Daniel Navarro estudió Ingeniería en Telecomunicaciones en la Universidad Pública de Navarra y en pocos años llegó a Londres a trabajar para T-mobile, la filial de móviles de Deutsche Telekom en Inglaterra. Tenía 28 años y cobraba entre 5.000 y 6.000 euros al mes.
Sin embargo, sentía un vacío por dentro. Acudía a misa en Londres con las hermanas María Inmaculada. Él tocaba la guitarra en la misa de las religiosas. Allí conoció a la hermana Auxiliadora, que entonces tenía 82 años. «Ya te vale de decirme que no», le dijo un día.
Al cabo de un tiempo Daniel escribió al seminario de Madrid para que le admitieran. «Dejé todo porque me encontré con Alguien que estaba vivo y no me arrepiento», dice el sacerdote a Laura Daniele, la redactora de temas de religión del diario ABC.
Su experiencia profesional fuera de España le ha ayudado a «estar abierto a la gente, a saber escuchar y comprender a las personas». Eso es útil para un sacerdote. Fue secretario del arzobispo Osoro durante sus primeros meses en Madrid y después se le asignó la parroquia Virgen de la Fuensanta, en el barrio de Usera, una de las más activas de la capital. Lleva allí algo más de dos años.
De su vida como ingeniero de "telecos" con gran sueldo dice: «No echo de menos nada de eso. En las empresas muchas veces las personas no son más que un número o un resultado. Ahora realmente soy yo. Antes estaba muerto».