"Nunca pensé que me haría católica. En realidad, nunca se me propuso", dice Morgan Holliger de su infancia y adolescencia en Estados Unidos, hace no mucho. Le interesaban las cosas vagamente espirituales, pero el catolicismo, del que no sabía casi nada, le parecía "empantanado en algún tipo de corrupción institucional".
"Fui educada en lo que supongo que podríamos llamar una familia agnóstica", explica Morgan en AwakenCatholic.org. "Básicamente, no eran religiosos, pero no estaban cerrados a las preguntas espirituales. Fui una niña curiosa, que a los ocho años quería hacerse vegetariana, que tenía preguntas... y mis padres acogían bien eso. También tenía un fuerte sentido de buscar la justicia".
No fue hasta su último año de instituto de secundaria, con 18 años, que ella se interesó en el cristianismo, y específicamente en el catolicismo.
Antes, le atraía vagamente el budismo -le parecía "más cool", más "molón"- o cualquier cosa que no pidiera "algo tan concreto como ir a la iglesia". Sin embargo, intuía que necesitaba algo "mayor que yo", con lo que encontrarse. Y le gustaba visitar iglesias antiguas y hermosas, por su belleza, que luego fue descubriendo que solían ser católicas.
Un novio católico y la religión al "estilo antiguo"
Tuvo un novio en esa época que había sido educado como católico. Eso llamó su atención sobre la religión "al estilo antiguo", es decir, en iglesia, religión "organizada". Intrigada por la Iglesia, su primera experiencia litúrgica, llevada por la curiosidad, fue la Misa de Medianoche de 2011. Así descubrió una liturgia hermosa y un templo con gran belleza.
"Mira esta cosa antigua, en la que puedes participar con toda esta gente, centrada en esta experiencia de belleza", se decía Morgan. Fue, asegura, un "encuentro real" con la liturgia y la belleza de la Iglesia y se sintió abrumada y sorprendida.
Llamó a la parroquia cerca de donde vivía. "Me quiero hacer católica, no tengo ni idea de lo que significa, pero quiero hacerlo", les dijo.
La misma idea de Iglesia implicaba reconocer su autoridad, y eso era un cambio. "Era muy ajeno a mí concebir que yo no era el árbitro de la verdad, que la Iglesia tenía autoridad. Cuando decidí ser católica pensé: podría ser católica de cafetería, elegir lo que creo y lo que no, pero Cristo estableció una Iglesia y le dio autoridad, la Iglesia es su voz, y eso tiene sentido", afirma.
Conociendo la Teología del Cuerpo
Su acompañante en el curso de formación para entrar en la Iglesia, Mary Alice, le habló de la Teología del Cuerpo. "Había mucha gente en mi vida que me quería, padres, amigos, pero aquí lo peculiar es que el cuidado de Mary Alice por mí se relacionaba con su amor por Cristo, y eso me impactó. Y la gente que ella me presentaba siempre tenía algo especial, que me atraía. Si alguien me hubiera dicho el año anterior que fuera a una charla sobre castidad el año anterior, habría dicho "ni hablar". Pero fui para que Mary Alice estuviera contenta", detalla.
Al principio, ella pensaba: "No me interesa mucho, esto será muy raro". Pero le atrapó lo que le explicaban. Eran cosas a la vez muy sencillas y profundas sobre el amor y la verdad en las que nunca antes se paró a pensar.
La oposición a la anticoncepción al principio le asombró. "¿De verdad la gente cree esto? Es algo medieval, ¿no?", se decía. Pero tal como lo explicaban era atractivo. "Me costó aceptarlo del todo, unos 3 años, mientras lo pensaba y procesaba todo", recuerda.
La Teología del Cuerpo le hizo ver que el mensaje católico sobre la sexualidad no son normas arbitrarias y pasadas de moda, sino que tienen un sentido profundo basado en el significado de la persona humana, "que es creada por amor, que tiene un cuerpo con un significado, que estamos hechos para entregarnos al otro. La Teología del Cuerpo me ayudó a entender todo eso y le estoy agradecida".
Desde entonces, le impresiona ver que el amor humano es trascendente, que está orientado a Dios, que apunta a Dios y ayuda a entenderle. Y le ayuda a ver todo el mundo como un don".
Después quiso profundizar más y estudió "Persona, Matrimonio y Familia en el Instituto Juan Pablo II de Washington". Incluía estudiar el pensamiento de Juan Pablo II, su visión de la tradición católica y la influencia de otros teólogos del siglo XX.
Así, considera a San Juan Pablo II su principal maestro. "Me sentí como guiada, y llamada por él, de forma real y personal, para averiguar más sobre quién es Cristo, qué es la Iglesia, y cómo eso me hace más plenamente humana".
Vídeo con tomas divertidas del podcast de Morgan y su amiga Megan sobre afectividad, sexualidad y matrimonio desde la Teología del Cuerpo.
Un podcast: Desnudos sin vergüenza
Apenas un año después de su plena conversión, con su amiga Megan Burwell, lanzó el podcast "Naked Without Shame" (Desnudos sin vergüenza, en alusión al plan de Dios para el amor esponsal) para difundir la Teología del Cuerpo y la enseñanza católica sobre afectividad y amor.
Más adelante, en Washington, conoció el movimiento Comunión y Liberación, fundado por el sacerdote Luigi Giussani, cuya espiritualidad le pareció muy cercana y complementaria a la de Juan Pablo II. Así dio el paso de integrarse en el movimiento.
Después de muchos años difundiendo la bondad del amor esponsal según la propuesta católica, su siguiente paso fue casarse con Tom Vince en noviembre de 2021 en Washington.
El testimonio de Morgan Holliger en Awaken Catholic:
El testimonio breve de Morgan Holliger en SignPosts de CHNetwork: