Carlos Gutiérrez explica a Toni Silva, en La Voz de Galicia, que tenía 19 años, estudiaba medicina, tenía novia y lideraba asambleas estudiantiles cuando llegó al monasterio de Sobrado (www.monasteriodesobrado.org), considerado la "perla del barroco gallego", en la provincia de La Coruña.
Lo había visto por la televisión, un día que encendió el aparato y vio a los reporteros del programa Vivir cada día colando sus cámaras en el monasterio de Sobrado. Escribió entonces una carta al prior, presentándose como un joven «no creyente» pero al que le gustaría compartir la experiencia del monasterio. Lo aceptaron y pasó 20 días entre los monjes. Así Dios tocó su corazón.
Dos años después dejó la carrera, a su familia y a su novia y volvió al monasterio para quedarse. Ya lleva 36 años, los 14 últimos como padre prior.
Para este religioso, que se convirtió por la acogida en el monasterio, poder seguir acogiendo es prioritario. "Pretendemos crear un espacio donde la gente pueda encontrar aquí un oasis para reflexionar, buscarse a sí mismo, ahondar en su vida religiosa", explica.
"No hacemos proselitismo, solo acogemos y el que quiera hablar con un monje puede hacerlo. Escuchamos a quien sea, aquí viene gente creyente y no creyente".
Cuenta que según la regla de San Benito, del siglo VI, "antes, cuando alguien quería ingresar en el monasterio había que ponerle a prueba con improperios, humillaciones... y se le provocaba. Hoy en día no, acogemos a la gente con cariño porque las humillaciones ya vienen solas".
Además de una hospedería, Sobrado tiene un albergue para peregrinos del Camino de Santiago
También habla sobre la oración. "La oración no es traer a Dios a tu terreno, sino ponerte en el terreno de Dios", explica a los que rezan pidiendo cosas que no ven cumplirse.
"El fin del monje es tener un corazón puro: un corazón despojado de ideologías, generoso, benevolente..., todo lo contrario de lo que habitualmente vemos. Pero los frutos de la oración se lo dejamos a Dios, que los utilice como quiera".
Explica además que los horarios estables de la vida de monje ayudan a la felicidad. "Nuestra vida es monótona, todos los días hacemos lo mismo, el ora et labora, pero la monotonía nos sirve para tener un corazón festivo. Si hay que buscar algo externo para pasarlo bien dependo de eso externo. La monotonía la utilizo como un medio para ahondar en mi propio ser y no depender de las cosas externas, así la fiesta nace de dentro", afirma.
La comunidad tiene actualmente 20 hermanos. Para ser prior hay que tener al menos 35 años y llevar 7 de monje. "Yo voy por mi tercera legislatura, que son de seis años", explica.
Cuando le preguntan por "su proyecto futuro", responde: "Ahí está el cementerio, yo me enterraré ahí. Llevo 36 años en el monasterio, aquí he vivido mis ciclos vitales, mis crisis... he pensado en vivir en familia... Hay un apotegma de los padres del desierto. Le preguntan a un monje: «Maestro, ¿qué es un monje?», y le responde: «Monje es aquel que cada día se pregunta qué es ser monje». El monje que dice «he llegado», pues fatal, nunca llegas".