Este sábado 5 de junio Jonathan Smith es uno de los cuatro diáconos ordenados sacerdotes en la Catedral de Santo Tomás en Arlington (Virginia). Es un largo recorrido junto a Dios el que ha llevado a este joven de 30 años hacia el sacerdocio, camino que le llevó a ser primero misionero en la universidad evangelizando a tiempo y a destiempo. A partir de ahora lo hará pero de una manera diferente.
Smith creció en Ohio y aunque no tenía claro que hacer con su vida, de una cosa sí estaba seguro: no se planteaba por nada del mundo ser sacerdote. Él quería ser sencillamente “esposo y padre”.
Tampoco tenía una profunda vida de fe ni una marcada espiritualidad. Él mismo recuerda que cuando comenzó sus estudios en la Universidad George Mason “no diría que tuviera una vida espiritual o una relación personal con Jesús”. Y no le importa reconocer que inicialmente acudía a la capilla ante la posibilidad de comer gratis después de la misa.
En definitiva –afirma Jonathan Smith en The Arlington Catholic Herald- “la religión no era muy importante para mí, solo quería ir a clase, sacar buenas notas y conseguir un trabajo. Pensé que tal vez más tarde, cuando tuviera hijos, sería más importante”.
Sin embargo, todo empezó a cambiar en su vida durante un retiro en la playa con el grupo católico del campus. Finalmente, se había decidido a ir allí y durante la noche, en la Adoración Eucarística, mientras miraba el Santísimo Sacramento afirma haber encontrado “a Jesús de una manera muy personal en la Eucaristía”. “Recuerdo estar tan impresionado que me quedé boquiabierto”, agrega.
De este modo, Smith reconoce que llegar a conocer la presencia real de Jesús en la Eucaristía fue “un momento decisivo en mi vida y en mi fe”.
"Al darme cuenta de que Él no sólo está ahí afuera, sino que desea tener una relación conmigo, sentí una alegría en mi corazón que nunca antes había experimentado”, cuenta el nuevo sacerdote.
El siguiente paso en su viaje espiritual estuvo marcado por una frase de Santa Teresa de Calcuta. La religiosa india había asegurado que “la pobreza espiritual en Occidente es mucho mayor que la pobreza material en la India".
Esta afirmación le hizo ver al joven la verdadera pobreza espiritual que abundaba entre los estudiantes universitarios. “Muchos se estaban alejando de la fe, y fue entonces cuando descubría la fe”, agrega.
Tras graduarse en 2013 durante dos años sirvió como misionero en FOCUS, una fraternidad de estudiantes universitarios católicos, por lo que se dedicó a tiempo completo a la evangelización en los campus, que era a lo que se sintió llamado tras leer a la Madre Teresa.
“Como misionero dirigí estudios bíblicos y fui mentor de jóvenes, ayudándolos a convertirse en discípulos misioneros”, explica.
Pero a pesar de todo y de su experiencia misionero él seguía aferrado a su plan original de “conseguir un buen trabajo, casarse y tener hijos”. Pero le fastidiaba "que Jesús quisiera algo más". Y Jesús en realidad le pedía más.
La llamada al sacerdocio cada vez era más evidente, y además siempre se le mostraba durante la Adoración Eucarística, la forma en la que realmente conoció a Dios años atrás. Jonathan recuerda que protestó “un poco ante Dios, pero Él realmente me confirmó y me dio paz al abandonar mis propios planes para mi vida y ofrecérsela, total y completamente”.
En un pequeño cuestionario de su diócesis ofrecía algunos datos más sobre su espiritualidad y su forma de vivir la fe. Es el siguiente:
-¿Cuál es tu frase favorita?
-“No somos la suma de nuestras debilidades y fracasos; somos la suma del amor del Padre por nosotros y nuestra capacidad real de convertirnos en la imagen de su Hijo”. San Juan Pablo II.
-¿Quién es tu santo favorito y por qué?
- “Mi santo favorito es San Francisco Javier por su celo por las almas. Al principio, sus metas en la vida eran muy mundanas y quería volverse rico y famoso. Después de conocer a Ignacio de Loyola y encontrarse con Cristo pasó el resto de su vida viajando por el mundo, convirtiendo a decenas de miles de personas al cristianismo. Es conocido como uno de los más grandes misioneros desde San Pablo y es el santo patrón de los misioneros”.
-¿Qué consejo le daría a un joven que piensa en el seminario?
- Rezar. Si no está rezando, no está discerniendo. Antes de que pueda saber lo que Dios quiere que haga en la vida, debe conocer a Dios y Su voz. Además, debe frecuentar los sacramentos tan a menudo como sea posible yendo a misa y a la confesión. Y, por supuesto, tiene que hablar con un sacerdote. Él puede ayudar a ordenar todos los pensamientos y sentimientos que pasan por su mente mientras reza al respecto. También me resultó útil leer libros sobre el sacerdocio y el discernimiento como Para salvar a mil almas. Por último, pero no menos importante, reza el Rosario todos los días. Nuestra Señora es una poderosa intercesora.