Sor André, en el siglo Lucile Randon, nació el 11 de febrero de 1904, y desde el pasado mes de abril, cuando falleció a los 119 años la japonesa Kane Tanaka, es la persona más anciana del mundo. Ha perdido la vista, pero mantiene una perfecta lucidez mental, como pudo evidenciar en las entrevistas que concedió entonces.
"Soy religiosa porque Dios me quiso", explicaba en una de ellas, concedida al diario Le Figaro: "Me enredó de una forma perfecta". Siempre estuvo ligada a "cosas religiosas", pero nació en una familia protestante y se hizo católica a los 26 años. Y es una vocación tardía, pues no ingresó en las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl hasta entrada en los cuarenta.
Nació en Alès (Gard), en Occitania, cerca de Nimes y Montpellier, en el sureste de Francia. Vivió con intensidad la Primera Guerra Mundial, pues tenía un hermano en el frente que, aunque resultó herido, volvió a casa sano y salvo. En su juventud, antes de su conversión, trabajó como gobernanta e institutriz de varias familias, y a raíz de su compromiso de fe se acercó hasta la congregación en la que acabaría ingresando.
"No tuve ninguna revelación", confiesa: "No conseguía amar a fondo, hasta que en un momento dado me dije: '¡Éste es mi camino! Quiero ser religiosa'. ¡Y salió bien! He amado a Dios por encima de todas las cosas. Y Él me lo ha recompensado".
Durante la Segunda Guerra Mundial, ya en las Hijas de la Caridad, estuvo en un hospital en Vichy, atendiendo tanto huérfanos como ancianos. Todavía echa de menos a los niños, a pesar de que no hacía mucho se había reencontrado con uno de ellos... ¡octogenario! Y valora mucho a quienes atienden a los ancianos: "No nos damos cuenta de todo lo que han aportado, de la felicidad que han dado a sus familias. ¡Son tesoros!"
Ella está desde 2009 en una residencia, donde en abril supo el "título" que había conseguido, pero que reconoce no querer "ganar". Es la cuarta persona de la Historia, desde que se llevan estos registros, que llega a los 118 años. En agosto se convirtió en la última persona viva nacida antes de 1907. Y solo otras tres personas la han superado en edad antes de morir, faltándole cuatro años para alcanzar la cifra de los 122 con los que murió la también francesa Jeanne Calment.
Pero no es eso lo que ella desea, todo lo contrario: "Lo que deseo es morir y encontrarme con mi hermano. No tengo miedo de la muerte. Creo que puedo confiar en Dios, pero... ¡se hace esperar! ¡Tengo la impresión de que me ha olvidado, se lo digo todos los días!", bromea.