Gerry Ong nació en Singapur en una familia budista-taoísta que cada día ofrecía oraciones con incienso en casa a las divinidades tradicionales. Luego conoció a Martha, una chica católica. Ha contado su historia en el programa de testimonios Cambio de Agujas de HM Televisión.
Gerry acompañaba a su novia a veces a misa y veía que los católicos, en su templo, no rezaban solo por su propia familia, sino por una comunidad más grande, por los demás, por la Iglesia. “Eso me gustaba”, recuerda. En cambio, lo de dar donativos en la iglesia le parecía raro y le molestaba. “Yo tenía que ser más generoso”, reflexiona hoy.
Él esperaba que fuera Martha la que se haría budista-taoísta al casarse. A la familia de Gerry no le gustaba mucho la relación. Martha no presionaba a Gerry y a él de hecho le gustaba la familia de Martha, que estaba muy unida y hacía muchas cosas en la parroquia o en convivencias. “Mi familia era más individualista, sólo visitábamos una vez a la semana a mis abuelos, por ejemplo”.
Gerry trató de profundizar algo en la fe budista y taoísta con unos libros que le dejó su padre, con enseñanzas psicológicas animando a conocerse uno mismo. Se lo propuso a Martha. Pero ella le dio un libro sobre “Cómo ser católico” y le respondía preguntas sobre el cristianismo. También iban a cursos de preparación para el matrimonio.
Se casaron en la parroquia católica de la Natividad de la Virgen María, y acudieron a la boda los parientes budistas. Él había prometido a sus padres que no se bautizaría.
Luego tuvieron hijos y los llevaban a misa los domingos. “Cuando los niños me preguntaba por qué yo no podía ir a comulgar no sabía qué responder”, recuerda.
De hecho, al principio tenían miedo de bautizar a los bebés. Si era niña, no importaría a la familia taoísta. Pero si era niño podían enfadarse.
Estando el abuelo de Gerry enfermo en un hospital católico, Gerry salió al balcón y vio una imagen de la Virgen. “Me dirigí a ella diciéndole: dale una oportunidad a mi abuelo, déjale vivir más y yo bautizaré a mi hijo”. Después fue a casa a preparar el previsible funeral, ataúd… pero al día siguiente resultó que el anciano estaba recuperado y alegre y pidiendo desayunar.
“Una mujer de azul entró por el balcón y me dijo que yo estaba curado”, le dijo a la madre de Gerry. “A mí me pareció una confirmación del poder de la oración. A mi madre y mis hermanas les pareció que fue la diosa Guanyin”. Gerry se lo contó más adelante a su esposa. Y más tarde a su madre. Ella lo aceptó y así aprobó el bautismo del bebé.
Como familia iban también a retiros marianos que a Martha le gustaban. Él escuchaba, no siempre muy atento.
Una vez le llamó la atención cuando en un retiro hablaron de Medjugorje, una iglesia en Bosnia donde, “al parecer sucedían milagros, y eso me interesó”. Martha propuso ir en peregrinación a Europa, a ver Medjugorje y Lourdes, con los niños. Y Gerry aceptó y allí fueron.
“Pude percibir la santidad y pureza del lugar. En los confesionarios había muchas colas. Rezábamos el Rosario, el Viacrucis, íbamos a misa… y me empezó a llegar hondo el tema de la fe”, explica. “Viendo la fe de la gente en Medjugorje y sus ayunos los miércoles y viernes que adquirí valor para empezar la catequesis de adultos al volver a Singapur“.
Eran las catequesis dirigidas a no católicos. Él no podía decir a sus padres que estaba haciendo estas catequesis. Pero con los años los padres de Gerry se habían ido abriendo algo. Por ejemplo, celebrar las Navidades en familia, invitando a ambas ramas de la familia, ayudó a unir a la familia budista de Gerry con la familia católica de Martha. Los taoístas no tenían celebraciones de ese tipo, de fraternidad con otras familias en casas. Y ellos veían que esa visión de la vida era algo bueno.
Pero, ¿bautizarse? Gerry no se atrevía. Martha dijo: “Quizá deberíamos pedir ayuda a la Virgen María”. En Medjugorje y después ya habían hecho ayuno a pan y agua los miércoles. Y decidieron que podían hacer un ayuno así dos semanas, antes de preguntar a la madre de Gerry sobre el polémico bautismo. “Si mi madre expresaba descontento, yo no me bautizaría”, explica. “Lo dejamos en manos de la Virgen María y Dios”. Y su madre dijo que lo esperaba y aceptaba.
Se bautizó el 15 de agosto, día de la Asunción de la Virgen. Creció en fe en un Seminario de Vida en el Espíritu de la Renovación Carismática. Y más adelante como matrimonio entraron a servir en los cursos de preparación matrimonial ayudando a parejas de novios. “También nuestros hijos aprendieron así la importancia de prepararse para el matrimonio”, añade.
(Publicado originariamente en el portal de noticias marianas www.carifilii.es)