Son muchos los que se preguntan qué sentido tiene el sufrimiento y huyen de él cuando llega la enfermedad. Pero cuando se ve desde el prisma de la fe todo cobra un sentido nuevo. Así lo han experimentado dos jóvenes catalanas, Mercedes Alsina y Cárol García, que pese a las graves enfermedades que han sufrido y por las cuales están en silla de ruedas son felices abrazándose a la cruz.

Ambas darán su testimonio sobre cómo evangelizar desde la enfermedad el próximo domingo 29 de enero a las 18.30 en la Parroquia de Santa Ana de Barcelona (calle santa Ana, número 29) y serán presentadas por el propio arzobispo de Barcelona, Juan José Omella.


Mercedes Alsina, conocida en su familia como Memé, tiene 36 años y cuando apenas tenía dos años un virus la dejó tetrapléjica. Los médicos dijeron a su familia que nunca pasaría de los 15 años y sin embargo ha podido acabar una carrera universitaria y actualmente trabaja.

La fe que tanto ella como su familia profesan ha sido clave para poder salir adelante. En una entrevista, Memé afirmaba que “he crecido con ella desde pequeña y de mayor me ha ayudado a encontrar las respuestas. La más crucial, ‘¿por qué me haya tocado a mí?’, es la que da más ‘rabia’ porque no me gusta pensarlo así. La fe me ha hecho mirarlo de otro modo. Estar en una silla de ruedas no es una desgracia sino un llamamiento a ofrecer la cruz y aprender a llevarla”.


Mercedes, celebrando su cumpleaños con algunos de sus muchos sobrinos


Sobre la cruz, esta joven tiene claro que “todos la tenemos, ya sea mental o física. Dios nos da los medios para ir tirando con alegría. La mía no es un castigo, es algo que se me pide. No puedo cambiarlo pero sí elegir entre llorar o superarlo. Tengo suerte de tener fe. No concibo esto sin fe, sin ella no tiene sentido. Si fuera un boleto de lotería que me hubiera tocado, me daría rabia. Dios te quiere mucho, no te envía una cosa mala. Dios nos da libertad y está al lado de los que sufren. Jesús nos da la alegría necesaria para que te apoyes en él y sigas adelante”.

Y aunque necesita ayuda para levantarse, vestirse o incluso para leer un libro, Mercedes considera que “lamentarse no sirve de nada. Hay que disfrutar más y dedicar menos tiempo a lamentarse. Antes de quejarme pienso si tengo razón y si consigo algo”.


Por ello, cuando se le pregunta por la eutanasia afirma que “a menudo se esconde la actitud egoísta de la familia que no quiere sufrir más. Se manipula al enfermo y su voluntad. Yo digo, quién eres tú para matar a alguien. Quien no es digno eres tú. Detrás de la eutanasia hay mucho egoísmo y miedo. Se intenta vender el lado positivo de la eutanasia en lugar de defender la vida: la fuerza y la dignidad de la persona”.


Mercedes junto a Juan José Omella, durante una visita del arzobispo de Barcelona al hospital


El otro testimonio que se podrá escuchar es el de Cárol García Murillo. Esta joven era misionera en África y ya había recibido en Uganda la cruz de Postulante-Novicia de las Misioneras de Nuestra Señora de África pero una grave enfermedad la dejó en silla de ruedas y tuvo que dejar la congregación. Ahora es miembro asociada de esta orden.

“Deseaba ‘comerme el mundo’ y es una enfermedad la que ‘me está comiendo’ a mí…Es la salud, pero no mi fe, la que se ha vuelto frágil”, afirma Cárol, que ahora ve claro que su misión es otra.

La enfermedad le ha abierto puertas para conocerse a sí misma: “¡Qué oportunidad para entender tantísimas cosas…, para experimentar como nunca la humildad y la auténtica pobreza!”.


El día que recibió la cruz de las Hermanas Blancas para ser miembro asociado, Cárol contaba que “no ha sido fácil descubrir que Dios tenía otros planes para mí; pero el silencio, la oración y su ternura me confirman diariamente que me entregué a Él por amor; y cuando el amor es el fundamento principal de cualquier decisión, a nada hay que temer…pues nada puede detenernos para saber disfrutar de todo aquello que el Señor nos ofrece a lo largo del camino de la vida”.


Cárol García, en su etapa como misionera en África

Ahora su compromiso, tal y como ella relata, “da un sentido espiritual a mi nueva misión, mi enfermedad; una misión que nunca hubiese imaginado, pero es la que ahora me han confiado”.

Ahora, Cárol García dice que “desde mi nueva situación espero aprender a estar abierta a las necesidades de los demás; a continuar ofreciendo mi disponibilidad para todo aquello que esté a mi alcance…Quiero estar atenta a mi alrededor para escuchar y entender ‘el grito’ de los que sufren en silencio”.