Bartek Krakowiak, criado en una familia rota, dañado por la depresión y la soledad, tentado por el suicidio… recorrió 1.300 kilómetros a pie hacia Medjugorje, desde Varsovia, contando algunas de sus experiencias en un blog y una cuenta de Facebook, con el título “Z buta do maryi” (A pie hacia María). Tenía 23 años y mucha gente siguió su periplo por Internet.

Esa fue la experiencia que le sanó y le consolidó en una vida cristiana, y hoy lo cuenta a otros jóvenes. En junio, por ejemplo, ha contado su experiencia a los jóvenes del encuentro de oración ECHO, convocado por los franciscanos.

El camino a Medjugorje fue lo que le sanó y transformó. Pero su historia empezó mucho antes.

Un padre violento

Bartek nació en una familia que arrastraba varias generaciones de problemas con el alcohol y la violencia. Su padre le pegaba e insultaba y le repetía que era un inútil, que no valía nada.

Su madre finalmente se marchó, con los niños, a vivir con la abuela cerca de Varsovia. Bartek a los 13 años pasaba todo el tiempo en la calle, bebía, robaba cosas y tomaba drogas. No se sacó el título escolar básico. Aunque ingresó en un centro de terapia social, se escapó dos veces y siempre volvía a las calles. Cada vez empeoraba.

Sorpresa: padre a los 18 años

A los 18 años descubrió que había dejado embarazada a una chica. Al principio, él quería que ella abortase. Pero abortar no es fácil en Polonia, está legalmente limitado a casos muy concretos y se tarda un tiempo en organizar un aborto o ir al extranjero. Y ella, en el cuarto mes de embarazo, descubrió que el niño tenía alguna discapacidad pero que podía corregirse en cuanto naciera.

Eso hizo pensar a Bartek. Ahí estaba su hijo, pequeño, débil… y necesitaba a su padre. “Sentí amor por primera vez. Amé a mi hijo. Era la única persona que había amado”, explica.

Él estaba dispuesto a amarlo y acogerlo. Y entonces la chica tuvo un aborto espontáneo en el sexto mes.

Bartek sintió ira y rabia. Había un cuerpecito y un diminuto ataúd y un funeral. “llevando a mi hijo en su ataúd en el cementerio, hablé con Dios por primera vez. Empecé a gritar y a desafiarlo”.

Bartek cuenta su testimonio a los jóvenes del encuentro ECHO organizado por los franciscanos en Polonia

Un retiro carismático por casualidad

Explica que de forma accidental acudió a un retiro espiritual, en el que varios cientos de personas cantaban y bailaban y alababan a Dios. Él pensó: “vaya idiotez, ¿qué secta es esta?” Se quedó sólo para poder burlarse y reírse de la gente. La letra de la canción insistía: “Dios es bueno y misericordioso”. Pero ¿cómo podía Dios ser bueno, con todo el sufrimiento que existía, que él había vivido?

Cuando salía, enojado, un sacerdote le salió al paso y habló con él. El cura le contó que también él había crecido en una familia dañada y en las calles. Y le convenció para que se confesara en ese momento: su primera confesión en toda su vida. “Y por primera vez en mucho tiempo, dejé de sentirme mal; era como una nueva vida”, recuerda.

Después, por curiosidad, decidió acercarse a la oración de intercesión. Laicos y sacerdotes imponían las manos sobre la cabeza de quien lo solicitaba y pedían al Espíritu Santo actuar, sanar y liberar. Y Bartek experimentó el fenómeno conocido como “descanso en el Espíritu”: el cuerpo cae, la mente, consciente, se relaja; toda la persona experimenta paz. Es algo que suele ir ligado a una sanación de heridas interiores.

“Cuando me impusieron las manos, caí. Estaba tumbado en baldosas frías, muy incómodo, alguien pasó y me pisó accidentalmente, pero yo ni siquiera quería levantarme. ¡Me sentía tan bien! Sentía que alguien derramaba amor en mí, muy tangiblemente”.

Una primera etapa con Dios

De vuelta a casa, Bartek se sentía muy distinto. Quería saber más de Jesús, quería saber más del Espíritu Santo. “Yo estaba enamorado de Cristo”. Pero no había nadie para formarle ni acompañarle. Salió a las calles, a ver a sus malas amistades. “Yo les decía que Dios les amaba, y ellos, a veces, me escupían o me insultaban”, recuerda.

