A las nueve de la noche de este viernes, Leo Messi y Antonella Roccuzzo se presentaron ante los medios tras contraer matrimonio civil en el casino hotel City Center de Rosario. Rompieron así el hermetismo con el que la estrella del Barcelona y la selección de Argentina ha rodeado la ceremonia, rodeada de unas extraordinarias medidas de seguridad para los 260 invitados.
Los novios se conocen desde niños, oficializaron su relación en 2008 y tienen dos hijos: Thiago, de 4 años, y Mateo, de 1 año.
¿Por qué su boda no fue religiosa? Ante diversas informaciones publicadas que distorsionan la realidad, el delegado episcopal de Comunicación del Arzobispado de Rosario, Rubén Bellante, explicó a ACI Prensa que “formalmente ni la familia de Messi ni la de la futura esposa pidieron lugar en ninguna parroquia de la ciudad de Rosario, ni en la Catedral tampoco”.
“En ningún momento el arzobispo, monseñor Eduardo Eliseo Martín, negó la posibilidad del sacramento del matrimonio”, aseguró, y desmintió también los rumores según los cuales se les habría negado el sacramento por no haber hecho los cursillos.
“Ya cuando estaba faltando poco tiempo para la concreción de la ceremonia, armaron, según la prensa, una capilla dentro de lo que es el hotel casino, pero no hubo ningún sacerdote diocesano interviniendo en el tema”, señaló.
La idea de celebrar el sacramento del matrimonio dentro de un casino no era del agrado de la Iglesia. En el Adviento de 2010, la conferencia episcopal argentina dio a conocer un mensaje bajo el título El juego se torna peligroso en el cual los obispos argentinos expresaban su "inquietud y dolor por un flagelo creciente para muchas familias: la adicción al juego de azar". Lo definían como "un negocio que mueve gran cantidad de dinero para beneficio de unos pocos en detrimento de muchos, especialmente de los más pobres", y recordaban asimismo "la vinculación de esta actividad con el lavado de dinero proveniente del tráfico de drogas, armas, personas". "Quien se apasiona en el juego puede arriesgar y perder aquello que pertenece también a su cónyuge y sus hijos. Es una acción que daña la comunión familiar, y lleva muchas veces a discusiones, reproches y peleas", señalaban los obispos.
Celebrar el sacramento en el casino habría sido, además de contradictorio con la posición de la Iglesia sobre el juego, "demasiado frívolo", señaló el padre Bellante, al modo de las "pseudo-capillas" donde se hace en ocasiones en Estados Unidos. Aseguró también que monseñor Martín habría estado "feliz" de que Leo y Antonella recibiesen el sacramento, “pero no ahí, en ese ámbito de un hotel casino, y ellos lo saben”. El sacerdote apunta que tal vez influyeron en los novios razones de seguridad.
“No obstante, las puertas siguen abiertas y la verdad es que el arzobispo me decía ayer: si ellos, cuando vuelvan otra vez a Rosario el año que viene para sus vacaciones, ya sin tanta prensa, sin tanta cosa, quieren recibir el sacramento del matrimonio, con mucho gusto”, concluyó Bellante.