Este viernes por la mañana (hora local de Asunción) ha fallecido, a los 77 años de edad, el sacerdote italiano Aldo Trento, de la fraternidad de San Carlos, vinculada a Comunión y Liberación.

La prensa paraguaya recoge con profusión la noticia de su muerte, porque era muy conocida su obra de atención a los más necesitados en la Fundación San Rafael y la Casa de la Divina Misericordia.

En los últimos meses, él mismo se había convertido en paciente de su propia residencia. Una grave espondilitis, que le producía grandes dolores, le obligaba a moverse en silla de ruedas.

Unas palabras del padre Aldo Trento hace un año, ya aquejado por su enfermedad.

Aldo Trento no solo era conocido por su entrega a enfermos pobres con cáncer terminal o sida, a ancianos o niños abandonados, sino también por su historia de conversión y por la lucha que mantuvo durante mucho tiempo contra la depresión. Con él se va no solamente una persona que vivió la caridad hacia lo que Francisco llama "las periferias" (no en vano recibió la visita del Papa durante su viaje al país en 2015, modificando el plan establecido), sino también alguien que es para muchos un modelo de itinerario de confianza en Dios en medio de las tribulaciones e incluso las dudas.

La visita de Francisco a la obra del padre Trento en 2015.

Juan Miguel Prim, delegado para la Evangelización de la Cultura de la diócesis de Alcalá de Henares, le conoció durante un encuentro con él y destaca precisamente eso: "Ha sido impresionante su dedicación a los enfermos y cómo en ellos reconocía a Cristo, e impresionantes los Te Deum que escribía cada año dando gracias a Dios por todo lo que le había pasado. Hasta el final tuvo dificultades por sus depresiones y su carácter complicado, pero permaneció fiel a Cristo", comenta a ReL.

La confusión, la depresión, la fidelidad...

Aldo Trento nació en 1947 en Belluno (Italia). En 1958, con solo 11 años, ingresó en el seminario menor de los padres canosianos, los Hijos de la Caridad inspirados en la vida y obra de Santa Magdalena de Canossa (1774-1835). En esa congregación fue ordenado sacerdote en 1972.

Fue una época de su vida que él reconoce como "confusa", en su vida y en la de la Iglesia: "Yo era cura, pero no me veía capaz de dar respuesta a nada. Me volqué en una ideología de extrema izquierda, marxista. En aquella época yo incluso creía que la lucha armada era una opción lícita para avanzar en la lucha de clases", explicó en alguna ocasión al resumir su vida.

En 1974, siendo profesor de secundaria, animó a sus alumnos a acudir a una manifestación contra la visita a Italia de Henry Kissinger, secretario de Estado de Richard Nixon, en plena Guerra Fría. Como cuatro alumnos no quisieron ir, tuvo que quedarse con ellos y fue un momento clave en su vida. Eran cuatro jóvenes de Comunión y Liberación que le dijeron lo que pensaban: "Usted habla mucho de acción y cambio, pero hay cosas que sólo cambian por Cristo".

"Empecé a cambiar mi visión de las cosas", confiesa.

En esa época, además, se enamoró de una mujer, y como su relación "era imposible" se sumió en una depresión: "Decidí luchar por ser fiel a mi vocación religiosa. Llorando, expliqué mi lucha, mi drama, al padre Luigi Giussani, fundador de Comunión y Liberación. Él me miró como Jesús, me llevó a su casa, me acompañó. Asumí mi pequeñez y así, pequeño y débil, Giussani me envió de misionero a Paraguay".

Reconocimientos y corajes

Allí ha vivido las últimas casi cuatro décadas de su vida. Fundó en 1999 la Fundación San Rafael y la Casa de la Divina Misericordia en la que ha fallecido. En 2008 fue declarado Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Asunción por la Junta Municipal de la capital paraguaya. 

Su labor ha sido ampliamente reconocida, y no solo por aquella visita papal. En 2008 el presidente italiano, Giorgio Napolitano, le entregó la medalla de Caballero de la Estrella de la Solidaridad. Pero él la devolvió, en protesta por la muerte de Eluana Englaro: escribió una carta al jefe de Estado de su país reprochándole que no hubiese utilizado su capacidad legal de impedir el protocolo homicida contra la mujer.

No se recató de hablar con total claridad: "¿Cómo puedo yo, ciudadano italiano, recibir ese honor cuando usted, con su intervención, permite la muerte de Eluana en nombre de la República italiana? Tengo más de un caso como Eluana Englaro.

»Pienso en el pqueño Víctor, un niño en coma, que aprieta los puños, lo único que hacemos es darle de comer con una sonda. Ante estas situaciones, ¿cómo puedo reacconar ante el caso Eluana?

Aldo Trento con Víctor, un niño hidrocéfalo al que adoptó como hijo.

