Matt Talbot era alcohólico. Su padre era alcohólico. Casi todos sus hermanos eran alcohólicos. No había recibido educación ni formación, y murió en el olvido. Y pronto, si Dios quiere, el venerable Matt Talbot será santo, explica Meg Hunter-Kilmer, en Aleteia.

Talbot (18561925) fue el segundo de 12 hijos de una familia obrera de Dublín en una época en que la comida y el trabajo escaseaban, y la esperanza aún más. La vida familiar de Matt fue inestable y su educación inconsistente. Tras algunos años de ir a la escuela esporádicamente, Matt la abandonó definitivamente para ir a trabajar.


 
Su primer trabajo fue con un vendedor de vinos, y las degustaciones ocasionales del producto lo transformaron rápidamente en alcohólico. A los 13 años la vida de Matt estaba guiada por su necesidad de beber. Gastaba todo su sueldo en alcohol, y llegó a empeñar sus botas cuando no tenía suficiente dinero para una pinta. El papá de Matt lo golpeó y lo obligó a cambiar de trabajo, pero ya era muy tarde. El alcohol lo había atrapado, y como su papá sabía bien, no lo abandonaría sin luchar.
 
Pero Matt no quería luchar. Quería beber, sólo eso. Sus amigos dijeron que “quería sólo una cosa – beber. No sale con nosotros a la fiestas o a la escuela, pero hace lo que sea por beber”. Durante 15 años Matt mendigó, pidió prestado y robó cualquier cosa que necesitara para satisfacer su dependencia, llegando incluso a robarle el violín a un mendigo para venderlo y comprar licor. Matt era una causa perdida – decían todos.
 
Un día, cuando tenía 28 años, se dio cuenta de repente de cuán falsa era su felicidad y sus amigos. Si faltaba algunos días al trabajo perdía todo lo que había ganado en el alcohol, y entonces se quedaba afuera de los bares, esperando a que alguno de sus amigos de bebida le ofreciera una copa. Cuando un amigo tras otro pasaban delante de él sin hacerle caso, Matt se empezó a dar cuenta de cuán vacía era su vida.
 
Enojado con sus amigos y consigo mismo volvió a casa, a una mamá sorprendida de ver a su hijo en casa sobrio a esa hora. Después de la cena anunció su intención de hacer un voto de abstenerse de cualquier tipo de bebida alcohólica. Su mamá, cuyo pesimismo no era sin fundamento, lo exhortó a no hacer un voto de ese tipo a menos que tuviera realmente la intención de mantenerlo.
 
Pero el corazón de Matt había ya sido tocado, primero por la miseria, luego por el remordimiento y finalmente por el amor. Se confesó por primera vez desde hacía años y volvió a acercarse a los sacramentos. Prometió permanecer sobrio durante tres meses, luego seis, luego durante toda la vida. Trabajó todavía más duro y donó el dinero que habría gastado en beber a los pobres. Iba a misa cada día, vivía sencillamente y realizaba grandes actos de penitencia y ascetismo. Se volvió franciscano de la Tercera Orden. Aprendió a leer para poder estudiar la Biblia y la vida de los santos. Y lo más importante, no volvió a tocar una gota de alcohol.


 
Pero no dejó nunca de ser alcohólico, porque la tentación de beber permaneció. Al principio de su abstinencia decidió no llevar dinero consigo, porque no quería ser tentado a entrar en un bar y pedir una cerveza. Después del trabajo, cuando sus compañeros iban al bar, Matt iba a la iglesia. Sabía que si no llenaba su tiempo con algo habría recaído. “Nunca seas demasiado duro con el hombre que no logra dejar de beber”, dijo una vez. “Dejar de beber es difícil como resucitar a los muertos. Pero ambas cosas son posibles e incluso fáciles para Nuestro Señor. Debemos sólo depender de Él”.
 
El domingo de la Trinidad, cuando tenía 69 años, Matt Talbot estaba paseando lentamente por las calles de Dublín para ir a misa. Con el cuerpo debilitado por décadas de trabajo duro, murió de un infarto y fue descubierto sólo después – un anciano no identificado encontrado muerto por la calle. Murió como había vivido, en la oscuridad. Pero ese día nació a la gloria.


 
El venerable Matt Talbot es la prueba del hecho que ser un seguidor de Cristo no vuelve fácil la virtud, pero sí posible. Jesús cayó tres veces bajo el peso de la cruz para mostrarnos qué significa perseverar en la debilidad, y Matt Talbot hizo precisamente eso, dando ejemplo de qué quiere decir vivir con una adicción. Pedimos su intercesión por todos aquellos que sufren adicciones, para que Dios les de el valor de perseverar en la difícil vía de recuperación. Venerable Matt Talbot, ruega por nosotros.