En Carolina, una población al noreste de Puerto Rico, de unos 180.000 habitantes, Vicente Nieves de León es policía desde 1996 y diácono permanente desde 2018. También su esposa es policía, y trabaja en la oficina de asuntos internos investigando casos de agentes corruptos o inadecuados. Tienen tres hijos.
Vicente es teniente y el director de Educación Continua de Carolina para policías. Por ejemplo, recientemente ofrecen formación especializada, por ejemplo, para atender mejor casos de violencia doméstica.
Entró en la policía de Puerto Rico con 20 años de edad en 1996. "Hoy tengo el rango de teniente primero. Ahora mismo estoy sirviendo en un centro de educación de la Policía, que es lo que tiene que ver con la reforma de la política en Puerto Rico. Ahí se adiestra a los nuevos policías en armas menos letales y otros adiestramientos que se les están dando constantemente a la policía para su mejoramiento personal y su educación continua", detalló, entrevistado en Aleteia.
Contra la violencia en la sociedad
Como todos los policías, se ha encontrado en circunstancias desagradables. Recuerda, por ejemplo, un disturbio en el que él y sus compañeros tuvieron que utilizar gases lacrimógenos y dispersar a "personas que estaban queriendo interferir con la labor de la policía".
En la foto, Vicente Nieves en sus días de oficial de policía novato en Puerto Rico.
Peor es la situación del narcotráfico, que provoca muchas muertes y asesinatos. "Cuando arrestan a alguna persona que vende droga y los otros quieren tomar poder, eso suscita que haya guerra de bandos", advierte. "Y la violencia doméstica, que lamentablemente es algo familiar que está ocurriendo mucho", señala como otra fuente de violencia.
Se enfrenta a todo eso con su entrenamiento, disciplina y las herramientas de la policía. Y también considera sus herramientas la oración y el Santo Rosario, dice.
Un tiempo alejado de la fe
Nieves fue educado en el catolicismo en su infancia, pero se alejó de la Iglesia más adelante. En 2006 conoció a la que hoy es su esposa, que ya estaba también en la policía. "Yo no sabía que era católica y en un momento dado ella me invitó a la fiesta de la parroquia. Y yo, como siempre tenía ese deseo de volver a la iglesia, acepté la invitación. Desde ese año comencé a asistir a la iglesia con ella hasta que nos casamos y seguí creciendo en ese amor por la iglesia, por Dios y por el servicio policial y por la Iglesia", explica.
El ejemplo de sacerdotes generosos
El paso al diaconado permanente fue gradual. "Yo participaba con los lectores de la parroquia y también ayudaba en todo lo que se requería, como en Semana Santa u otros momentos, incluso en el servicio en la limpieza de la iglesia", recuerda. Fue conociendo cosas sobre el diaconado, pero durante varios años no pensó seriamente en esa opción porque le dijeron que en Puerto Rico la Iglesia requería al menos 10 años de matrimonio.
Ya en 2012 consultó al párroco sobre el asunto, y él y su esposa empezaron a reflexionar, discernir y formarse al respecto, hasta que fue ordenado en 2018.
"Yo quería darle más de mí al Señor, entregarme más, y yo tenía [como modelos] la figura de dos sacerdotes que eran jóvenes, el padre Quique, director de Cáritas Puerto Rico, y también tenía al de los medios sociales, al padre Milton Rivera. En aquel entonces uno era contable y el otro era abogado y viendo su figura y su entrega, de que dejaron todo teniendo sus carreras, por entregarse al Señor, que yo sea diácono es nada. Sus ejemplos y testimonios me llevaron a dar ese paso sin pensarlo mucho", explica.
Policía y diácono: mayor ejemplaridad
Sus superiores en la policía no vieron ningún problema en su paso al diaconado permanente y le facilitaron con turnos y horarios en algunas ocasiones especiales para los días de formación.
Considera que el diaconado también le ha ayudado en los últimos años en su vocación policial, "en la disciplina, en el carácter, en la responsabilidad, porque tengo que dar un buen testimonio, más que otra persona en el servicio de la policía". "Tengo que hacer equipo. Tengo que ser ejemplar y tener una conducta intachable", reconoce.
La fe y el ministerio ayudan a mantener una vida de servicio y orden, pero en los momentos de peligro, aunque se encomienda a Dios con fe, dice que confía en el entrenamiento y la metodología policial. Además, señala, la adrenalina bloquea el miedo en el momento en sí.
Toda la familia está muy implicada en la parroquia. Los tres niños son monaguillos. Su esposa se encarga del ministerio de música en la parroquia, es catequista y participa en el ministerio de jóvenes. "La familia está más unida porque siempre estamos juntos sirviendo al Señor", asegura.
Añade que su esposa "siempre ha sido devota de la Madre Teresa de Calcuta". "A mí siempre me ha impactado la historia de san Damián de Molokai", comenta.