la escuela secundaria, comenzó a estudiar filosofía en la Universidad de La Sapienza, donde “…los profesores eran en su gran mayoría marxistas. En la Facultad de Historia, Letras y Filosofía de la Universidad de Roma, la interpretación de la filosofía, de la literatura italiana, de la literatura latina, de la literatura griega, la interpretación de la historia…todo se contemplaba bajo una perspectiva marxista. Así pues, todo el mundo fue adoctrinado: yo fui adoctrinado también y me convertí en marxista…Así empecé a hacer una tesis sobre Marx, sobre el concepto de hombre según Marx, que es importante para entender muchas cosas hoy, porque aunque la Unión Soviética se colapsó en 1991, ese no fue el final del marxismo”.
Una fuerte crisis existencial
Precisamente por esta época, Gennarini recuerda lo que supuso la llegada a este ambiente italiano del Mayo del 68 francés, llegada en la que este personaje experimentó una fuerte crisis existencial en la que su fe se vió seriamente afectada al no encontrar en ella explicación a una grave enfermedad mental de un amigo suyo: "Nosotros, los estudiantes, dejamos de estudiar, y en las clases interrumpíamos al profesor, que estaba ahí hablando como yo ahora, nos sentábamos en su escritorio y le decíamos: ‘No puedes hablar de literatura italiana, tú no puedes hablar de literatura latina mientras haya una injusticia en las estructuras sociales; porque, dictando estas lecciones, tú estás confirmando la injusticia en la sociedad. Nosotros tenemos que hacer la revolución. Así que, en lugar de hablar de Platón, en vez de hablar de Dante Alighieri, ahora hablaremos de Marxismo, de Lenin y de la revolución’. Eso fue lo que hicimos. Muchos profesores accedieron: querían complacer a los estudiantes. Esto contribuyó a la destrucción de la universidad y de las escuelas en Italia. Yo contribuí a esto”.
De este modo la transformación de la docencia, algo que resulta difícil de imaginar que ocurriera, se llevó a cabo de una manera imparable: “Pasamos muchos exámenes consiguiendo el grado político de 30 sobre 30, que era la nota más alta. Por ejemplo, había un examen de literatura italiana y nosotros estudiábamos los trabajos de Lenin en grupos de 35 estudiantes. Lenin obviamente, no es literatura italiana, ni siquiera literatura rusa. Después entregábamos el examen en grupo. Y el profesor daba la nota más alta, el ‘grado político’ a todo el mundo, en un examen que se suponía era de literatura italiana. Esto produjo tal caos en los estudios que prácticamente destruyó las universidades y escuelas. Porque si tú no sabes literatura italiana, terminarás siendo un mal profesor de literatura italiana. Pero si haces lo mismo con ingeniería, arquitectura, medicina, entonces es más grave…”.
Efectivamente, las consecuencias de este experimento social contrario a las más elementales reglas pedagógicas y científicas tuvo consecuencias devastadoras: “En efecto, a los ingenieros, arquitectos y doctores que fueron formados en esos años en Italia nadie quiere contratarlos, porque las casas que construyen se caen, porque no estudiaron matemáticas, no estudiaron física, porque no estudiaron ninguna de estas cosas, y los doctores que salieron en ese período son un peligro, con algunas excepciones. Este desastre sigue hasta hoy, porque muchos de los profesores que actualmente enseñan en las escuelas se formaron en esos años”.
Gennarini, responsable del Camino Neocatecumenal en EEUU y Kiko Argüello, cofundador de este itinerario
Arrastrado por el movimiento del mayo del 68
Pero entonces las consecuencias de todo lo que estaba en marcha no se veían: el colectivo social fue arrastrado tras la ilusión que producía el idealismo reinante, aliñado por el Mayo del 68 francés. Continúa Gennarini su narración “…según la idea marxista de que 'la función de la escuela es la de confirmar las estructuras de clases'. Por tanto, dado que las escuelas confirman las divisiones de clases, y los que tienen dinero pasan y los que no tienen no pasan, para quitar esta injusticia la escuela no puede rechazar a ninguno: todo el mundo debía tener las mejores notas estudiando o no estudiando. Al final salías de la escuela, pero tu diploma no valía nada, porque no habías aprendido nada”.
