-No. En 1999, cuando empecé en política, tenía mis convicciones, pero entonces parecía imposible aplicar políticas tan contra natura. En los últimos veinte años, la transformación social ha sido brutal. La ideología de género es el nuevo comunismo y uno de los cánceres más peligrosos de este siglo, porque da una visión del hombre contraria a su naturaleza y a su dignidad. Tiene los días contados, pero nos las va a hacer pasar canutas durante una temporada.
En el primer Congreso del PP tras la mayoría de Aznar, en 2003, surgieron las primeras ponencias destinadas a construir un nuevo escenario social, y muchos se dejaron seducir. Cabe recordar que el PP no ha variado sus estatutos, y el artículo tercero dice que somos defensores de la vida y del humanismo cristiano. Es decir, que parte del partido, empezando por sus actuales dirigentes, es la que ha perdido su identidad.
Ángel Pintado se ha mantenido siempre firme con varios de sus compañeros de partido en lo que respecta a las leyes contra la familia
-Eso y el silencio cómplice de la plana mayor del partido cuando los lobbies se echaron encima del ministro Gallardón y de los que defendimos su posición. La reforma de la ley del aborto había sido sometida a votación en el Congreso, y el Congreso solicitó al Gobierno que no la retirase. Después, el presidente Rajoy, sin respetar al Parlamento, la retiró sin dar explicaciones. Y en política se puede cambiar de posición, pero no se puede no dar explicaciones. La decisión que no se explica, huele mal. Los días posteriores a la retirada fueron los peores de mi vida política. Estuve a punto de irme a casa, pero decidí quedarme a trabajar sobre las cenizas que dejó el presidente Rajoy con esa decisión, que le pasará factura.
-Rajoy podía haber pasado a la historia como un gran estadista por una decisión valiente: revertir una ley permisiva del aborto en un gran país occidental. Y perdió su oportunidad. Pero la batalla no termina nunca, y hoy trabajo para poner la defensa de la vida en el debate público, pues aún hay esperanza.