En los años 70, Argentina padeció una oleada terrorista que dejó cientos de víctimas, entre ellas algunas personalidades católicas que fueron asesinadas in odium fidei, por odio a la fe, por grupos marxistas que iban eliminando oponentes en su táctica de asalto al poder.

Una de ellas fue el filósofo Carlos Alberto Sacheri (1933-1974), a quien mataron cuando tenía 41 años de edad al salir de misa y en presencia de sus siete hijos. Valerio Pece le ha recordado en Il Timone:

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Carlos Sacheri, un católico incómodo en la Argentina de los años 70

"A las 10.30 horas, después de oír misa en la catedral de San Isidro, cerca de Buenos Aires, el doctor Sacheri regresó a su casa en su furgoneta Ford. Le acompañaban su mujer, sus siete hijos y otros tres niños. Al entrar en el garaje, un individuo se acercó a la ventana, sacó una pistola y, acercando el cañón a su oído, efectuó dos disparos mortales". Así informaba el diario español ABC, el 24 de diciembre de 1974, de la muerte del doctor Carlos Alberto Sacheri, acaecida el día anterior.

La "moralidad marxista" (que mata)

Para Argentina fueron años de plomo, hasta el punto de que la guerrilla -inspirada en el ateísmo marxista- representaba un verdadero ejército. El Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), de orientación trotskista, y los Montoneros, peronistas de izquierdas, mediante el uso sin escrúpulos de bombas, secuestros, toma de aviones y cuarteles, pretendían no solo conquistar el poder, sino también obtener el reconocimiento internacional. En nombre, por supuesto, de una maquiavélica "moral marxista".

La víctima más ilustre de esa sangrienta temporada fue el profesor Alberto Sacheri, una de las personalidades católicas más influyentes de Argentina. Licenciado en filosofía, invitado para dar conferencias en Francia, Canadá, España y Estados Unidos (así como en toda Suramérica), Sacheri fue sobre todo un gran educador de jóvenes, que fascinó con el atractivo y el amor a la verdad en torno a los temas de la ley natural. Se ha dicho de él que "hizo amable la verdad".

El mejor candidato a la presidencia

Además de ser un líder de Acción Católica, Carlos Sacheri también promovió la vuelta a la actividad de la Sociedad Tomista argentina, que había estado inactiva durante años al verse afectada por el terremoto que arrasó el mundo católico posconciliar. Incansable conferenciante, Sacheri iba a todas partes, desde las aulas universitarias hasta los clubes del extrarradio urbano. "Aunque solo haya tres personas, hablo igualmente", aseguraba a los organizadores. En todas las instituciones en las que participó, Sacheri dejó una marca indeleble; la de "un hombre bueno, caritativo, inteligente, alegre y... santo", en palabras de su hija mayor, Magdalena.

A mediados de los años 70, Carlos Alberto Sacheri ya era mucho más que un profesor universitario. La política nacional le estaba cortejando. Se había convertido en un estratega, un hombre de enlace entre diferentes sectores y esferas, tal vez incluso conflictivas, pero que, en cualquier caso, quería buscar soluciones para una Argentina abocada a un abismo de violencia.

Carlos Alberto Sacheri junto a su esposa y sus siete hijos.

Algunos habían pedido el Ministerio de Educación para él, otros incluso lo consideraban el mejor candidato presidencial que el catolicismo podía ofrecer al país. Con solo 41 años, dos balas, disparadas ante los ojos de su esposa e hijos, frustraron cualquier posibilidad.

"Me ha dado una vida espiritual"

De Sacheri nos han quedado los libros, muchos y de gran relevancia. En primer lugar La Iglesia clandestina, publicado en 1970, obra que dedicó a Pablo VI y en la que advertía del riesgo de confusión doctrinal en el ámbito eclesial. Las palabras pronunciadas por el Papa Montini en 1972, apenas dos años después, parecían darle la razón: "Se creía que después del Concilio llegaría un día soleado para la historia de la Iglesia. En cambio, llegó un día de nubes, de tormenta, de oscuridad, de incertidumbre. ¿Cómo ha ocurrido esto?".

Más allá de los libros, artículos y conferencias, fue su ejemplo el que marcó indeleblemente a quienes tuvieron la suerte de cruzarse con su persona. Hay muchos testimonios de sus alumnos, incluido uno que el padre de Sacheri ha guardado con devoción. En la nota firmada por un "estudiante anónimo de la UCA" -recogida por el diario La Nación con motivo del 40º aniversario de su muerte- se lee con desarmante sencillez: "Profesor Sacheri, le quiero mucho. Le debo casi toda mi formación intelectual y buena parte de mi visión del mundo. Le he querido, más que como amigo, como padre, porque me ha dado lo más precioso: una vida espiritual".

¿Una reivindicación de tipo clerical?

Pocos días después de su asesinato, como es la praxis, se emitió el comunicado de reivindicación. Lo firmaba un ficticio Ejército de Liberación del 22 de Agosto y hace referencia, junto con la de Sacheri, a la muerte de Bruno Jordán Genta, otro escritor y activista católico.

Según el mayor conocedor de la vida y la obra de Sacheri, Héctor Hernández, que ha dedicado la biografía más completa al filósofo (Sacheri: predicar y morir por la Argentina), la presencia de alusiones irónicas (además de profundamente cínicas) revelaría una pluma familiarizada con los asuntos católicos. En las 533 palabras del comunicado, el estilo clerical quedaría patente por las alusiones a la liturgia católica, la mención reiterada a Jesús como "Cristo Rey" y varias otras sutiles referencias a la ortodoxia cristiana.

La exégesis del comunicado -según la tesis del biógrafo de Sacheri y de bastantes intelectuales argentinos- lleva a atribuir la muerte del pensador católico a su lucha contra el "tercermundismo" y la "teología de la liberación", que, en lugar de apoyar la conversión del mundo a la Iglesia, apuntaba exactamente a lo contrario.

La causa de su asesinato habría que buscarla, por tanto, en su predicación contra la Iglesia clandestina (no por casualidad el título de su libro más famoso), por lo que, según algunos obispos argentinos, habría que hablar de martirio in odium fidei para él.

"No hay duda de que Sacheri fue asesinado por lo que era: un verdadero católico, un virtuoso, un sabio, un líder extraordinario", escribe Héctor Hernández. Carlos Alberto Sacheri preveía que sus verdaderos enemigos se escondían en esa Iglesia que guiñaba el ojo al marxismo, hasta el punto de que su biógrafo señala un detalle tenebroso con sabor premonitorio: "Sacheri había pedido que se pusiera un texto de Bernanos como faja de su libro: 'Nos fusilarán los curas bolcheviques'".

"Sin sangre no hay redención"

El 9 de junio de 1973, ante más de 1.000 estudiantes universitarios reunidos en un congreso (y después de que el presidente argentino Héctor Cámpora hubiera aprobado una amnistía para los guerrilleros del ERP y Montoneros, haciendo de esta forma que el marxismo volviera a matar), el doctor Carlos Alberto Sacheri profetizó su muerte con un año de antelación.

Lo hizo con estas palabras: "Hace unos días estaba leyendo un pasaje de la Escritura en el que San Pablo habla de redención y sangre. No me creo un profeta -entre otras cosas porque los hechos ya están a la vista-, pero si los católicos, los universitarios católicos, no estamos dispuestos a derramar nuestra sangre en una militancia heroica, Argentina dejará de ser católica para ser marxista. Como dice el Apóstol: 'Sin sangre no hay redención'".

Traducido por Verbum Caro.