Con 59 años, la hermana Anne Onyancha lleva gran parte de su vida religiosa dedicándose a la educación. A falta de un año para su "jubilación", su labor ha sido recientemente reconocida con la entrega del Best Teacher Award de Kenia. Un premio que selecciona a los mejores maestros y alumnos de entre 18 millones de estudiantes y 90.000 escuelas. La clave, confiesa a Global Sisters Report, está en "poner a Dios por encima de todo".
Desde que descubrió su llamada a la vida religiosa con las hermanas de María de Kakamega en 1983, la pasión por educar y transmitir la fe se convirtió en una de sus grandes dedicaciones.
"Creo que si hago bien lo que Dios me ha encomendado, iré al cielo", afirma la hermana preguntada por sus motivaciones. Inmediatamente después piensa en sus alumnos. "Educar a los niños espiritual y académicamente, asegurar su disciplina o verlos tener éxito son una gran motivación para mí", añade.
"Incluyo la oración en todo lo que hago"
A lo largo de su ministerio, no han sido pocos los retos que ha tenido que sobrellevar frente a decenas de pupitres.
Uno de ellos es lograr que "personalidades diversas compartan una misma visión", comenta. "Se necesitan muchas oraciones y energía para que produzcan buenos resultados", admite.
Para ello, la maestra y directora trata de encontrar los "puntos en común" a todos sus alumnos para que "caminen en la misma dirección en beneficio de la escuela".
Y eso es algo que solo puede lograr "con oración". "Empiezo el día con oraciones y las incluyo en todo lo que hago. La gente piensa con frecuencia que me gusta más la oración que la enseñanza", comenta.
Sin embargo, durante décadas ha sido testigo de cómo a partir de las oraciones, los niños y alumnos han manifestado con muchos de los problemas que atraviesan.
Dos de los 2.000 alumnos de la escuela de la hermana Onyancha se encuentran entre los 20 mejores resultados nacionales de Kenia (Imagen de Doreen Ajiambo para Global Sisters Report).
Sectas, bautizos y sanaciones
De entre todos sus años de experiencia, la hermana Onyancha recuerda especialmente su estancia en la escuela de St Aloys Ojola. "Tuve que presentar mis oraciones después de que comenzasen a suceder cosas extrañas", recuerda.
"La mayoría de los niños enfermaban con frecuencia y algunos incluso se comportaban como si estuvieran poseídos por el demonio", afirma. "Recé con los niños e incluso invité a algunos sacerdotes para rezar por ellos".
En ese momento, la hermana comenzó a percibir que algo estaba pasando. "Podía sentir que los niños mejoraban, algunos me relataron cómo se habían ido uniendo a las sectas, otros se bautizaron e invitaron a sus padres a empezar a rezar", afirma.
Monja antes que profesora
Sin embargo, la hermana de Kakamega admite que antes que su pasión por la educación debe atender su propia vocación.
"Mi vida religiosa es lo primero. Es la base de todo lo demás que hago, y si no lo hago bien, tampoco haré bien mi apostolado", admite.
Por ello debe seguir un estricto horario que le recuerda continuamente las franjas de tiempo y obligaciones que debe cumplir en la comunidad "orando con las hermanas".
"[Mi horario] asigna un tiempo para las actividades religiosas y delego bien mi trabajo para que, incluso si no estoy en la escuela, pueda obtener un informe adecuado y actuar en consecuencia. Me permite asegurarme de que en ninguna circunstancia falte a mis responsabilidades, ya sea la religión, la comunidad o la escuela", explica.
Tras la entrega de uno de los premios a la mejor profesora de Kenia el pasado 5 de octubre, día mundial de los profesores (Imagen de Doreen Ajiambo para Global Sisters Report).
Su escuela y alumnos, entre los mejores del país
Su larga trayectoria de dedicación a la educación y transmisión de la fe se han traducido en la entrega del Best Teacher Awards de Kenia. Le fue concedido el día mundial de los docentes, día en el que también fue reconocida por la Comisión de Servicios Docentes por su labor directiva del centro.
Un premio especialmente relevante en el ámbito educativo del país y que únicamente se concede a 31 maestros y profesores.
Junto con la hermana y directora del St Peter´s Mumuas, dos de los casi 2.000 estudiantes que tiene la escuela alcanzaron los 20 primeros puestos en los exámenes nacionales del año pasado, en un país en el que los alumnos superan los 18 millones de estudiantes.
Además, la escuela de la hermana Onyancha ocupó el tercer puesto a nivel nacional en el examen del Certificado de Educación Primaria de Kenia.
"Me siento más humilde por este premio y a la vez más desafiada, porque tengo que mantener el esfuerzo e incluso aspirar a llegar un poco más alto", afirmó la hermana Onyancha. "Se espera que trabaje más duro. Veo la ayuda de Dios y me siento encumbrada", añadió.
Para la hermana de Kenia, el secreto para ser un buen profesor consiste simplemente en la oración y en poner a Dios en primer lugar (Imagen de Doreen Ajiambo para Global Sisters Report).
Poner a Dios por encima de todo, clave del éxito
Preguntada por su clave del éxito, la hermana no duda en que se debe a su fe. "Como monja, tengo la responsabilidad de enseñar a Dios a los niños. Por ello formé varios grupos de oración en la escuela, y teníamos tiempo tanto para rezar como para las clases y tareas", explica.
"En esta profesión debemos poner nuestra vida espiritual en primer lugar, y el resto se construirá sobre ello", aconseja.
También se muestra convencida de la importancia de "esforzarse al máximo" para que los apostolados "no impidan realizar la obra de Dios".
La hermana Onyancha concibe la docencia como "una buena oportunidad para enseñar a los niños a Dios", y ese es precisamente el secreto que le ha llevado a ser reconocida como una de las mejores maestras del país. "Esta es mi fórmula de éxito en el apostolado", concluye: "Poner a Dios por encima de todo".