En noviembre de 2009 monseñor José Ignacio Munilla fue nombrado por el entonces Papa Benedicto XVI como obispo de San Sebastián, y doce años después dejará su tierra natal para ser el pastor de la diócesis de Orihuela-Alicante. ¿Qué ha pasado en este tiempo en el pueda ser uno de los obispados más complicados de España? ¿Qué se encontró Munilla y que deja tras tantos años de esfuerzo, dedicación y también de sufrimiento?
Este obispo vasco se encontró con la que probablemente era la diócesis más secularizada de toda España, con el añadido del grave problema político y social provocado por el terrorismo de ETA y la hegemonía del nacionalismo, que sin duda había influido notablemente a la Iglesia en esta región. Su llegada estuvo marcada por la pública oposición de una mayoría del clero diocesano. Más de una década después varios de aquellos firmantes que se rebelaron contra su nombramiento forman parte de su equipo de gobierno y se encuentran entre sus colaboradores más próximos.
Este ha sido su gran legado: trabajar arduamente para buscar la unidad para que todos en la diócesis tuvieran a Cristo como centro y como meta sin que nada enturbiase ni diluyese ese camino hacia el cielo al que debe aspirar todo cristiano.
“Nadie pude decir sin faltar a la verdad que don José Ignacio Munilla no haya tendido la mano una y otra vez, aun cuando le hayan calumniado. Se podrá no estar de acuerdo con él, pero no se le puede negar que haya ejercido de obispo de la Iglesia”, cuenta a Religión en Libertad un colaborador del prelado en la diócesis de San Sebastián.
Munilla, con el Papa Francisco, que le acaba de nombrar nuevo obispo de Orihuela-Alicante.
Sus 20 años como sacerdote en Zumárraga, donde ejerció como párroco antes de ser nombrado obispo de Palencia, han hecho que tenga un conocimiento privilegiado de la realidad eclesial vasca, de sus muchos desafíos, sus virtudes, pero también de las grandes carencias.
“Nunca una hormiga había levantado tanta polvareda”, dijo Munilla en su toma de posesión en la catedral de San Sebastián en enero de 2009 haciendo mención a los ataques recibidos por su nombramiento. El templo abarrotado y los más de 10 minutos de aplausos que recibió mostró el cariño de una parte de la diócesis. Con el paso de los años ha ido aumentando este afecto, pese a los intentos continuos de ciertos sectores y medios de querer enfrentar a la diócesis con su obispo.
La ordenación de jóvenes sacerdotes, el retorno a San Sebastián de otros sacerdotes vascos de mediana edad que se encontraban en otras regiones de España y el cambio de postura de sacerdotes críticos que han acabado colaborando y estimando a su obispo ha supuesto una mejora del ambiente eclesial en San Sebastián, aunque la situación haya estado lejana de ser la ideal.
Munilla, con los tres nuevos sacerdotes ordenados en 2020 para la Diócesis de San Sebastián
Como reconocen sus colaboradores a este portal, “a nadie se le escapa que la Cruz ha sido su compañera todo este camino” y que “al contrario de lo que se pueda pensar no han sido los ataques en los medios lo que le ha quitado el sueño sino más bien el fallecimiento de algunos sacerdotes jóvenes de su diócesis o los escándalos producidos en la propia Iglesia”.
Con esta situación de precariedad eclesial, con el territorio más descristianizado de España junto a Cataluña, con uno de los cleros más envejecidos y politizados y la oposición de una parte de la diócesis, Munilla ha tirado del carro con esfuerzo de este obispado. Y aún con todo, y mientras en España la secularización ha dado un salto en esta última década, ha logrado mantener el tipo y dejar, teniendo en cuenta estos factores, una diócesis más sana, serena y mejor preparada para los duros tiempos que se avecinan para la Iglesia de Occidente.
¿Qué deja Munilla en San Sebastián?
En el día de su toma de posesión en 2009 en la catedral estaban presentes los cuatro seminaristas que había entonces en San Sebastián. Doce años después, y con un desplome generalizado en las vocaciones, Munilla ha cuidado la pastoral vocacional llegando a tener incluso hasta 12 seminaristas en estos últimos cursos.
Un total de ocho jóvenes han sido ordenados sacerdotes en estos años. Un número ciertamente insuficiente pero digno a tenor de la escasa religiosidad de los jóvenes guipuzcoanos y la crisis vocacional acuciante que experimenta la Iglesia. Además, se han ordenado los tres primeros diáconos permanentes de la diócesis.
El clero guipuzcoano era uno de los más ancianos, pero en estos años ha aumentado el número de sacerdotes jóvenes, no sólo por los recientemente ordenados sino por el ya mencionado retorno de curas jóvenes vascos que gracias a Munilla ejercen ahora su ministerio en San Sebastián.
Al igual que en el resto de España, y de Europa, las órdenes religiosas han sufrido un enorme desgaste ante la falta de vocaciones y el envejecimiento. Para compensar el cierre de algunos monasterios, el obispo vasco ha logrado traer nuevas órdenes, algunas de ellas pertenecientes a las familias de las que cerraban. Se trata de la llegada de las carmelitas samaritanas, de las MM Brígidas, las hermanas de María Stella Matutina, los jóvenes monjes de Verbum Spei… y la colaboración para una esperada instalación definitiva de las Misioneras de la Caridad.
Además, en estos años se han ido dando vocaciones a la vida contemplativa (aquí un ejemplo), también de religiosas de vida activa e incluso como vírgenes consagradas.
