De siempre, a Grant le encantaba cantar y llegar a dedicarse a la música profesionalmente era algo que anhelaba y lo consiguió finalmente. En los 20 años que se ha dedicado a la música ha actuado en numerosas obras de teatro y ha aparecido en varias series de televisión locales. Pero ya de joven, yendo de bar en bar tocando y cantando sus canciones, Grant comprendió que la música no bastaba: intuía que había algo más en la vida.
Grant fue bautizado en la Iglesia Anglicana cuando era un bebé de tres meses, por decisión de su abuela paterna, que luego se encargaría de llevarlo a la iglesia los domingos.
Su otra abuela, la materna, "era más liberal". No tenía vínculos con ninguna iglesia, pero siempre le recordaba que debía orar cada noche antes de dormir.
A los 25 años, sin tener muy claro qué quería hacer con su vida, una chica con la que entonces estaba saliendo, le invitó a acudir a un retiro cristiano de fin de semana, ”aunque la chica no parecía muy religiosa”.
El retiro lo organizaba un grupo peculiar llamado "Iglesia de Antioquía de Australia", creado en los años 80, que se define como gnóstico, céltico, druídico, anglicano y copto, todo junto. Aunque gustan de vestir ropajes eclesiásticos de estilo católico, su doctrina es un caos muy lejano al cristianismo católico.
Grant no sabía de teología, pero aquel retiro le pareció "raro, desagradable e inquietante". No le gustaron los cantos ni los ritos ni el ambiente. No se mantuvo su relación con la chica ni el grupo.
Grant Dodds y su hijo
Grant llevaba demasiado tiempo sin rumbo hasta que decidió poner orden en su vida. Ingresó en la Universidad para formarse como maestro. A los pocos días conoció a Sarah.
La sonrisa de la joven se le clavó en el alma. “Yo ya había tenido novias, pero con Sarah sentí una certeza tal que me daba paz interior. Podía dejar de buscar, sabía que había encontrado a la única”, dice.
Unos días después de conocerse Grant supo que Sarah era católica. “Había hecho algo que se llama el programa de RCIA (rito de iniciación cristiana para adultos), pero no me presionó para que yo lo realizara”. La fe de Sarah fue provocando que Grant, que llevaba mucho tiempo alejado de Dios comenzara a hacerse preguntas.
Sarah cantaba en las misas y poco después Grant comenzó a hacer lo mismo. “Empecé a cantar en la iglesia, luego a tocar el bajo y así me vi usando los dones musicales que Dios me había dado, para glorificar a Dios. Era estar con Sarah lo que me había llevado a esto. Había sido testigo de algo en ella que me llevó a estar más cerca de Dios. Luego me uní a una banda de rock católica, de cuyos diez músicos yo era el único no-católico”.
La conversión a la fe católica vino como consecuencia lógica de este proceso. El año 2001 Grant fue catequizado mediante el programa RCIA y en la Pascua del año 2002 recibió la Primera Comunión. Sarah estaba junto a él.
Como todos los matrimonios, se han enfrentado a dificultades. Vivieron una crisis de pareja seria en 2009, que superaron con oración, diálogo sincero y recordándose mutuamente sus votos matrimoniales…
“Yo sé que Dios nos escogió a Sarah y a mí, ser uno para el otro y decidimos desde el principio honrar los votos que dicen: «En la salud y en la enfermedad, en los buenos y en los malos tiempos»… Por lo tanto, Sarah y yo tenemos que orar juntos, escuchando lo que Dios nos está diciendo".
También han vivido la ansiedad de desear un bebé que se retrasaba años y años en llegar.
"Yo sé que sin ese compromiso con la oración, nunca podríamos haber soportado el anhelo doloroso por tener un hijo. Desde hace algunos años hemos tenido mucha gente intercediendo en oración, para que nosotros pudiéramos concebir".
"Finalmente, después de tener nuestra fe firme y verdaderamente probada, hemos sido testigos de un milagro en nuestras vidas al nacer nuestro hijo… Dios es la tercera persona en nuestro matrimonio (aunque ahora somos cuatro); y juntos todos, somos uno en mente, cuerpo y espíritu. Para Dios nada es imposible”, concluye Grant.