Luis Manuel Acosta, párroco de la iglesia de la Santísima Trinidad en la diócesis de Nezahualcóyotl (México), es conocido por mucha gente por su apodo, "el Matus" o "el Padre Matus", abreviatura de Matusalén.
A menudo se le ve, con su característica barba larga, participando u organizando "peregrinaciones rocanroleras" o jornadas de grafitis en las calles, para establecer lazos con los jóvenes de ciudad.
La diócesis le ha dado un cargo muy específico, además del de párroco: Pastoral de Jóvenes en Situación Crítica. No de jóvenes sin más: de jóvenes en las calles y que se meten en líos.
Él ya tiene una edad, pero conoce bien las calles, se mueve por ellas y entiende bien a los jóvenes. Su área son las 83 parroquias de esta diócesis urbana.
“Mi papá era muy creyente, y mi mamá muy derecha. Vengo de una familia pobre, pero rica en valores”, ha explicado a DesdeLaFe, la revista de la arquidiócesis de México.
Primer contacto: padres que abandonan el hogar
Ya de adolescente era catequista. Un día se asombró: dos niños dejaban la escuela y la catequesis porque su padre les había abandonado. Era su primer contacto con niños en situación de abandono extremo.
Ayudado de una religiosa Hija de la Caridad comenzó a visitar a muchachos así... madres prostitutas, padres alcohólicos o desaparecidos...
Estudió pedagogía en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y empezó a dar clases como profesor. Él quería ayudar a los chicos más necesitados. Pero descubrió que los niños le llamaban "padre".
"Fui con mi director espiritual, el padre Chucho Arriaga y él me animó a entrar un año al seminario. Me dijo ‘date el quemón’ (inténtalo). Le hice caso y vi que era mi vocación", explica en DesdeLaFe.
Como sacerdote trabajando con jóvenes de las calles, pronto vio que la mayoría estaban metidos en distintos tipos de drogas (las más graves de entre las frecuentes: cocaína alterada, marihuana y solventes). Su objetivo es establecer amistad, contacto y canalizar a los muchachos cuando puede por un Centro de Integración Juvenil, y, si es posible, por rehabilitación y promoción. De los que tienen problemas de drogas, 7 de cada 10 son varones.
Señala que son chicos que no tienen a su padre y a su madre en casa; muchos padres han desaparecido. ¿A quién tienen que les escuche, con quien poder hablar? "Soy como un papá postizo, platicar con ellos... lo mío es la escucha, es mi moneda más apreciada por ellos", señalaba en una entrevista en Diario Metro.
El riesgo de la violencia
Hay veces que le han recibido a balazos. Cuando era joven, en un barrio conflictivo de Ciudad de México, "me encontré a dos chavos que estaban peleando. Uno fue a su casa, sacó una metralleta y lanzó dos ‘rafagazos’, el otro salió corriendo y no le pasó nada. Después, con el arma en la mano me volteó a ver y me preguntó: ¿tú qué haces aquí?”. Hoy se ríe al contarlo, pero en aquel momento pasó miedo.
La historia acabó bien: aquel chico de la metralleta dejó la droga y hasta fundó un equipo de béisbol para adolescentes en problemas, dice el sacerdote.
Muchas veces ha recurrido al deporte para que las bandas juveniles se desfogaran sin violencia. Fomentar actividades que reúnan a los jóvenes, les permita hacer cosas juntos, sentirse útiles, sin violencia ni dependencia, es importante en estos apostolados.
Encuentro de "tribus urbanas" con el Padre Matus en 2016
Aprendiendo de los paúles y el padre Chinchachoma
Con la hermana Gloria de Anda, Hija de la Caridad, y los sacerdotes vicentinos o paúles, "el Matus" aprendió a hacer pastoral visitando casas y calles con los más pobres. También conoció al ya fallecido padre Chinchachoma (el español Alejandro García-Durán de Lara), con quien colaboró por un largo tiempo llevando jóvenes a sus Hogares Providencia.
“San Vicente de Paúl decía, ‘vayan a ver a los pobres y ellos te dirán que hacer’. Chinchachoma me decía algo similar: ‘si quieres aprender a nadar, aviéntate a la piscina, con la banda lánzate, ellos te van a llevar’, y yo sigo viendo a dónde me llevan”.
Un joven que conoció dio el paso de alejarse de las drogas, pero un compañero de pandilla se vengó de él matándolo de un navajazo. Antes de morir, el muchacho dijo al sacerdote: “¿Te pido un favor? Revíveme en otros”.
“A mí se me quedó grabada esa frase, y es lo que trato de hacer cada que recuerdo a este joven, cumplir esa promesa que yo le hice: ‘revíveme en otros’”, señala "el Matus".
Entre los jóvenes que intenta atender están los jóvenes de las pandillas, los niños de la calle, los limpiacristales, las distintas tribus urbanas...
Pastoral con los rockeros
Tiene una amistad especial con los rockeros de la diócesis de Nezahualcóyotl. Cada año participa en la Caminata de la Familia Rockanrolera, a la que acuden cientos de personas, entre ellos integrantes distintas bandas de rock y otros géneros. También organizan peregrinaciones rocanroleras, con misa, música, amistad...
Programa de peregrinación rocanrolera en México en 2017
“Me alienta seguir siendo pastor de los jóvenes. Platicar, fraternizar con ellos, yo acepto a todos: creyentes, no creyentes, darketos, punketos, anarcos, los acepto a todos, es amistad”.
“En el trato con la ‘banda’, con las tribus urbanas, soy parejo, pluralista, como mi madre me enseñó. En el trato personal, lo que busco es acercarlos a Dios”, detalla.
“Algunos de ellos se acercan a los sacramentos y varios hijos de ellos han recibido la Comunión”, dice contento. Él siempre estará allí para escucharles, animarles a evitar los caminos desastrosos de la adicción o la violencia, apoyarles en sus proyectos de trabajo, estudios o superación.
Peregrinación rocanrolera de 2017 de Tlanepantla