Pilar Soto era una de las presentadoras de televisión más cotizadas. Participaba en los principales programas, en distintos realities y en series de televisión. Era una de las caras más conocidas de la pequeña pantalla. Su frenética actividad le llevó a ser también directora, guionista y coproductora de programas de TV, además de, pianista, modelo y actriz.

Pero un día, en 2004, cuando estaba en lo más alto de su carrera, desapareció de los platós de televisión. Detrás de aquella imagen de éxito ocultaba grandes sufrimientos y una grave enfermedad de bulimia que llevaba arrastrando años. Su vida había tocado fondo y estuvo a punto de morir. En un año ingresó 82 veces en el hospital y cuando ya la daban por perdida en uno de estos ingresos tuvo una visión de Cristo crucificado. Su vida cambió ahí para siempre y ahora es una ferviente católica y terciaria franciscana.

Pilar Soto contó su testimonio de conversión paulina, como ella misma define, en la Vigilia Asalto al Cielo que organiza el padre Álvaro Cárdenas en la parroquia de Colmenar de Arroyo, n la Comunidad de Madrid.


“A mí Dios me sacó de un plató de televisión para darme la vista porque estaba ciega”, contaba Pilar Soto. Era una chica joven que de repente tenia éxito, halagos y muchísimo dinero pero “no supe manejar todo esto y empecé a vomitar y se convirtió en una bulimia que se alargó 15 años. Los médicos no saben cómo estoy viva todavía”. Y a la bulimia unía las auto lesiones que se realizaba.




"En 2004 estaba muy enferma, por eso acepté entrar en un 'reality' como 'La isla de los famosos". "El plan, para mí, era perfecto. No se comía y encima trabajaba. Nadie se daría cuenta de lo que pasaba".

Sin embargo, ocurrió lo que tenía que ocurrir. Pilar, acribillada por los mosquitos jejenes en la isla caribeña, tocó fondo: "Estar allí fue una decisión catastrófica para mi salud y para mi carrera". Tuvo que dejar el programa. "Ese mismo año ingresé hasta 82 veces en un hospital. Llegué a pesar 37 kilos y mido 1,70. Fue horrible".


Una noche perdió el conocimiento y se descubrió en un hospital al borde de la muerte. Los médicos nada podían hacer. Le ofrecieron llamar a alguien. Entonces, desde el silencio empezó a rezar como cuando era niña, y llamó a Cristo.

“Le pedí perdón y le dije: perdóname Señor, ahora no me lleves, me sentía tan sucia, tan llena de pecado…Déjame quedarme solamente para demostrarte que te quiero y me dejó”.

Su vida empezó a cambiar de manera radical durante ese tiempo. El Señor la había dado el don de la conversión e iba trabajando poco a poco en ella. “No sabía rezar, no sabía con quien hablar, estaba perdiendo todo. Tuve que dejar mi casa, vender mis cosas”, recordaba Soto.


La muerte de Juan Pablo II en 2005 la dejó impactada y empezó a plantearse qué era realmente la Iglesia. Y así fue como, relataba Pilar, “decidí ir a una iglesia. Y en esa iglesia vi un Sagrario, había monjitas rezando y me vinieron los recuerdos de la infancia”.

Volvió a la residencia en la que vivía en ese momento, pues no tenía dinero, y se lo contó a una de las compañeras, que la invitó a ir a misa. Aceptó y sucedió otro de los puntos importantes de su conversión: “la homilía de ese sacerdote me cambió, cuando acabó la Eucaristía la chica me preguntó qué me había parecido y le dije que quería confesar, en ese momento no sé por qué dije que quería confesarme”.


Y una vez en el confesionario resultó que el sacerdote era el mismo que había presidido la misa. “No sabía cómo funcionaba esto pero el Espíritu Santo me dijo lo que tenía que decir. Conté mi vida, rompí a llorar porque mi alma estaba masacrada”. Y este cura le habló de la parábola del hijo pródigo, algo que consoló enormemente a Pilar Soto.

Su proceso era imparable y durante los primeros tres años estaba como en una nube. “Antes de mi conversión eran aviones privados, viajes a Ibiza, Mónaco…Y ahora he pasado a Asís, Medjugorje, Lourdes, Fátima”.


El qué hacer con su vida era algo que le inquietaba con esta nueva vida. “He tenido mucha tribulación sobre tomar los hábitos”, contaba. Y por ello le pedía al Señor que la iluminara. Y lo hizo a través de su párroco, que la dijo que “el Señor te quiere ahí fuera, en la jungla de los medios de comunicación”.

Fue así como empezó a volver a este mundo que abandonó de repente, que le dio la espalda y al que ahora llegaba transformada para dar testimonio de aquel que le había salvado. En Los Ángeles llegó la confirmación para esta misión.


Pilar Soto ha contado en su libro Conversión todo el proceso que le ha llevado a Dios

Durante una misa en una pequeña capilla vio que delante de él comulgaba de rodillas Jim Caviezel, actor protagonista de La Pasión de Cristo, que se jugó su carrera para representar este papel. Ahí vio que su misión estaba en los medios.


Así fue como llegó incluso a dar su testimonio de conversión en Sálvame Deluxe, el programa de corazón estrella en España. “Ser católico no es ser ñoño, es la plenitud más absoluta”, asegura Pilar.

Echando la vista atrás, con la bulimia que estuvo a punto de matarla y los siete tumores que ha padecido afirma tranquila: “después de haber estado tantas veces cerca de la muerte, no hay cosa más hermosa que confiar en Él”. “Yo estoy de luna de miel con el Señor”, contaba feliz.

Para dar gracias a Dios y poder ayudar a otras personas, Pilar Soto acaba de publicar su libro Conversión, editado por Sekotia, una novela autobiográfica en la que narra el camino de su conversión. Ya está disponible en las librerías de toda España.