Que una familia de Puskhin (cerca de San Petersburgo, en Rusia) se convierta al catolicismo es similar a que una familia de Badajoz se haga budista, piensa Jorge Gutiérrez Berlinches, que ha entrevistado a Yakov Druzhkov, o más sencillamente Yasha, un ruso de 22 años, estudiante de Lingüística en Moscú, aunque originario de San Petersburgo.
Yasha ha pasado el verano en Madrid, ampliando estudios en filosofía y español, aunque su castellano, explica Jorge Gutiérrez, "es tan amplio como Siberia". Además, domina el inglés y se defiende con el francés. Habla de cómo su familia conoció a la Iglesia Católica y, después, al Opus Dei.
Padres con dos hijos y una hija, ya fallecida, “en el cielo”, precisa Yasha. La vida en San Petersburgo, explica, es tranquila, y la ciudad “una maravilla”, y más si la comparamos con su rival, Moscú, donde residen los nuevos ricos. Una familia más, una historia normal, hasta que se cruzan con un sacerdote de una parroquia de Puskhin.
- Si ha habido algún cambio, no he tenido mucho tiempo para notarlo: nací en el año 94. Lo que sé de mis padres, y de mis abuelos es que sí se puede hablar hoy con más facilidad; naturalidad siempre ha habido. Antes eran típicas las conversaciones en la cocina: allí se hablaba de todo, de política y de Dios. Es verdad que en los tiempos soviéticos la religión era un tema tabú; pero ahora es absolutamente normal.
- En mi país, los ortodoxos son un 70%, aunque muchos no practican: lo son porque están bautizados y porque son rusos. Si eres ruso, eres ortodoxo. Los católicos, que no somos más que un 1%, vivimos junto con los ortodoxos y nuestra relación es muy buena. En mi opinión y por mi experiencia, dentro de la Iglesia Ortodoxa algunos no entienden bien el significado del ecumenismo porque lo asemejan al proselitismo, en sentido peyorativo. Pero también hay ortodoxos que desean una mayor unión con la iglesia católica.
»Para la gente que no ha estudiado historia, el ecumenismo está mal visto, porque no quieren buscar los puntos que nos unen, que son muchos e importantes, como los sacramentos. La iglesia ortodoxa rusa ahora está un poco dividida, surgen nuevas opiniones, sobre todo por los temas ecuménicos. Hubo gente a quien gustó el encuentro de Kiril, el Patriarca ruso, con el Papa, y a otros que no.
- Sí se nota un crecimiento: ¡yo soy un ejemplo! (risas). Y también mi familia, ya que antes éramos protestantes. Desde los años 90 la gente empezó a leer y estudiar por su cuenta. Y cuando uno empieza a estudiar historia de la Iglesia, como hizo mi padre, se da cuenta de aspectos que no encontraba en el protestantismo. A la vez, creo, que es necesaria mucha humildad para que tenga efecto.
- Ojalá, pero no creo que sea pronto; todavía no estamos preparados los católicos. Nos falta un poco de ‘ambiente’ para que la visita sea posible.
- El ruso, creo yo, tiene una gran inquietud por saber, por conocer, pero a veces nos falta perseverancia en el estudio, nos conformamos con poca formación. A la vez, el pueblo ruso tiene mucho que ver con los ritos, con la apariencia: por ejemplo, al entrar en una iglesia ortodoxa todo te lleva al cielo, a la oración. Pero el conocimiento de la religión se termina, en muchos casos, en lo que se ve en la iglesia, en su vistosidad, ritos y velas.
- Sí, en primer lugar los rusos somos más callados, quizá no sonreímos tanto, aunque lógicamente hay de todo. En el aspecto religioso, veo que en España hay más posibilidades de conocer la fe, de recibir formación cristiana. También es cierto que la iglesia ortodoxa tuvo un periodo difícil y tuvo casi que empezar desde cero. Pero gracias precisamente a la Iglesia Ortodoxa tenemos esa cultura tan rica.
Yasha saluda al Papa Francisco en un viaje a Roma
- Cuando tenía 14 años decidí ser católico. Mis padres y hermanos éramos protestantes. Mi padre era pastor protestante en San Petersburgo. Nos pasamos todos a la Iglesia Católica, incluso mi abuela, que se bautizó hace tres años.
»Mi padre siempre tuvo un gran interés por la religión, leía y estudiaba. Comenzó a asistir a misa y nos invitaba a nosotros. Allí nos ayudaron unos sacerdotes del Opus Dei, que llevan una parroquia en Puskhin. Gracias a ellos conocí la Obra, y luego vinieron desde Moscú a darnos medios de formación cristiana.
»Al principio no entendía bien la Obra, pero veía que era gente que rezaba. Y notaba los frutos, los efectos, al vivir y practicar la fe. Notaba que me iba cambiando la vida y que soy feliz.
- Creo que una de las cosas más importantes que puede aportar es la formación cristiana, y luego dar un sentido espiritual y santificador al trabajo, que no sea un simple modo de ganarse la vida.
En este vídeo del Colegio Retamar (Pozuelo de Alarcón, Madrid), que recibe formación espiritual del Opus Dei, Yakov y alumnos del colegio hablan de su voluntariado en Pushkin, cerca de San Petersburgo, reparando viejas instalaciones para ayudar a la parroquia local