Durante los últimos días el cardenal Gerhard Ludwig Müller, prefecto emérito de la Congregación para la Doctrina de la Fe, ha concedido sendas entrevistas a LifeSiteNews y a Vatican Insider, en la que hace un repaso de la situación de la Iglesia.
Preguntado por el caso McCarrick y la posterior carta del exnuncio Viganò, el purpurado afirma a Andrea Tornielli que “nadie tiene derecho de acusar al Papa ni pedirle que renuncie. Claramente es posible tener opiniones diferentes sobre los problemas existentes y sobre los caminos para resolverlos, pero debemos discutir sobre ellos según los papeles de cada quien y al final son los cardenales, como representantes de la Iglesia de Roma, los que pueden ayudar al Papa o pedirle algunas explicaciones. Pero esto debe darse de manera reservada, en los lugares adecuados, y sin hacer nunca una polémica pública, con ataques que acaban por poner en tela de juicio la credibilidad de la Iglesia y su misión”.
Una nueva espiritualidad de los sacerdotes
“Estoy personalmente convencido de que el Papa Francisco hace todo lo que es posible para contrarrestar el fenómeno de los abusos contra menores y para favorecer una nueva espiritualidad de los sacerdotes, que deben actuar según el corazón de Cristo y por el bien de todas las personas, sobre todo de los niños y de los jóvenes”, agrega.
En LifeSiteNews, Müller confirma que durante su etapa como prefecto de Doctrina de la Fe “nadie me habló de este problema (caso McCarrick), probablemente por temor a una reacción demasiado 'rígida' de mi parte. El hecho de que McCarrick, junto con su círculo y una red de homosexuales, haya podido causar estragos en la iglesia con métodos similares a los de la mafia, está relacionado con la subestimación del grado de depravación moral que causa el acto homosexual entre adultos. Si alguien en Roma hubiera escuchado incluso sospechas, tendría que haber investigado y evaluado la validez de las acusaciones, evitando que McCarrick fuera promovido al episcopado de una importante diócesis como Washington. También evitando nombrarlo cardenal de la santa iglesia romana”.
El cardenal alemán considera que “los actos homosexuales realizados por religiosos nunca pueden ser tolerados”. En su opinión, “la moralidad sexual de la Iglesia no puede ser relativizada por la aceptación secular de la homosexualidad”.
Para él está claro, confirma en Vatican Insider, que según la voluntad de Dios, “para los fieles laicos no es posible tener relaciones sexuales fuera del matrimonio, y para un sacerdote (que se comprometió a vivir el celibato) no es posible tener relaciones sexuales”.
Recordó además las estadísticas que dicen que más del 80% de las víctimas de los casos de abuso que se han registrado en la Iglesia son adolescentes varones.
El problema de la secularización de la Iglesia
¿Qué hacer ante estos escándalo? Además de realizar procedimientos para atajar y evitar que se produzcan, el cardenal Müller cree que “la renovación espiritual y la conversión son más importantes”. De hecho, insistió el cardenal, “hay sacerdotes que casi nunca van a los ejercicios espirituales, no van casi nunca al confesionario, no rezan el breviario. Y, cuando la vida espiritual está vacía, ¿cómo puede actuar un sacerdote según Cristo? Corre el peligro de convertirse en ‘mercenario’”.
Sobre este mismo tema, el cardenal alemán agrega que el “origen de esta crisis debe identificarse en la secularización de la Iglesia y en la reducción del sacerdote al papel de funcionario. En última instancia, es el ateísmo que se ha extendido a la Iglesia. Este espíritu maligno dice que la Revelación sobre la fe y la moralidad debe adaptarse al mundo, independientemente de Dios, para que Él ya no pueda interferir en una vida guiada por sus propios deseos y necesidades”.