Salvo en los seminaristas, lo normal no es encontrar a jóvenes estudien Teología y evangelicen en redes a miles de personas. Para Juan Camilo, o JuanCa, como le conocen sus miles de seguidores en Instagram, es su rutina desde hace varios años. Hoy, a sus 18 años, dedica sus obligaciones y ocio enteramente a su fe y a apostolados como Lazos de Amor Mariano.
Se trata de un caso entre muchos, y el camino que le llevó a tomar esa decisión tampoco fue nada corriente. Tuvo que sufrir los estragos que conlleva el ocultismo, la magia, la falta de fe o los ataques "sobrenaturales" a su familia para ser consciente de ello.
Cuenta al canal El rosario de las 11 que su infancia fue feliz, en un hogar y una familia católica de Colombia donde nunca faltó nada. Desde pequeño él y su hermano pequeño fueron queridos, le enseñaron a valorar su dignidad, y le aportaron seguridad.
Pero si algo le llamó la atención desde su primera infancia fue el mundo de lo paranormal, lo oscuro y la fantasía. Desde los seis años se pasaba las madrugadas viendo películas de terror y programas de ocultismo. Hoy sabe que, en el momento en que su familia abandonó la práctica sacramental, esta "inclinación" comenzó a pasarle factura en su vida.
Con diez años, JuanCa empezó a ver como todo su mundo se desmoronaba. Su familia ya no practicaba la fe, se vieron afectados por una fuerte crisis económica e incluso él mismo empezó a alternar episodios de fuertes dolores con momentos cercanos a la depresión espontánea.
Víctima de "lo sobrenatural", la nueva era y la santería
Recuerda una noche que lo cambió todo, cuando fue víctima de una "experiencia sobrenatural muy fuerte" y sintió presencias que lo observaban. Aunque no era la primera vez, si fue peor que en otras ocasiones, lo que le llevó a hablar con su familia… sin obtener la reacción que esperaba.
"La crisis, mi tristeza, las experiencias… todo les llevó a sospechar que estábamos siendo víctimas de brujería. Mis padres contraatacaron el mal con más mal y se vincularon a la Nueva Era y santería", explica.
Recuerda que el comienzo en ese mundo fue sutil. El mismo día que rezaban a la Virgen, encendían una vela; rezaban el rosario y luego los baños de santería. Iban a misa y lo alternaban con vestimentas rituales y superstición.
Tenía 11 años y "no entendía nada", pero ya arrastraba desde hacía muchos años un gran interés por todo lo oculto. "Me intrigó", recuerda, "mi vida se empezó a ver marcada por la superstición y cosas muy oscuras que empezaban poco a poco". Y mientras, la vida sacramental era ya "inexistente".
En la magia, invocaciones y conjuros: "Funciona"
Su precoz aventura en el ocultismo prosiguió cuando el interés dio paso su estudio… y puesta en práctica. Poco antes de comenzar la secundaria, conoció a una chica en la escuela con la que compartía "afición" y juntos empezaron a leer todo lo que caía en sus manos.
Ya desde antes de su adolescencia, Juan Camilo había profundizado en múltiples facetas de la santería, el ocultismo y la magia, con duras consecuencias.
"A los 13, mi interés se disparó. Ya lo conocía y ahora quería practicar. Me gustaban las prácticas ocultistas y esotéricas, lo descargaba todo sobre magia, invocaciones y conjuros y lo escribía todo en un cuaderno", recuerda. Especialmente "hechizos", que fueron la antesala a su deseo de "contactar con realidades espirituales" desde la ouija e invocaciones mientras su familia dormía.
Lo último que faltaba para quedar atrapado en la magia y el ocultismo era un resultado. Y lo obtuvo cuando realizó una de esas prácticas ante un examen del que no tenía, literalmente, "ni idea". Tal y como explica, no tenía forma posible de copiar, no había estudiado ni tenía mayor preparación que su "conjuro". Obtuvo la máxima puntuación. La magia funcionaba.
