Ella misma se sorprende de los caminos utilizados por Dios para llamarla de una vida militar a la religiosa, de dar la vuelta al mundo a vivir ahora en un convento. En un reportaje en Portaluz se cuenta este proceso de vocación y cómo Dios la llamó en Napoles:
Antes de entrar en el monasterio en agosto de 2008, pasó 15 años en servicio militar activo como oficial naval: siete años como oficial de comunicaciones y ocho años como oficial de criptología. Ella sirvió tanto en tierra como en distintos buques, y viajó alrededor del mundo a lo largo de su carrera.
Ahora pasará el resto de sus días en la tierra sirviendo al Señor, a la Iglesia y a la comunidad.
“Ruego que yo… (traiga) a Cristo a quienes me rodean”, comentó la hermana Elizabeth al periódico de la arquidiócesis de Denver, El Pueblo Católico, que ha presentado su testimonio; y agregó: “Ser una fiel monja benedictina, preservando la ‘escuela del servicio del Señor’ todos los días de mi vida”.
Bautizada como Judith, nació y creció en Denver y es la mayor de siete hermanos. Asistió a escuelas públicas desde el jardín de infancia hasta el quinto grado, y a la recién cerrada escuela de St. Louis en Englewood en sus años de escuela secundaria. Se graduó en la Academia St. Mary en Englewood en 1988, y asistió a la U.S. Naval Academy en Annapolis, Maryland. Fue destinada como alférez de navío después de su graduación en 1992.
Mientras estuvo en la academia naval, la Hermana Elizabeth asistió a misa diariamente, mientras su horario se lo permitía. Era muy participativa en la comunidad católica en cada base a la cual era destinada mientras estuvo en servicio activo, y continuó asistiendo a misa regularmente. Un día, mientras rezaba en la capilla católica en su primer lugar de trabajo en Nápoles, Italia, la idea de convertirse en monja arraigó en su mente.
“Estaba un poco sorprendida porque nunca antes había pensado en una vocación a la vida religiosa y, además, acababa de comenzar mi carrera naval y estaba disfrutando mucho”, comenta, precisando: “No presté mucha atención al pensamiento y continué con mi vida. Durante los diez años siguientes, la idea de la vida religiosa apareció en varias ocasiones”.
Después de pasar nueve años en el extranjero, la hermana Elizabeth se estableció en Maryland en 2001. Durante este tiempo, el deseo de una vocación a la vida religiosa se hizo muy fuerte, dice, y decidió que tenía que hacer algo al respecto. Se puso en contacto con un sacerdote en el área que conocía, quien la puso en contacto con un director espiritual y con algunas hermanas de la zona.
Fue trasladada de regreso a Nápoles en 2004 –su primer destino, que también sería el último– y dejó de buscar activamente la vida religiosa debido a que estaba en el extranjero de nuevo. Un día, después de misa, algo inesperado sucedió...
“El sacerdote me preguntó casualmente si alguna vez había pensado en la vida religiosa, lo que me sorprendió, ya que no había mencionado nada a nadie”, explicó la hermana Elizabeth.
Elizabeth profesó los votos solemnes el pasado mes de noviembre
“Cuando le dije que había estado pensando en la vida religiosa, él me ofreció ayuda en la búsqueda de un director espiritual en la zona y me sugirió que me pusiera en contacto con la abadesa de un abadía benedictina entre Nápoles y Roma, y pensó que las benedictinas serían una buena opción porque yo era mayor”.
Comenzó a pasar tiempo con las monjas benedictinas, y se encontró cada vez más atraída por la vida monástica. “Después de mucha oración y consulta con mi director espiritual, decidí presentar mi petición de renunciar a mi comisión de servicio activo en la Armada de los Estados Unidos para buscar activamente una vocación a la vida religiosa”, dijo.
Acordó entrar a la abadía de Santa Walburga en su estado natal de Colorado y después de su licencia de la Armada en septiembre de 2007, entró en el monasterio en agosto de 2008. Hizo su primera profesión de votos monásticos el 24 de junio de 2011 y sus votos solemnes el pasado 6 de noviembre de 2016.
Recibió su nombre religioso, Elizabeth, cuando hizo sus primeros votos, y fue muy adecuado que la fecha fuese justamente en la solemnidad de la Natividad de San Juan Bautista. Así lo destaca ella misma al finalizar su testimonio...
“Mi patrona es Santa Isabel, madre de San Juan Bautista, así que fue muy hermoso que la abadesa eligiera la solemnidad de la Natividad de San Juan Bautista como la fecha de mi primera profesión de votos monásticos”.