En España hay cerca de 100 vírgenes consagradas, un pequeñísimo número de mujeres que ha decidido entregarse de esta forma concreta a Dios. Un fenómeno que poco a poco está aumentando.
Una de ellas es Inmaculada, profesora y una mujer que antes de consagrarse a Dios tuvo novios y vivió su vida pero fue en una Jornada Mundial de la Juventud donde decidió dar un paso al frente. En un reportaje en La Razón cuenta por qué hoy es virgen consagrada:
Inmaculada tiene 44 y es virgen. Más que por elección, por vocación. Con 38 años decidió consagrar su virginidad y casarse místicamente con Jesucristo, representando así a la Iglesia esposa. ¿Pero entonces, es una monja? No. Inmaculada vive sola, no lleva hábito –de hecho viste a la moda–, no forma parte de ninguna congregación religiosa y lleva una vida normal como cualquier otra persona, frecuenta a sus amigos, viaja y está al frente de varias tareas apostólicas. "Entonces, profesora, ¿por qué eres virgen?".
Es la pregunta recurrente a la que se enfrenta en el IES Enrique Tierno Galván, en Moncada (Valencia), en el que trabaja como profesora de Religión. Sus alumnos, adolescentes de entre 11 y 17 años, lanzan la pregunta sin tapujos, a bocajarro, y con cierta perplejidad. "Al principio me costaba un poco, pero ahora lo digo con toda naturalidad, soy virgen porque es la forma con la que Dios quiso que me quedara con él", explica.
"No es ninguna renuncia, yo descubrí pronto que Dios me quería pero la forma de vivirlo era de esposo a esposa, cuando lo percibí se lo comuniqué al entonces obispo de Valencia Enrique Benavent y fue él el que me presentó el ‘‘Ordo Virginium’'".
Esta forma de vida consagrada, una de las más antiguas de la Iglesia, no debe confundirse con las órdenes religiosas femeninas. Según el artículo 604 del Derecho Canónico, estas mujeres "se consagran para dedicar su vida a Jesucristo, se comprometen a llevar una vida casta y renuncian a la vida matrimonial para transmitir el Evangelio en la parroquia, su trabajo, familia y amistades". En el rito de consagración celebran desposorios místicos con Jesucristo, pero eso no quiere decir que se casen literalmente con él. "Quiero dejar claro que no se trata de nada esotérico, ni mitológico, ni tiene nada que ver con las Vírgenes Vestales de la antigua Roma, que entregaban su virginidad a los dioses como ofrenda", apunta Inmaculada.
Ella no ha escondido nunca su forma de vida. Su consagración se publicó en un medio local y aunque en su entorno más cercano no supuso sorpresa alguna –"de hecho me dijeron que era lo que se esperaba de mí porque siempre he vivido por y para la Iglesia"– , en el colegio en el que trabaja fue "la comidilla". "Se enteraron el director, los profesores, el conserje, las limpiadoras y mis alumnos". Y aunque sostiene que no sintió el rechazo de sus compañeros "sé de algunos que lo ven como algo retrógrado, de la época medieval. Pero se equivocan", alega Inmaculada. "Es todo lo contrario, para mí no es una renuncia, es una forma de servir a los demás, es un modo de representar el amor esponsal de Cristo con la humanidad".
Además, añade: "Sé que mi testimonio ha ayudado a algunos jóvenes a los que doy clase, es cierto que para otros fui motivo de burla, pero también me di cuenta de que era un apoyo para aquellos que se sienten presionados socialmente para mantener relaciones". Esta profesora reconoce que dado el carácter de los adolescentes, –"son demasiados directos", bromea– decidió contar su verdad sin tapujos y con toda la naturalidad para que "el que tenga una vocación religiosa se dé cuenta y pueda ser más feliz y también para aquellos que quieran mantenerse castos hasta el matrimonio o por cualquier otra razón, para que sientan que no están solos".
Encuentro de vírgenes consagradas que se produjo el pasado mes de julio en Valencia
En España se calcula que hay cerca de un centenar de Vírgenes Consagradas. Setenta de ellas acudieron la semana pasada a la reunión anual que celebra el «Ordo Virginium», este año en Valencia. El arzobispo de la ciudad Antonio Cañizares en la homilía que ofició explicó que «la virginidad es un carisma precioso que encierra en sí la belleza de la persona que entrega todas las dimensiones de su ‘‘ser y hacer’’ para que la frescura del Evangelio brille en medio del mundo y en lo cotidiano de cada día».
Respecto a la vocación de la virginidad, Inmaculada quiere dejar claro que "para nada es un rechazo al matrimonio, a la sexualidad, a la vida que se pueda describir como normal del mundo, para nada es una separación. Es todo lo contrario". Pues, dice "ejerce en algunas personas una atracción total que les permite descubrir, por una gracia, ese amor tan grande que Dios tiene a la humanidad como un amor responsal".
Al margen del testimonio de Inmaculada, son pocas las personas que se atreven a difundir públicamente algo tan íntimo como la vocación a la virginidad. Como ella, Carmen también decidió hacerlo para desterrar todos los tabúes y clichés que existen en torno a ella en una revista de moda de tirada internacional. Nacida en Venezuela, es hija de un diplomático que tuvo que trasladarse junto a su familia a Estados Unidos. Pese a que éste es un país con una fuerte tradición católica, explica que sus padres no asistían con frecuencia a misa.
El punto de inflexión fue el día que conoció a una chica con un gran amor hacia Cristo. "Ella fue el instrumento de cómo quería que fuera mi relación con Dios porque vi a Jesús vivo en ella. Pensé, eso es lo que quiero". Así, Carmen comenzó a acercarse más a la religión y en el año 2005 fue a la Jornada Mundial de la Juventud en Colonia (Alemania) con un grupo de 20 jóvenes y un sacerdote. Allí sintió la primera llamada a su vocación, a la virginidad. "Dios simplemente me dijo: 'Has dado tiempo a otros novios, pero ¿alguna vez has pensado en mí? ¿Qué tal si me das una oportunidad?’'. Yo tenía que escuchar. Tenía que darle una oportunidad", recuerda. De regreso en Estados Unidos y con la ayuda de un sacerdote, comenzó a profundizar más en lo que Dios quería de ella.
Leyó la Teología del Cuerpo para Principiantes, un libro basado en el escrito «La Teología del Cuerpo de San Juan Pablo II», que trata sobre el regalo y el propósito de la sexualidad humana. "El sexo y la virginidad son regalos que tú das, no es algo que se pierde. No se trata de una jerga religiosa; se trata de la belleza del ser humano. Eso me ayudó a entender que el amor no sólo se expresa a través del sexo, sino que se trata de querer lo mejor por la otra persona», señala.
Pero recuerda que discernir su vocación no fue fácil, pues tenía dudas sobre lo que Dios realmente quería de ella: "En algún momento llegué a pensar que quizá era el matrimonio". Al principio su decisión de ser una Virgen Consagrada generó una tensión en su familia pero después, "ellos vieron los cambios que ocurrían en mí, me vieron tan profundamente enamorada de mi fe que al poco comenzaron ellos un proceso de reconversión".
Después de un profundo discernimiento vocacional, en 2009 Carmen se convirtió en una Virgen Consagrada. Asegura que tras su promesa su vida no ha cambiado. A día de hoy se dedica a diseñar agendas con personajes bíblicos que vende a través de Internet. Y también continúa con tareas de apostolado dando charlas y catequesis a los jóvenes.