Cáritas, la organización de caridad de la Iglesia Católica, es una de las instituciones más valoradas en España, pero aún más cuando asoman las crisis. Ya ocurrió en la de 2008 y está pasando ahora con la tragedia social y económica que ha arrastrado la pandemia de coronavirus.
En estos meses, las peticiones a Cáritas se han triplicado, pero ya antes del coronavirus trabajaban con gran esfuerzo para ayudar al prójimo Una de estas personas es Fátima, una joven extranjera de 25 años que se quedó embarazada, perdió su trabajo y se quedó sin ahorros. Cuando ya no tenía nada y sólo le quedaba la calle oyó hablar de Cáritas.
Un día después de ser acogida en un centro de esta organización eclesial nació su hijo, y dos días después comenzó el confinamiento por el coronavirus. Fátima se encuentra más que agradecida pues considera que tanto ella como su hijo han sido literalmente rescatados.
"Fue un milagro conseguir entrar en el hogar"
En una entrevista con Marta Palacio Valdenebro, de Cáritas Diocesana Madrid, para Alfa y Omega, Fátima asegura que de no haber sido por Cáritas no sabe que habría sido de ellos. “No tenía dónde ir. El 11 de marzo me dieron una habitación en el Hogar Santa Bárbara de Cáritas Diocesana de Madrid, una residencia para madres gestantes en situación de emergencia. 24 horas después nació mi hijo. Solo dos días más tarde se declaró el Estado de alarma. Fue un milagro conseguir entrar en el hogar”, explica.
El día que llegó hasta este Hogar Santa Bárbara asegura que no se lo podía creer pues “estaba al final del embarazo y ya no podía pagar los 150 euros de la habitación que compartía con otras chicas. Tampoco sabía cómo iba a vivir cuando naciera el bebé. Había perdido el trabajo por estar embarazada. No tenía dinero ni podía contar con la ayuda del padre. ¿Cómo iba a pagar las cosas del bebé, que además son tan caras? Estaba muy nerviosa y con la tensión muy alta”.
En el Hogar Santa Bárbara, las madres conviven con las religiosas que las acogen y cuidan
Bárbara relata que fue en los Servicios Sociales donde alguien le habló de Cáritas. Y así fue como se presentó en este centro de Cáritas, algo que ha sido providencial pues tras el parto siguió el confinamiento.
Las religiosas que conviven con ellas
“Aquí hay unas religiosas que nos ayudan con los bebés y nos enseñan a hacer las tareas de la casa. Ellas han estado con nosotras durante todo el confinamiento. Yo soy musulmana, el resto de las chicas y las hermanas son católicas, y nos entendemos estupendamente. Me he sentido muy cómoda”, explica ella.
En su día a día además de atender a los bebés, cada mujer colabora. Así, explica que hay “zonas comunes como el salón, la cocina, el comedor o el baño de los bebés. Estas estancias las limpiamos y ordenamos también entre todas y nos ocupamos de hacer la comida. Estas tareas las hacemos por turnos y vamos rotando, así aprendemos a hacer todo".
Sobre el futuro que viene, Fátima está deseando “empezar a buscar una forma de ganarme la vida y cuidar de mi bebé. En el hogar podemos estar hasta que los bebés cumplen 6 meses, y luego es posible que la red de atención de Cáritas nos permita seguir contando con su ayuda, pero depende de la demanda que haya, claro. Yo espero poder trabajar lo antes posible. Hay muchas mujeres que piensan que el futuro es casarse y tener niños y no hacer nada más. Yo, además, quiero trabajar. A mí me gusta trabajar”.