En apenas cinco meses y tras un intenso tiempo de preparación Miriam Marston pasará a formar parte del elenco de las “vírgenes consagradas”, junto a las aproximadamente 5.000 que hay ya en todo el mundo desde que fueran restauradas por San Pablo VI.
Esta mujer de 38 años se consagrará a Dios vestida con un traje de novia, recibirá su anillo y según el Código de Derecho Canónico será “desposada místicamente con Cristo y dedicada al servicio de la Iglesia”. Esta ceremonia se celebrará por todo lo alto en la catedral de la Inmaculada Concepción de Portland, en Estados Unidos.
"Fui bastante agnóstica"
Sin embargo, Miriam nunca hubiera podido imaginar que acabaría siendo una virgen consagrada. Este no era el camino que ella había elegido para su vida, pero una serie de acontecimientos en su vida, algunos de ellos de gran sufrimiento, le fueron acercando a un Dios que descubrió amoroso y cercano.
Ella misma reconoce, tal y como recoge Crux Now, que “durante mucho tiempo fui bastante agnóstica” pese a haber sido criada en una familia católica. Pero simplemente Dios no entraba en sus planes de vida.
Dos sucesos dolorosos que sacudieron su vida
Pero fue en su segundo año de universidad cuando dos tragedias sucesivas sacudieron a esta joven. Por un lado, el suicidio de su prima y por otro los atentados terroristas del 11-S. Estos hechos dolorosos –relata Miriam- “me hicieron preguntarme, genuinamente y por primera vez, si había un Dios y si éste era un Dios bueno, para tratar de darle sentido a este sufrimiento”.
Durante esta crisis espiritual, su madre le regaló un libro. Se trataba de Mero Cristianismo de CS Lewis, donde el autor hacía una defensa lógica de la existencia de Dios. Mientras lo leía Miriam sintió “un conocimiento infundido de que Dios era real y que me amaba”.
“Me había enamorado de este Dios”, recuerda ella, que estuvo llorando de felicidad durante dos semanas.
Explorando otras religiones, pero "necesitaba una cruz"
Pero Miriam no volvió a la Iglesia Católica. Durante varios meses estuvo explorando y estudiando el budismo y el hinduismo. Pero al final sintió que nada respondía al sentido del sufrimiento mejor que el cristianismo.
Esta joven se dio cuenta entonces que “necesitaba una religión con una cruz”. Y así fue como volvió a su hogar, la Iglesia Católica, enamorada de un Dios que sentía que la llamaba de manera especial.
Una llamada cada vez más intensa del Señor
Tras graduarse en la universidad, Miriam Marston no estaba segura de a qué o dónde la estaba llamando Dios. Durante un tiempo de discernimiento vivió con las Hijas de San Pablo en Inglaterra. “No podía evitar tener la sensación de que el Señor me estaba llamando a ser suyo de una manera más exclusiva”, recuerda.
Más adelante, ya viviendo en Boston conoció a una mujer que se estaba preparando para ser una virgen consagrada. Era algo de lo que nunca había oído hablar y que le llamó poderosamente la atención. Pero en aquel momento no se lo planteó más.
Ya varios años después, Miriam quedó a cenar con una amiga que a su vez le confesó que estaba considerando la posibilidad de convertirse en virgen consagrada. Cuando ella se levanto para acudir al aseo, Marston miró su teléfono móvil.
"No tengas miedo de decir 'Sí'"
Y lo primero que vio fue una publicación en Facebook de la mujer que años antes le había dado a conocer esta vocación. En su mensaje decía que estaba rezando por todos aqueñllos que estaban discerniendo la voluntad de Dios en sus vidas. “No tengas miedo de decir ‘Sí’”, escribió.
Miriam supo entonces que esa era su “señal”. Esa misma noche ya desde su casa envió un correo electrónico al delegado para la vida religiosa de la Archidiócesis de Boston. Poco después empezó su formación para convertirse en virgen consagrada. En pocos meses se consagrará en una ceremonia en la que otra mujer seguirá este mismo camino de servir entregada completamente a Dios.