»Ayer me traen una chica desnuda, una prostituta, en coma, abandonada en un hospital; se llama Patricia, tiene 19 años, la hemos lavado y arreglado. Y ayer empezó a mover los ojos.

»Celeste tiene 11 años, padece una leucemia gravísima, jamás había sido tratada. Me la trajeron solo para enterrarla. Hoy Celeste camina. Y sonríe.

»He llevado al cementerio a más de seiscientos de estos enfermos. ¿Cómo se puede aceptar una actuación como la que se ha hecho con Eluana?".

Las palabras de Modesto

En 2023, a la altura de estas fechas, en los Te Deum que publica la revista Tempi en cada número de diciembre, en los que diversos personajes conocidos expresan lo que agradecen a Dios en el año concluido, Aldo Trento daba gracias al Señor por sus pacientes: "Me enseñan a purificarme en la enfermedad".

Contaba en ese Te Deum que, sumido por entonces en el dolor físico y en el sufrimiento espiritual de unos pensamientos "todos negativos", que le impedían incluso rezar, pidió ver a uno de los enfermos de la clínica, Modesto: "Modesto y yo padecemos la misma enfermedad, así que busqué un cómplice en mi dolor, en mis pensamientos. Necesitaba a alguien que me dijera lo que yo quería oír, alguien que conociera mi sufrimiento y pudiera encontrarle una razón".

"Cuando llegué a la habitación de Modesto", continúa, "lo primero que salió de mi boca fue una queja. Él, en cambio, no quería perder el tiempo en asuntos pasajeros y me pidió que no le distrajera, porque para él la enfermedad no puede ser una distracción de lo único que le interesa, Jesucristo. Entonces empezó a hablarme del Señor. Me mantuvo escuchándole durante largo rato. Mientras lo hacía, me sentí avergonzado y, también, que me habían educado profundamente".

Aprendió la lección y volvió a visitar con asiduidad a los pacientes, dirigiéndose a Dios para decirle: "Lo que sostiene mi vida es la concreción de un 'Tú'. Ya no quiero vivir sumergido en mis pensamientos, quiero confirmar cada día que 'yo soy Tú que me haces'". 

'Yo soy Tú que me haces': así tituló Aldo Tengo su libro de cartas, publicado por Encuentro.

"Necesito que mis pacientes me purifiquen", continuaba: "Cuando fundé la clínica San Rafael, en Asunción, no tenía idea de que el Señor me estaba preparando un lugar para que yo fuera acogido, abrazado, cuidado, sostenido y consolado... Antes podía rezar, leer el breviario por mí mismo, para mantener esta memoria de Cristo presente en mi vida; hoy ni siquiera puedo leer, por lo tanto ni siquiera rezar el breviario. Dios se ha apiadado de mí y me ha dado un lugar... Cada vez que visito a un enfermo es como si un salmo del breviario se encarnara. Dolor, arrepentimiento, alegría y felicidad es lo que saboreo cuando visito a cada uno de estos compañeros de enfermedad que siempre me recuerdan quién soy y adónde voy".

Defensor de la evangelización española

Aldo Trento era un gran defensor de la evangelización española de América. Durante años, su rúbrica en Tempi se llamó Post-Apocalypto porque empezó a escribirla tras la película Apocalypto (2006) de Mel Gibson, que muestra la crueldad de las religiones paganas a las que puso fin el Descubrimiento.

"Los españoles tienen que estar orgullosos de su papel en la historia de América", aseguraba: "Si leemos el testamento de la Reina Isabel la Católica y otros documentos, se ve con claridad que la empresa de España en América pretendía sobre todo evangelizar. Carlos V, después de convocar el debate de [Ginés de] Sepúlveda y [Bartolomé de] Las Casas en Valladolid, declaró que no le importaba la quiebra económica ´por no perder una sola alma para Cristo´.... Es incorrecto e ideológico hablar de las reducciones jesuitas de los siglos XVII y XVIII como ´utopía´, ´comunismo paraguayo´ o ´república platónica´, porque en sus textos vemos que toda su inspiración era el Evangelio, no los pensadores utópicos".

El paraíso de los descartados

"El padre Aldo, como la Madre Teresa en la India", cuenta Emanuele Boffi en Tempi al dar la noticia de su fallecimiento, "se puso literalmente a recoger moribundos, sin techo, desesperados, asesinos, prostitutas, alcohólicos, violadores, discapacitados y todos los 'descartados' que la sociedad abandona en las aceras, y les abrió las puertas de su casa. (No es una forma de hablar: en la habitación contigua a la suya vivieron tres sin techo.)"

"En el último círculo del infierno", añade Boffi, "edificó un trozo de Paraíso" e "hizo brillar la verdad en la que creía: que el cristianismo es una vida en la cual la última palabra no es nuestra, sino de Dios".