Ilary Blasi es una muy conocida presentadora de televisión italiana, pero fuera del país lo es más por ser la esposa del exjugador de fútbol de la Roma y la selección italiana, Francesco Totti. Ambos siempre han estado en el foco mediático y pocos apostaban a que su matrimonio durara más allá de unos meses. Pero han pasado ya 14 años desde que visitaran a la Virgen María de la “Salus Populi Romani” y el icono casi milenario de la “Madonna Advocata”, y dijeran sí durante en el sacramento del matrimonio en la basílica de Santa María de Aracoeli. Y los frutos son sus tres hijos: Christian, Chanel e Isabel.
Precisamente, el papel de la Virgen María ha ido poco a poco ganando importancia en la vida de esta familia, lo que ha quedado de manifiesto con la peregrinación como hospitalaria que ha realizado Blasi este año a Lourdes, donde ataviada como una enfermera más cuidó durante días a los enfermos a los que acompañó desde Italia.
La presentadora italiana, que ha dirigido algunos programas irreverentes o poco edificantes, realizó esta peregrinación mariana y servicio a los enfermos con la Oftal, la obra que cada año lleva a los pies de la Virgen a más de 20.000 personas entre enfermos, médicos, enfermeras, voluntarios, religiosas y sacerdotes. Este año contó con la presencia de esta cara conocida que, sin embargo, fue una más durante aquellos días.
Una inquietud por ir a Lourdes
Viajar a Lourdes pero no como turista sino como peregrina y hospitalaria era algo que venía meditando desde hace tiempo la esposa de Totti. Al final se lanzó a esta aventura junto a su amiga Morena Salvino.
De hecho, ya el pasado año en una entrevista en el semanario Gente confesaba cuál era su gran deseo: “Me gustaría vivir una experiencia en Lourdes. Acompañar a los enfermos, a las personas que van en peregrinación, esto es algo que durante años he soñado hacer. He tenido mucho en la vida, no puedo olvidarlo. Creo que es correcto y hermoso dedicarse a los necesitados”.
Al fin pudo cumplir este deseo en la pasada Pascua, y se supo gracias a una foto robada que le hicieron a Ilary Blasi durante la peregrinación en Lourdes. Allí estaba ella, con el velo azul y su bata como el resto de hospitalarias. Un momento para el que prefirió ir sola sin su marido ni sus hijos.
Cuidando enfermos de la mañana a la noche
Para poder realizar esta peregrinación, la mujer de Totti tuvo que asistir durante meses a las reuniones de formación y las catequesis que Oftal realiza para todos aquellos que desean acompañar a los enfermos.
Algunos de los presentes en la peregrinación han contado, tal y como recoge Famiglia Cristiana, que la presentadora cuidó con amor y humildad a los enfermos que le tocaba desde la mañana a la noche, les ayudó a comer, vestirse y lavarse.
Eucaristía, oración y Vía Crucis
Además de sus obligaciones como hospitalaria, Ilary también tuvo momentos de oración personal y hasta se sumergió en el agua helada de las piscinas del santuario. Igualmente, realizó el Vía Crucis, y en numerosas ocasiones se puso a los pies de la Virgen en la gruta sin faltar a las misas para los voluntarios que se celebraban cada día a las 6.15 de la mañana.
Aunque la pareja que conforma Ilary Blasi y Francesco Totti es pública y famosa es menos conocida la devoción que ambos profesan a la Virgen María, y que llegó a esta familia gracias al ya exfutbolista. De hecho, quisieron casarse en la antiquísima basílica mariana de Santa María en Aracoeli, y posteriormente donar a obras benéficas el dinero que la cadena Sky les había ofrecido por retransmitir las imágenes.
La fe, una faceta menos conocida de esta familia
Francesco Totti proviene de una familia católica y siendo niño pudo saludar al Papa cuando visitó su parroquia. Fue precisamente su madre la que le inculcó la devoción a la Virgen del Divino Amor, muy querida por los romanos, y que él a su vez ha transmitido a su mujer e hijos.
En 2004 tras la Eurocopa en la que Totti fue expulsado y sancionado, el jugador fue al santuario del Divino Amor de Roma y le entregó su camiseta con el número 10 de la selección italiana, junto a una nota en la que decía: “Santísima Virgen, te pido que me perdones y nunca me abandones”.
Posteriormente, explicaba que “la mejor manera de disculparse es recurrir a aquellos que sólo saben perdonar. Y es por esto que sentí la necesidad de darle mi camiseta a la Virgen del Divino Amor. Me encomiendo a ella y me siento en paz con Dios y con los hombres”.
Así, Ilary y Francesco decidieron confiar a la Virgen a sus tres hijos, y bautizar al más pequeño en otro templo mariano, el de Santa María alla Navicella”. Precisamente, Totti afirma que gracias a su propia familia ha podido ver a Dios también, como cuando nacieron sus hijos:
“Creo que fueron los momentos más bellos de toda mi existencia que me han hecho feliz y realizado. Es un discurso de amor. El amor por nuestros seres queridos, y sobre todo por los hijos, pienso que es similar a lo que Dios hace para cada uno de nosotros, porque la fe y el amor van de la mano”.
El encuentro con Juan Pablo II que le marcó de niño
Precisamente, él mismo recibió la fe siendo niño. “La fe ha sido siempre muy importante en mi vida, primero gracias a mi madre Fiorella, católica devota, y luego gracias a acontecimientos clave. Nunca he olvidado la caricia en la cabeza que me dio siendo niño Juan Pablo II cuando nos visitó en Primaria, recuerdo que me causó una gran impresión la fuerza que emanaba”.
Recordando al Papa polaco días antes de que fuera beatificado, Totti recordaba ese primer encuentro: “Tenía ocho o nueve años y estaba acompañado de mi madre. El Papa estaba pasando cuando de repente se detuvo y puso su mano en mi frente. Fue un gran emoción para mí y sobre todo me llamaron la atención sus ojos y su energía que emanaban un aura de tranquilidad y paz”. Después ya como una estrella del fútbol tuvo la ocasión de verle en más ocasiones.
Esta fe de niño la siguió alimentando haciendo de monaguillo en la parroquia en la via Latina a la que acudía con su familia, en la catequesis con el padre Aldo y luego con los consejos espirituales de don Fernando. Así hasta acudir cada sábado a misa a la capilla que la Roma tenía en sus instalaciones deportivas.