Óscar García sólo tenía un objetivo en la vida: ser rico. Se casi toda su vida queriendo emular lo que veía en las películas y para ello intentó por todos los medios ser un empresario de éxito para ser reconocido y poder estar con todas las mujeres que pudiera. Así llegó a tocar fondo con una vida llena de excesos, de fiestas, coqueteos incluso con la muerte, teniendo novias brujas y acudiendo a santeros.
Pero fue el fracaso en sus empresas y el verse sin salida lo que le acabó llevando a Dios, gracias a su hermano, que le invitó a un Retiro de Emaús. Desde entonces su vida ya no fue la misma.
Una rusa por catálogo
Este abulense pronto dejó la carrera de Derecho para dedicarse al mundo de la empresa, para conseguir mucho dinero, que era su principal objetivo. La cosa no le iba mal, tenía novia, y decidió casarse a los 24 años y lo hizo por la Iglesia por el único motivo de que “las fotos eran más bonitas”.
Pero poco después decidieron divorciarse y Óscar se fue a vivir a Alicante, pues allí no le conocían. Pronto puso en marcha tres o cuatro negocios. “Me iba bien y un amigo me animó a buscar una mujer rusa por catálogo. Seleccioné una, vino y luego decidí largarme a Rusia”, cuenta en una entrevista en el programa Cambio de Agujas de EUK Mamie. Tras este viaje buscaba más dinero, más mujeres y poder.
Decidir si una persona vive o muere
Sin embargo, en Rusia vivió una experiencia límite pues “llegué a tener la vida de una persona en mis manos, tenía que sopesar si le mataban o no, y el precio, o 500 euros o gratis. Es como vivir una película en primera persona”. Finalmente, los negocios en Rusia también le salieron mal y se volvió a Alicante.
Entonces se hizo promotor inmobiliario un año antes de que comenzase la crisis económica en España, y como no iba bien montó otros negocios de hostelería, que también fracasaron. En ese momento, estuvo con la que es la madre de su hija.
Llega la crisis definitiva
Tras un tiempo también dejó a esta mujer en su sueño de ser un gran empresario “y encontrar un reconocimiento social”. Mientras tanto seguía enlazando relaciones con mujeres, y se acostaba con otras. “Intentaba llenarme”, asegura.
Así fue como llegó la crisis al momento más duro y definitivamente Óscar tocó fondo. “Empieza a no llegarme el dinero, y veo que no tengo capacidad para hacer los pagos. Empecé a asustarme y no sabía qué hacer”.
Óscar, con su hija, con la que ahora va a misa todos los domingos
Los Retiros de Emaús
Óscar acudió a su hermano para desahogarse ya que no veía salida. Éste le citó en Madrid en una fecha concreta. “Este fin de semana no tendrás ni móvil ni reloj”, le dijo.
De repente, su hermano y él llegaron al centro de retiros de El Pardo, en Madrid. Óscar no podía creerse que le hubieran llevado allí. Se trataban de unos Retiros de Emaús y aunque a regañadientes accedió a probar.
“Me quedé, y vi que era gente agradable y así pasaron los días pero lo único que veía es gente agradable”, recuerda. Una vez terminado el retiro tenía que volver a Alicante:“Me monté en el coche y Dios me regaló una consolación de 400 kilómetros. Estuve llorando como no he llorado en mi vida”.
Una conversión "compleja"
Ya en su casa necesitaba rezar aunque ni se acordara del Padre Nuestro, pero encontró un rosario y hasta dormía con él.
Pero su conversión, como el mismo Óscar confiesa, ha sido “bastante compleja”. En el momento en el que realizó el Retiro de Emaús estaba conviviendo con una mujer, una rumana veinte años más joven que él y que además era “bruja espiritista”.
"Necesitaba rezar e ir a misa"
Confiesa que tras el retiro y en su situación concreta “no sabía qué hacer”. Seguía con esta mujer pero por otro lado empezó a ver que él estaba cambiando: “Necesitaba rezar, necesitaba ir a misa. Y entonces me encontré con un sacerdote al que le pude contar mi experiencia y me dijo que leyera el Evangelio”.
A su vez decidió ayudar en los Retiros de Emaús sirviendo a los demás por lo que fue así acercándose más a la Iglesia y a descubrir algo muy importante: “Vi que Dios había estado en mi vida todo este tiempo”. Y recuerda que ya había ido dejando las consultas a santeros cubanos y a los tarots a los que acudía.
Dios le tuvo que echar un cable
Faltaban dos cosas por quitar de su vida y Dios le ayudó en ambas. Primero apartó a la mujer con la que vivía y luego le quitó todo el dinero que tenía, para que no lo idolatrara.
“Me di cuenta de que todas las cosas pasan por algo y vi que Dios estaba presente y que me iba empujando. Las señales eran diarias”, explica.
"No hay nada como vivir con la paz del Señor
Óscar está ahora irreconocible. Afirma que “poco a poco he ido colocando a Dios en mi vida y así el resto de mi vida se ha ido colocando solo”.
Además, confiesa que el estar con mujeres, el dinero y el poder “han perdido importancia” pues “no hay nada mejor que vivir con la paz del Señor”.
Publicado originariamente en ReL el 21 de noviembre de 2017