El pasado 2 de diciembre la Congregación para la Causa de los Santos reconoció (y el Papa Francisco firmó) las virtudes heroicas de la asturiana Luz Rodríguez-Casanova y García San Miguel, fundadora de las Damas Apostólicas del Sagrado Corazón, una mujer de origen aristocrático que se volcó en servir a los niños, mujeres y enfermos pobres de la España de principios del siglo XX.

Hay varias escuelas que llevan su nombre y su obra se ha extendido con las Apostólicas del Corazón (www.luzcasanova.es), con comunidades en Angola, Bolivia, El Salvador, España, México, Perú y República Dominicana. 


Luz Casanova nació en 1873 en Avilés. Su madre era la marquesa de Onteiro. Su padre era el gobernador civil de Oviedo, pero murió cuando ella tenía cinco años. A los 12 años su familia se trasladó a vivir a Madrid. Luz, adolescente, quedó muy impactada por la pobreza que veía en las calles, especialmente la de las mujeres abandonadas. A los 15 años ya tenía claro que quería dedicar su vida a ayudar a los desvalidos.

Pero su trabajo como emprendedora de la caridad lo conceptualizó en 1897, durante una peregrinación en Lourdes, con 24 años, cuando se comprometió con la Virgen y, de vuelta a España, planeó lo que luego sería su Patronato de Enfermos. En obras de caridad se gastó la mayor parte de sus bienes cuando aún tenía 26 años.


Desde siempre entendió que no podía realizar estas tareas de forma individualista y siempre buscó involucrar a más personas, especialmente a mujeres generosas, y contagiar su visión, creando redes de colaboradores. Esas redes darían origen a las Damas Apostólicas del Sagrado Corazón, de espiritualidad ignaciana. Los Ejercicios de San Ignacio habían alimentado a Luz desde su adolescencia y lo seguirían haciendo toda su vida.

En 1902 empezó a abrir pequeñas escuelitas para niños y jóvenes pobres en los barrios más marginales. Su pedagogía, diseñada por ella, incluía el trabajo en grupo, el juego, la música, elementos novedosos en la escuela de entonces. 


  Luz Casanova a los 42 años

El Patronato de Enfermos se convirtió en una red de asistencia médica para los obreros más pobres. Luz y sus compañeras, laicas, empezaron a vivir en comunidad en 1924, el obispo de Madrid las aprobó como Damas Apostólicas en 1927 y entre 1926 y 1935 ya tenían casas en Granada, Barcelona, Roma y Valencia.

En Granada una epidemia de tifus azotó a los más pobres y los enfermos quedaban abandonados por las calles. Las Damas los recogían y cuidaban en condiciones extremas y algunas de ellas murieron al contagiarse así. Mientras tanto, la red de escuelitas crecía sin cesar y hacia 1932 constaba de más de cien centros con 14.000 niños.


Y entonces llegó la Guerra Civil y arrasó con todo, aunque Luz y varias compañeras lograron refugiarse en Pamplona. De vuelta a Madrid en 1939, al acabar la Guerra, repitió una y otra vez: "Volveremos a empezar". Es una frase que desde entonces las Apostólicas del Corazón han usado en infinidad de ocasiones. 

En 1949 murió Luz Casanova en Madrid, con fama de santidad. Ahora, reconocidas sus virtudes heroicas, se necesita sólo constatar un milagro por su intercesión para que pueda ser declarada beata.