Robert Assaly, a sus 59 años, fue ordenado sacerdote católico hace unos pocos días en la diócesis canadiense de Montreal. A la ceremonia acudieron su esposa y sus seis hijos. Assaly se convierte en el primer sacerdote casado de rito latino de la diócesis. Se acoge a la dispensa especial establecida en 1980 por San Juan Pablo II para pastores anglicanos que se hacen católicos. Y tiene un itinerario especialísimo. Han pasado 35 años desde que Dios le dijo "sé sacerdote". Pero por fin lo ha conseguido.
Libaneses que se hicieron anglicanos... y con mucho dinero
Hace unos cien años, los abuelos maternos de Robert Assaly llegaron a Canadá desde el Líbano. Eran cristianos ortodoxos de rito antioqueno, pero en su zona rural de Saskatchewan la única iglesia era anglicana, por lo que se hicieron anglicanos. Tiempo después, llegó su familia paterna, que también eran libaneses, en este caso grecocatólicos. También se sumaron a la parroquia anglicana.
Los padres de Robert eran anglicanos de nombre, pero no eran personas de fe sino materialistas. "Me educaron con la idea de que si el dinero no te compraba la felicidad es que comprabas en sitios equivocados", dice. Aprendió como valor familiar que había que volcarse en una cosa: triunfar en los negocios. Y lo consiguió rápido: como broker financiero tuvo suerte, y a los 24 años era ya rico, millonario.
Y entonces le golpeó la crisis existencial.
"Dios, si existes, haz algo"
"Pensé que lo tenía todo y me di cuenta de que no tenía nada", dice Assaly recordando el día en que tenía 24 años y se sentó a reflexionar, desconcertado, a la entrada de su casa. Era rico... y eso no le hacía feliz. ¿Qué hacer con la vida?
Lo explica así en un vídeo en GlobalNews.ca: "Me senté en el umbral de mi casa, completamente pagada, siendo ateo, y dije: "Dios, si existes, haz algo". Y en pocas semanas sentí la llamada de ser sacerdote". En su testimonio difundido por la diócesis de Montreal explica que Dios respondió "en forma de una voz persistente que insistía en decirle "sé sacerdote".
Él sólo conocía algo el mundo anglicano, y de hecho sentía cierta atracción por la liturgia. Y a los 5 años, casado y con 3 niños pequeños, en 1991, fue ordenado sacerdote anglicano.
A Jerusalén, y de vuelta a Canadá
Como anglicano, su itinerario fue peculiar, porque con su familia (llegaron a ser seis niños) se trasladó a Jerusalén, donde servía a la comunidad anglicana local pero también era secretario del organismo coordinador de las distintas iglesias cristianas. Pasaba mucho tiempo en el Patriarcado Latino y trabajando también con cristianos orientales. Fue cuatro años director de la oficina del Consejo de Iglesias de Oriente Medio.
Assaly en su etapa en Jerusalén, con cuello clerical anglicano
De vuelta a Canadá, entre 2005 y 2014, empezó a estudiar con más profundidad la historia y la teología de los Padres de la Iglesia. Pero lo que le llevó a la fe católica, en gran parte, no fue ni la historia ni las tristes divisiones que veía en el anglicanismo, sino la buena pastoral juvenil.
A una parroquia católica por su oferta para jóvenes
Simplemente, las parroquias anglicanas de Montreal (zona franco-hablante y poco anglicana) no tenían casi nada para ofrecer a los jóvenes de su familia. Así que en 2007 se dirigieron a una parroquia católica con buenas actividades para jóvenes. "Mi mujer fue a la parroquia de San Ignacio de Loyola porque, en su opinión, una parroquia es una parroquia y punto", dice. "Era lo mejor para nuestros hijos". Sin esos hijos ¿sería hoy católico el padre Assaly?
La familia Assaly se sentía cómoda en la parroquia católica, mientras Robert se planteaba más temas. Veía cómo "la Iglesia Anglicana se ha dividido mucho, el norte global contra África y Asia", dice. En realidad son temas doctrinales: los anglicanos de Canadá, EEUU e Inglaterra se han hecho liberales en ética sexual y en doctrina, alejándose de la enseñanza bíblica.
En 2009 acudió a las oficinas del arzobispado con una petición: quería hacerse católico, a ser posible sacerdote, aunque, claro, estaba casado. No sabía que existía la provisión de Juan Pablo II de 1980 ni los ordinariatos para antiguos anglicanos creados por Benedicto XVI. Decidió entregarse con confianza a la Iglesia, con paciencia. "Sabía que me aliviaría la inquietud que sentía como anglicano", dice.
En 2015 Robert y su esposa Nancy entraron en plena comunión con la Iglesia Católica.
Empezó a colaborar en parroquias, fue diácono y ahora ya sacerdote, ordenado por el arzobispo Christian Lepine.
Recuerda a todos que su caso es especial y que él defiende la tradición católica de mantener el celibato sacerdotal. "Los curas célibes pueden dar su todo, un mayor sacrificio, de una forma que yo no puedo", dice. Es el primer católico de rito latino casado que es ordenado en la diócesis (donde hay otros sacerdotes católicos casados, pero son de ritos orientales). No cree que vaya a haber más casos como el suyo en Montreal porque "aquí hay pocos anglicanos".
Ahora celebra misa en la parroquia de Santo Tomás Moro en Verdun. Finalmente es sacerdote, a los 59 años, 35 después de aquella voz de Dios insistente en su juventud. Dijo tras su primera misa: "Fue hermoso estar haciendo, finalmente, la misma esencia de aquello a lo que fui llamado", añade.