Munilla, presidiendo la consagración de una joven en la Orden de las Vírgenes / Foto: Diario Vasco
Sin duda, uno de los logros más queridos por monseñor Munilla ha sido la instauración de una Capilla de Adoración Perpetua, donde el Santísimo está expuesto ininterrumpidamente 24 horas al día durante todo el año. El mismo obispo está inscrito como un adorador más y participa cada semana en un turno de dos horas durante la madrugada.
Durante estos años se ha mostrado como un obispo cercano y accesible para los fieles. Quienes le conocen explican a ReL que “si a alguien le ha urgido verle no ha tenido más que esperarle tras la Eucaristía de las 9 de la mañana en la catedral o los domingos tras la de las 18.00, y las colas en la sacristía eran para verlas, o los sábados de 22 a 24 horas en el confesionario de la capilla de Adoración Perpetua”.
José Ignacio Munilla no es un obispo corriente sino que su proyección en estos años ha ido mucho más allá de los límites geográficos de su diócesis, por lo que podría decirse que ha sido un pastor también para muchos miles más de católicos. Muy preocupado por la nueva evangelización y a la vanguardia del anuncio a través de internet, de las redes y de los medios ha destacado por su labor de formación a través de Radio María, su actividad en las redes sociales y sus numerosos vídeos y conferencias a través de Youtube, que han servido de ayuda a numerosos fieles y catequistas de diócesis de todo el mundo. Por esto mismo en 2019 recibió el Premio Religión en Libertad en la categoría de "Impulso Misionero".
En el ámbito diocesano ha hecho exactamente lo mismo y tras empezar a emitir en una televisión local la convirtió en Betania TV, un canal diocesano, con el objetivo de llegar a los católicos guipuzcoanos, pero también a los alejados.
Su contacto con las nuevas realidades que van surgiendo en la Iglesia le ha llevado a traer y potenciar muchas de estas iniciativas en distintos campos. Así, por ejemplo, en el cuidado de las familias potenció el COF (Centro de Orientación Familiar) creando nuevos servicios, así como los encuentros diocesanos de familia mientras impulsaba el Proyecto Amor Conyugal para Matrimonios.
En él ámbito de la evangelización ha cuidado a los nuevos movimientos y ha acogido nuevas formas de primer anuncio como los Cursos Alpha o los Retiros de Emaús. Durante estos años, el número de adultos que han solicitado los sacramentos del Bautismo o de la Confirmación ha ido en aumento.
Los frutos entre los jóvenes católicos también empiezan a ser visibles. En estos años, Munilla ha impulsado en la diócesis iniciativas de evangelización como Lifeteen, Efettá, o los retiros Bartimeo, cuyos efectos ya se perciben en las parroquias que las han acogido. El Youcat que tanto ha ayudado a dar a conocer a través de internet también lo ha difundido con esmero en los colegios de la diócesis y en las parroquias.
Atento a las heridas y adicciones que algunos jóvenes sufren en la diócesis, ha buscado ayuda en Comunidades como la del Cenáculo, de la cual forman parte actualmente algunos de ellos.
En una región como el País Vasco la pastoral penitenciaria tiene además una importancia si cabe mayor. Varias veces al año, el futuro obispo de Orihuela-Alicante ha participado en actividades en la cárcel de Martutene e incluso ha mantenido correspondencia y ha seguido el caso de presos que han acudido a él para pedirle ayuda.
La realidad social de San Sebastián a su llegada ha estado marcada por las heridas generadas por la violencia terrorista, y desde el primer momento quiso afrontarlo. En su primera intervención en el Santuario de Aránzazu pidió perdón en nombre de la Iglesia por no haber sabido estar a la altura de las circunstancias, y cabe hacer mención la Misa que celebró en memoria de todas las víctimas en la catedral del Buen Pastor y el Viacrucis en el Monte Urgull el Año de la Misericordia, en el que fueron invitadas especialmente todas las víctimas.
Uno de los aspectos más complicados, y que es extensible al resto de diócesis, es la reorganización para adecuar los obispados a la realidad. En estos años ha reducido de 13 a 6 los arciprestazgos. Y a quien le acusa de autoritario los datos dicen otra cosa: tanto el consejo arciprestal como el presbiteral han sido durante su episcopado más frecuentes que en tiempos anteriores.
“Se le ha podido ver comiendo con los transeúntes en el albergue, tirando del carro de enfermos en Lourdes, festejando con los sacerdotes jubilados en la residencia sacerdotal, limpiando platos en los campamentos de niños, afrontando temas graves ante la prensa, celebrando en residencias de ancianos, visitando todos y cada uno de los monasterios y órdenes religiosas, debatiendo con jóvenes en la calle, aguantando chaparrones verbales, disfrutando de un coloquio con los seminaristas, rezando de rodillas ante el sagrario, acompañando a familias en el tanatorio o visitando enfermos en el hospital…. Y siempre con una palabra que busca atraer almas a Dios y entregar su misericordia. Puedes estar de acuerdo o no con él, aceptar que no es perfecto y que tiene defectos, pero no puedes negar que su lema 'en ti confío' le ha acompañado estos 12 años y que se ha gastado y desgastado en su labor pastoral. Con traje o cazadora, chapela o pasmontañas, siempre abrazando la cruz y sin perder la alegría”. Así le define, para concluir, uno de los colaboradores que más le conoce y ha visto de cerca su labor en estos años como obispo de San Sebastián.