Pero, en medio de esta vorágine, Gennarini constató que algo en su interior no iba bien: “Yo no me sentía feliz porque veía la superficialidad de las relaciones entre los estudiantes y que lo único que importaba era la “revolución”: entonces, ir con una chica, usarla…no importaba nada. La gente era prescindible, porque la única verdad era el avance de la revolución. La persona que estaba a tu lado, si estaba sufriendo o no, no importaba. Eso no era importante, lo “privado” no tenía importancia. En definitiva, las relaciones eran muy superficiales y egoístas, utilizándose los unos a los otros”.
Gennarini, en un encuentro con el cardenal O´Malley presidiendo
Las catequesis que escuchó a un joven español llamado Kiko
Y sucedió algo inesperado, algo muy simple, muy sencillo, que supuso el inicio de la conversión de nuestro personaje: “En esta situación, cuando estaba preparando mi tesis de Marx, fui invitado por mi prima, que aún iba a la Iglesia, a escuchar unas catequesis. Ella me dijo que había un pintor español hablando, que era muy interesante. Ir a la parroquia para mí era muy degradante, me daba vergüenza. Así que me puse una bufanda cubriéndome parte de la cara para no ser reconocido por mis amigos. Yo tenía casi 24 años y decidí ir a escuchar a ese tipo llamado Kiko y sus catequesis”.
Contra todo pronóstico, un comunista con ardiente deseo de revolución, dejó sus conceptos y se encontró con la novedad del evangelio: “ A través de estas catequesis volví a la Iglesia. Cuando terminé las catequesis, entré en una comunidad para empezar un itinerario para redescubrir mi bautismo. Allí vi un milagro, porque en esta comunidad había comunistas –yo mismo- y fascistas. Esta fue una gran sorpresa: que Dios pudiera ponernos juntos en una misma comunidad a pobres, sucios y andrajosos, a burgueses y a nosotros, que nos considerábamos a nosotros mismos la esperanza del futuro: la Palabra de Dios podía crear comunión entre personas tan diferentes”.
De Marx a Cristo
Experimentó en propia carne el poder del Resucitado, uno que ha vuelto del cementerio y vive, y es Espíritu Vivificante capaz de encarnarse en quien da crédito a la Buena Noticia del evangelio: “… pero ver que la Palabra de Dios era capaz de mantenernos juntos, fue descubrir la Iglesia como comunión. Y después, descubrí otra cosa: que no conocía el cristianismo. Pensaba que lo conocía, pero no era así. Sólo conocía aspectos intelectuales. Y fui impactado por el anuncio del Kerygma. Fue asi como mi vida cambió de dirección: empecé a ir a la iglesia, a la comunidad y cambié mis estudios. Dejé mi tesis sobre Marx, que estaba bastante adelantada, y empecé a estudiar Historia de la Iglesia, Historia del Cristianismo”.
Poco a poco fue realizando el Camino Neocatecumenal, y en un momento dado él y su esposa, con sus hijos, ofrecieron su vida para anunciar el evangelio donde Dios quisiese, siendo en la actualidad el matrimonio responsable del Camino Neocatecumenal en los Estados Unidos de Norteamérica.
Monseñor Dino Torregiani fue el que invitó a Kiko a predicar a Roma
La llegada del Camino Neocatecumenal a Roma
El Camino Neocatecumenal llegó a Roma precisamente hace ahora 50 años, en 1968. El instrumento providencial del que el Señor se valió para que llegase a ocurrir esto fue Monseñor Dino Torregiani, fundador del Instituto de los Siervos de la Iglesia, dedicados a la pastoral de los marginados, gitanos y emigrantes. Conoció a Kiko y a Carmen Hernández en Ávila, y les invitó a ir a Roma a predicar.
Al llegar a Italia don Dino les llevó al santuario de la Virgen de Pompeya para poner a sus pies la misión de difundir la experiencia ya en marcha en Madrid bajo los auspicios de Mons. Casimiro Morcillo. Tras hablar con varios párrocos de Roma siendo traducido por Mons. Torregiani, y ser rechazado, Kiko se fue a vivir con los pobres, a esperar que el Señor manifestase cuál era su voluntad, a las chabolas del Borghetto Latino. Un encuentro con los jóvenes que animaban una de las misas de la parroquia de los Mártires Canadienses y que visitaron a Kiko en su chabola, permitió iniciar las catequesis en aquella parroquia, donde el 2 de noviembre de 1968 nació la 1ª Comunidad Neocatecumenal de Italia.
