Charlotte d'Ornellas, de 34 años, licenciada en Filosofía, en Psicología y en Periodismo, es uno de los puntales en la redacción de la influyente Valeurs Actuelles, y se ha ganado un puesto en radios y televisiones con una defensa serena y eficaz de las ideas proscritas por la corrección política, lo que incluye una abierta profesión de fe católica.
Un espectador le preguntó a Charlotte por qué alguien tan inteligente como ella cree en el más allá. A raíz de eso, con absoluta sencillez y claridad de ideas, ella defendió la resurrección de los cuerpos e incluso el dogma, del que tantos se avergüenzan, "fuera de la Iglesia no hay salvación".
En alguna ocasión ha tenido que sufrir algo más que críticas más o menos ácidas. En mayo del año pasado, en un programa de la radio pública se traspasaron todas las barreras y fue designada con una brutal expresión soez de corte pornográfico entre risas de los responsables del programa.
"No voy a pretender que el hecho de que te insulten, en términos francamente sucios, en un ente público sea algo agradable. Es humillante. Pero creo sinceramente que el autor de esa crónica se ensucia más a sí mismo que a mí. Una vez pasada la sorpresa, sinceramente me dio mucha pena por él", comenta Charlotte en una entrevista de Guillaume Bonnet en France Catholique: "En este tipo de situación hay que acudir a tus principios, a las enseñanzas que has recibido y has decidido seguir. Hay que aprender a perdonar, y a rezar por tus adversarios. No es fácil, pero hay que intentarlo. Creo que es necesario distinguir entre debilidad y caridad".
¿Cómo comportarse cuando la proclamación de la fe en los medios de comunicación, o de algunas verdades proscritas (Charlotte se ha mostrado contraria al matrimonio entre personas del mismo sexo, a los vientres de alquiler), suscita reacciones enconadas? Como diría Santo Tomás de Aquino, a quien D'Ornellas suele citar, 'hay que distinguir': "La burla, el insulto, la denigración o la blasfemia son cosas diferentes, y su gravedad no es igual. Hay que mantenerse firme, exigir que se haga justicia, denunciar el escándalo y evitar la debilidad".
Sin victimismo
Pero, añade enseguida, "además hay que tener conciencia también de que la fe es una decisión exigente y difícil, y que nosotros creemos en un Dios que ha entregado a su Hijo para redimir nuestros pecados. Todos nuestros pecados: los de nuestros adversarios, pero también los nuestros. No hay que perder de vista que si el pecado –y la burla gratuita lo es– nos causa horror, es por amor al pecador. Cuando nos defendemos, hay que defender un bien universal y no caer en el victimismo".
Precisamente para huir del victimismo, Charlotte invita a no magnificar al adversario: "El sistema mediático es una realidad, pero está compuesto de personas que reaccionan de manera diversa. El testimonio de fe genera burlas o insultos, como desde hace dos mil años, pero también puede dar lugar a conversaciones increíbles. Hay un gran desconocimiento sobre los temas religiosos, y muy en particular sobre el catolicismo. Solo se 'conoce' a la Iglesia por atroces escándalos, se piensa que la fe se reduce a una doctrina moral ya superada…"
"El sistema no es más intolerante que en otras ocasiones", precisa, "basta con estudiar la historia de Francia o del cristianismo, o incluso de ver lo que sufren los cristianos perseguidos en todo el mundo. Puede ser, por el contrario, que nosotros estemos debilitados por la comodidad, por el miedo, por el deseo de respetabilidad… Entonces hay que acordarse de Santa Bernadette: 'No se nos pide hacer que [la verdad] se crea, sino que lo proclamemos'”.
Por ello, concluye Charlotte d'Ornellas, aunque en el ámbito político e ideológico puede ser necesaria la 'prudencia', "sobre el testimonio de la fe, que es un tesoro que uno sueña con compartir, es imposible. Nuestra fe nos enseña que solo Dios salva, y habría que tener muy poca confianza en Él para pensar que existe un sistema mediático que está por encima de Él. Ni este sistema ni ningún otro han conseguido jamás impedir el paso a la gracia. Simplemente, hay que tener presente que los caminos de Dios son inescrutables… e intentar ser testigos, que es lo que significa mártir en griego".