tiene el triste honor en su haber de ser perseguida por los islamistas y a la vez denostada por los adalides de la "corrección política" tanto en Estados Unidos como en Europa.
De origen musulmán, huyó a Holanda tras negarse a someterse a un matrimonio concertado por su familia con un hombre al que no conocía y en este país llegó a ser diputada dando voz a las mujeres musulmanas que eran sometidas y maltratadas. Era una heroína hasta que fue señalada por los islamistas. Participó en el documental de Theo Van Gogh titulado “Sumisión”, en el que se relataba la historia de cinco mujeres musulmanas víctimas de maltrataos y abusos en nombre de Alá.
El director fue asesinado y ella amenazada por lo que tuvo que vivir escondida y protegida por el gobierno holandés hasta que las autoridades plantearon retirarle su nacionalidad holandesa y la protección. Mientras tanto, los vecinos pedían que la desahuciaran porque les molestaba que hubiera agentes de Policía en el barrio. Así fue como decidió irse a Estados Unidos.
Desde allí, ha grabado ahora un vídeo, que recoge y subtitula al castellano La Contra TV, en el que relata su historia. “He visto el islam desde dentro y desde fuera. Creo que la reforma del islam es necesaria y posible. Y sólo los musulmanes pueden hacer la reforma realidad. Pero nosotros, Occidente, no podemos permanecer al margen como si el resultado de esta lucha no tuviera nada que ver con nosotros”, asegura.
En opinión de esta mujer educada como musulmana y que vivió en la Meca, “si el yihadismo gana y se pierde la esperanza de reformar el islam el mundo entero pagará un precio terrible”. Por ello, considera “erróneo insistir, como habitualmente hacen los líderes occidentales, que los actos violentos cometidos en nombre del islam pueden de alguna manera, estar separados de la religión”.
Ayaan Hirsi Ali, que ahora trabaja en la Universidad de Harvard, asegura que aunque muchos musulmanes sean pacíficos, “el islam no es una religión de paz”. “Lo que quiero decir es que la llamada a la violencia y la justificación de la misma son explícitas en los textos sagrados del islam”, explica.
De este modo, en el vídeo recogido por La Contra TV, cuenta que “como alguien que sabido lo que es vivir sin libertad, miro con asombro como aquellos que se llaman a sí mismos liberales y progresistas, personas que afirman creer fervientemente en la libertad individual y los derechos de las minorías, hacen causa común con las fuerzas del mundo que plantean las mayores amenazas a esas mismas libertades y minorías”.
Todavía recuerda el triste incidente que vivió en 2014 y que dio la vuelta al mundo. La Universidad de Brandeis le iba a conceder el doctorado Honoris Causa por todo su trabajo, hasta llegar a jugarse la vida, a favor de los derechos de las mujeres en el mundo fundamental. Pero hubo algunos profesores y alumnos que la tildaron de “islamófoba” y la universidad acabó cediendo retirando este galardón a Ayaan.
Ante este acontecimiento, recuerda que “al etiquetar el examen crítico del islam como algo intrínsecamente ‘racista’ hacemos que las oportunidades de una reforma sean mucho menos probables”.
Y esta mujer se hace además una pregunta muy certera en Occidente: “no hay límites cuando criticamos al cristianismo en las universidades americanas o en cualquier otro lugar, ¿por qué habría que haberlas con el islam?”.
“En lugar de distorsionar las tradiciones intelectuales de Occidente para no ofender a nuestros conciudadanos musulmanes, necesitamos defender estas tradiciones y a los disidentes musulmanas que toman grandes riesgos para promoverlos”, añade.
Y para acabar lanza un mensaje políticamente incorrecto: “tenemos que decir a los musulmanes que viven en Occidente: si quieres vivir en nuestra sociedad, compartir sus bienes materiales, necesitáis aceptar que nuestras libertades no son opcionales”.