"Sé humilde y fiel a la Iglesia, y la Iglesia te será fiel"
Así empezó todo en Roma, como la levadura, invisible, pero con la fecundidad del Espíritu Santo. Poco a poco el Camino fue iniciándose en otras parroquias. Concretamente fue por entonces cuando el Cardenal Ricardo Blázquez, actual presidente de la Conferencia episcopal Española, conoció el Camino Neocatecumenal en Roma, algo que narra en la introducción de “Diarios” de Carmen Hernández: “Seguí las catequesis en la parroquia de la Natività, donde caminé el tiempo en que se prolongaron mis estudios en Roma. Tuve la convicción de que algo nuevo, de gran vigor y alcance, en sintonía con el Concilio, estaba naciendo; me impresionó particularmente la actualización de la teología de san Pablo a la existencia del hombre actual. Kiko y Carmen, junto con un presbítero, formaban el equipo de los iniciadores del Camino, una palabra en que resuena el eco de los Hechos de los Apóstoles (9,2)”
Y llegaron las primeras palabras en un acto público que pronunció un Papa - concretamente Pablo VI- sobre el Camino Neocatecumenal, que las dijo el 8 de mayo de 1974, precisamente fiesta de la Virgen de Pompeya, hecho que Kiko siempre ha visto como una providencia del Señor fruto de la intercesión de la Virgen:
Pablo VI recibió en audiencia privada al Equipo Internacional Responsable del Camino Neocatecumenal el 12 de enero e 1.977, y le dijo a Kiko: “Sé humilde y fiel a la Iglesia, y la Iglesia te será fiel”.
De Pablo VI a Francisco
"Cuánta alegría y cuánta esperanza nos dais con vuestra presencia y con vuestra actividad! ... Este propósito, que para vosotros es un modo consciente y auténtico de vivir la vocación cristiana, se traduce en un testimonio eficaz para los otros: hacéis apostolado porque sois lo que sois!... Vivir y promover este despertar es considerado por vosotros como una forma de "después del bautismo", que podrá renovar en las comunidades cristianas de hoy aquellos efectos de madurez y profundización que en la Iglesia primitiva eran realizados en el período de preparación al bautismo. Vosotros lo hacéis después. El antes o después yo diría, es secundario. Lo importante es que vosotros buscáis la autenticidad, la plenitud, la coherencia, la sinceridad de la vida cristiana. Y esto tiene un mérito grandísimo, repito, que nos consuela enormemente...", afirmó Pablo VI.
En 1972 las nacientes comunidades romanas fueron estudiadas por la Congregación para el Culto Divino, a punto entonces para publicar el “Ordo Initiationis Christianae Adultorum” (OICA), ritual para la iniciación cristiana de adultos. En 1974 el secretario de la congregación, Monseñor Bugnini, viendo impresionado cómo lo que ellos estaban confeccionando –el OICA- el Espíritu Santo lo estaba desarrollando entre los más pobres, lo publicó en un artículo en la revista “Notitiae”. Con la Congregación se acordó el nombre de Neocatecumenado o Camino Neocatecumenal.
La propagación en las parroquias de Roma de esta realidad eclesial, consecuencia de la llegada del Camino Neocatecumenal a esta ciudad, fue providencial también para que Juan Pablo II, al visitar como Obispo de Roma las parroquias de la ciudad, se encontrase con las comunidades, todo lo cual quedó reflejado en la famosa carta “Ogniqualvolta”, considerada primer reconocimiento oficial de un Papa al Camino Neocatecumenal, en la que Juan Pablo II hacía referencia explícita a estos encuentros y añadía “…reconozco el Camino neocatecumenal como un itinerario de formación católica, válida para la sociedad y para los tiempos de hoy”. En 2002, bajo su pontificado, se aprobaría la versión “Ad experimentum” del Estatuto del Camino Neocatecumenal, que Benedicto XVI aceptaría como definitiva en 2008.