Caída y depresión

En realidad, Bartek seguía solo, sin verdaderos amigos. Nadie le acompañaba con amor desinteresado. Se juntó con una chica y vivieron juntos 3 años. Pero él estaba ya deprimido, acumulaba deudas económicas y tenía pensamientos suicidas.Trabajaba sin parar, agotadoramente, para intentar pagar sus deudas. Todo se le venía abajo.

El 13 de abril de 2017 era su cumpleaños: cumplía 22 años. Era también Jueves Santo. Encendió una imagen de Jesús que llevaba en el teléfono móvil.

“Empecé a decirle: me rindo, tengo depresión y no puedo más. No quiero seguir viviendo así. Que este día de cumpleaños sea el día de mi muerte“.

Había una ventana abierta y un pensamiento se repetía en su mente: “tírate”.

Sin embargo, él hizo una repasada más al móvil y vio una novedad: un rapero polaco llamado Tau, que era cristiano desde 2012, acababa de subir una nueva canción titulada: “Yo estoy contigo”. En esa canción Jesús habla: estoy contigo en la depresión, dice la letra, nunca te voy a dejar, yo doy la vida por ti... Y esa canción, probablemente, salvó la vida de Bartek: él sintió que era un mensaje del mismo Jesús.

“Yo estoy contigo”, de Tau, en una actuación en directo; al subirla a internet en 2017, salvó la vida a Bartek

Durante dos meses se aferró a esa canción para mantenerse vivo. No trabajaba ya, no se lavó durante días, no comía. El psicólogo le recetó unas medicinas y le hizo quedarse en casa.

Una indicación: algo para hacer

Su madre le mandó un mensaje: “No puedes lidiar con eso tú mismo; tienes que confiarlo a Dios y decirle: Jesús, encárgate“.

“Yo no creía de verdad que Jesús pudiera hacer tanto, pero sí lo decía y lo repetía: Jesús, encárgate tú”. Y, como respuesta en oración, escuchó una palabra: “Medjugorje”.

“Entendí que tenía que ir caminando, a pie, a Medjugorje, que a través de ese viaje Jesús quería cambiar mi vida. No sabía si gastar el dinero que me quedaba en mi mochila o en comida. Compré una mochila y me quedó un céntimo”. Con ese céntimo en la cartera, empezó su viaje a pie hacia la parroquia de Medjugorje: 1.300 kilómetros cruzando Eslovaquia, Hungría, Croacia y Bosnia. “Yo nunca había estado en el extranjero ni conocía ningún idioma, pero no tenía miedo a nada porque no tenía nada que perder”.

Hacia Dios y la Virgen… con internet

Entró en el Facebook de los fans de Tau, el rapero, y explicó lo que estaba haciendo, que caminaba 1.300 kilómetros sin dinero hacia Medjugorje. La gente del grupo se entusiasmó, le apoyaron con oración y le preguntaban cómo iba su viaje. Así que creó un blog y una cuenta de Facebook para ir explicándolo: se llamaba “A pie hacia María”(aquí en Facebook: https://www.facebook.com/zbutadomaryi/).

Cada vez más y más personas se agregaban a seguir su viaje de fe por Internet. Hoy cuenta con 23.000 seguidores. Y cada día, durante 57, fue añadiendo entradas.

“Yo quería estar a solas con Dios, pero vi que mis entradas ayudaban a otros. Comencé a orar al Espíritu Santo para que escribiera por mí, porque soy demasiado estúpido”, explica.

Alguna gente le ayudaba durante el viaje, otras personas no. Dormía a menudo bajo un puente o en cualquier zanja. Sus seguidores en Internet hicieron una colecta para enviarle zapatos nuevos y una tienda de campaña. Y llegó a Medjugorje,”no sé como”.

Allí oró a Dios y pidió la intercesión de la Virgen. Tres cosas concretas pedía: enderezar su vida, poder pagar sus deudas, sentirse amado.

Las tres se cumplieron pronto. Sus seguidores por Internet, entusiastas, reunieron dinero para devolverlo a casa y pagar sus deudas. Además encontró una chica, se enamoraron y casaron. Y conoció buenos amigos.

Bartek, con la Virgen, de nuevo en Polonia

“Aún tengo problemas y cosas del pasado vienen a mí”, explicó a los jóvenes reunidos en el encuentro ECHO. “pero sé que Dios está a mi lado. Él nos necesita y nos llama a ir y predicar su amor”.

(El testimonio en polaco aquí; historia explicada primero en español en el portal de noticias marianas www.carifilii.es)