Entre la alegría de la fe y el temor al ocultismo
Una noche miró por la ventana de su casa y vio salir un grupo de jóvenes de la iglesia. Veía como se reían, cantaban, estaban alegres y se abrazaban: "Me cautivó. Tenían algo, una alegría que yo no tenía, pero que quería. En ese momento, algo me dijo que siguiese a Dios", relata.
Pero las "intervenciones" eran cada vez más fuertes. Recuerda con miedo cuando informaron a su madre de su pasatiempo y esta le pidió que vaciase su mochila buscando el cuaderno de apuntes.
Lo sacó todo… y el cuaderno no estaba. Pero cuando Juanca lo revisó, "seguía dentro. Empecé a sentir temor de lo que vivía".
En el momento preciso, una madre del colegio apareció en su casa. Quería rescatarle del peligro en el que se encontraba y le pidió permiso a su madre para invitarle a un retiro de Lazos de Amor Mariano.
"Si esto es Dios, yo lo quiero todo"
"No quería ir, pero sin saber por qué, dije que sí", recuerda.
Sin pensarlo mucho, relata que nada más comenzar percibió lo que llama los "microsegundos de la conversión". Sucedió en el mismo momento en que los asistentes comenzaron a rezar, cuando "en solo unos segundos" lo entendió todo y fue invadido por una "alegría, amor y felicidad" difícil de explicar. "Si esto es Dios, yo lo quiero todo", pensó sin entenderse a sí mismo.
Recuerda aquel momento como "el mejor de la infancia". Conoció a Dios y supo que "siempre había estado ahí, que todos los sinsentidos eran llantos del alma por alejarme del proyecto de la creación, la santidad y llegar al Cielo". Cuando terminó el retiro, solo podía llorar por tener que marchar.
Su vuelta fue determinada. Estaba decidido a terminar con los cultos de su familia, y junto a su hermano pequeño comenzó toda una "guerra espiritual".
-"Carlos, hermano, nos tocó luchar y vamos a dar la pelea, porque nuestra familia no puede perderse", le decía a su hermano pequeño.
Juan Camilo (en el centro), con sus compañeros de Lazos de Amor Mariano.
Una cruzada de penitencia por la conversión de su padre
Juntos comenzaron toda una cruzada de mortificación y penitencia durante semanas, tomando como ejemplo a santos como el cristero José Sánchez del Río. Y en ese momento, su padre fue diagnosticado de cáncer de colon.
Recuerdan recibir la noticia con paz, pero de inmediato antepusieron en su oración la conversión de su padre a su sanación. Y sin saber cómo, su madre se unió.
-Tú lo puedes Señor. Tumbaste a un Pablo, convertiste a un San Agustín. Señor, por María, que se convierta.
Tras meses de recaídas, la madre de Juan Camilo, de vuelta a la práctica religiosa invitó al convaleciente a confesarse.
-Sí, quiero confesarme.
El enfermo pudo recibir el perdón y la comunión justo antes de entrar en coma. La Virgen "había escuchado" las oraciones y los niños, en respuesta, quemaron todo artilugio de su casa que recordase a la santería. Días después, la madre de Juan Camilo se acercó a él llorando y el joven supo que su padre había fallecido.
"Ella le sanó"
"Supe que la Virgen no me falló. pedí por su sanación, física o espiritual, y ella lo concedió. Él se convirtió y ella le sanó", relata.
Desde entonces, Juan Camilo no ha interrumpido su participación activa en Lazos de Amor Mariano y con solo 14 años decidió especializarse en la Teología del Cuerpo, que hoy cursa en la universidad. Una herramienta que, en su caso, le ayudó hacer frente a la adolescencia que comenzaba y ser consciente de su dignidad.
"Esos años no estuvieron faltos de tentaciones y caídas, pero me ayudó a vivir como hijo de Dios, a saber que me quiere como soy. Pude educar mis pasiones, mis sentimientos y encauzar mi deseo a la vocación al amor", concluye.