La Cabilia es una región de la costa de Argelia, con unos 8 millones de habitantes de etnia bereber, que prefieren hablar su lengua bereber (taqbaylit), muy distinta al árabe. Su capital regional es Bugía, una ciudad que durante la mitad del siglo XVI fue una base española fortificada contra la piratería. Entre los cabileños, en las últimos décadas, se van dando más conversiones al cristianismo que en otros grupos norteafricanos. Muchos cabileños, vivan en Argelia o en Francia, llegan a considerar que la religión islámica y su estructura social, igual que la lengua árabe, les llegaron impuestos en el siglo VII por los conquistadores árabes. Buscan en su pasado y recuerdan el cristianismo de los primeros siglos. Hacerse cristiano es difícil y hasta peligroso para un musulmán, pero no es imposible.
El digital Portaluz ha traducido y difundido el testimonio de conversión de Celya, una cabileña que nació en una familia devota musulmana afincada en Francia. “Mi mamá me decía que Jesús era un hombre bueno, que reflejaba el amor, que había muerto en la cruz, pero que no había resucitado y no era Dios, aunque sí era alguien importante”, explicó Celya en un video testimonio en francés en KTV.
Jesús se entregó: “una locura, es demasiado bueno”
La madre decidió que Celya estudiara en un instituto católico. “Los animadores pastorales nos hablaban de Jesús y decían que aceptó morir en la cruz por amor a los hombres. Yo pensé entonces: Si Dios puede hacer algo como eso por los hombres, uff, es una locura, es demasiado bueno”.
Una mañana a fines del año 2014 Celya despertó con una certeza: ella también quería ser como ese Jesús de los Evangelios. "Si eso significa ser cristiano, quiero ser cristiana, quiero ser feliz y estar llena del amor de Dios", decidió.
Buscando un Dios de amor
Buscaba un Dios lleno de amor y eso “no lo encontraba en la religión del Islam”, explica. Ella toda su vida había sido una fiel observante musulmana, respetaba el Ramadán, comía sólo alimentos halal… pero en su corazón sentía que “no había nada detrás, no le encontraba sentido” al Islam y sus reglas rituales.
En 2015 se multiplicaron los ataques de terroristas islamistas en Francia. Ella no se identificaba con esa religión ya y no podía hablar a favor de ella.
Paz con la Biblia… y una primera oración
Ese año decidió ponerse en búsqueda espiritual: comenzó a leer la Biblia. Su lectura le dejaba una sensación de bienestar espiritual. Sospechaba que podía ser el amor de Dios.
Un día, por primera vez, oró a Dios y dirigiéndose a Jesús le dijo: "Jesús, si realmente eres Dios, ¿puedes enviar cristianos a mi encuentro para que me den testimonio de su fe y de su encuentro contigo?”
Dos meses después, al salir de la escuela secundaria, vio en la plaza, frente a la iglesia, unos misioneros y sintió que era la respuesta a su oración. Estas certezas interiores le guiaban a querer experimentar más esta fe… “Era como si hubiera una puerta entre Dios y yo; sólo yo tenía la llave para abrirla; abrí esa puerta y Dios estaba allí”.
Bautismo y sanación interior
Celya fue bautizada en la Pascua de 2019 y confirmada unos meses después, en junio. Nada más ser bautizada, dice, sintió que su vida interior cambiaba.
“Yo vivía estresada, tenía miedo del pasado, del futuro, del presente, era un impedimento para mi vida. Desde mi bautizo, la paz se asentó en mi vida, mejorando sobre todo en mis relaciones con los demás. Hoy me siento tomada por el amor de Dios. De hecho, ya no tengo miedo de Dios, sino que confío en Él. Ya no temo ni pienso en esas reglas que consumían mi vida, porque Dios es amoroso, es la roca de mi vida”, explica.