Su padre era predicador en una pequeña iglesia rural baptista en Kentucky occidental. También la que sería su mujer se educó en una iglesia baptista, pero de las más grandes de Kentucky. "Los dos crecimos entre personas temerosas de Dios, que amaban al Señor y que no querían nada más que servirle", escribe en The Coming Home Network.
"A ambos nos enseñaron acerca de la muerte expiatoria de Cristo, la realidad y el impacto de nuestros pecados y la importancia de la Escritura. Se nos inspiraba para vivir vidas confiadas en el amor de Dios", añade.
De niño sólo conoció la Iglesia Baptista, y ni él ni su familia sabían nada del catolicismo ni tenían trato con católicos. Ni estaban seguros de si el catolicismo era de verdad cristiano (hay protestantes radicales que lo niegan) ni les interesaba el asunto.
Le encantaba ir a la iglesia con la familia. De joven adulto, era un cristiano visible y comprometido: responsable de cantos, uno de los responsables de la escuela dominical... En el instituto y la universidad sabían de su fe firme y a veces algunos compañeros hacían bromas sobre ello, pero no le importaba: era parte de su identidad.
Pero al ir madurando se hizo preguntas complicadas. Él amaba a Dios, se había entregado a Cristo, oraba... y sin embargo seguía cometiendo pecados, por ejemplo, contra la castidad. Estaba enganchado a la pornografía desde adolescente, por ejemplo, y al crecer empeoraba ese problema.
Le habían enseñado la doctrina protestante de que "una vez salvado, estás salvado para siempre". Eso en el instituto le aportaba consuelo. Pero en la universidad conoció protestantes, tan enamorados de Cristo como él, que no creían en esa doctrina: Dios salvaba, decían, pero se perdía la salvación al pecar. ¿Podía decir "yo soy cristiano de verdad" mientras pecaba con frecuencia? ¿Podía decir "yo estoy salvado"?
Durante un tiempo intentó justificar y racionalizar sus pecados, pero llegó el momento en que decidió ser honesto consigo mismo: pecaba, era pecador, y la doctrina de "una vez salvo, siempre salvo" no sólo no le convencía sino que veía que había sido una fuente de ansiedad durante 10 años.
En Romanos 11,22, por ejemplo, leía: "Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad; pues de otra manera tú también serás cortado". Dios, según este texto, era severo con los que caían, y era necesario permanecer o perseverar "en la bondad".
En la universidad, donde estudiaba español y religión, tenía profesores de lo más variado: un luterano impartía la clase de Judaísmo, un ex-baptista daba clases sobre San Agustín; un sacerdote episcopaliano daba las de Antiguo Testamento. Y cuanto más estudiaba más se daba cuenta de que el cristianismo baptista tradicional no era el único posible, ni siquiera el mayoritario.
Las preguntas se multiplicaban. "¿Puedo perder la salvación o no? ¿La Eucaristía es de verdad el Cuerpo y la Sangre de Cristo o un mero símbolo? ¿Debo confesar mis pecados a un sacerdote o no? Yo buscaba la verdad sobre estos temas, y muchos otros, y no deseaba ser el árbitro de la revelación divina".
Descubrió que su profesor de español era un católico convencido y sin complejos. No es que hablase de ello ni predicase el catolicismo, pero a Casey le asombraba la forma en que tenía el catolicismo integrado en su vida cotidiana: liturgia, costumbres, trabajo, cultura... Y a Casey no le cabía duda de que era plenamente cristiano. Ese testimonio de vida fue su primer paso hacia el catolicismo.
En 2012 Casey se casó con Erin, "la mejor decisión de mi vida, después de la de seguir al Señor". Ella también era baptista de toda la vida. Con ella podía compartir sus dudas espirituales.
Él se había apuntado a unos cursos en un importante seminario teológico protestante en Wilmore, Kentucky... pero no se animaba a ir... Hijo de predicador, sus dudas le impedían seguir la carrera religiosa. Prefirió especializarse en español.
Al casarse, empezó a asistir a la gran iglesia baptista de su mujer, a veces acompañados de su suegra. Pero con los meses volvían las preguntas: ¿de verdad "adorar" significa solo escuchar sermones entretenidos, música fuerte, luces brillantes...?
"Nuestros corazones ansiaban algo distinto, pero no sabíamos los que buscaban", afirma.
Uh día decidieron ir "a ver" un servicio en la catedral católica. Solo habían estado antes en un par de misas, sin prstar atención, en ocasiones sociales. Esta vez querían observar. Con bromas nerviosas ("¿y si huelen que somos protestantes?", decían con risitas) acudieron a la catedral. Ellos estaban acostumbrados al culto baptista: estar casi siempre sentados, cantar himnos, escuchar sermones. Aquí veían a los católicos que a ratos se levantaban, a ratos se sentaban, alternaban frases con el sacerdote, recitaban todos unidos las mismas frases "como robots" en extraños rituales...
No entendieron nada... pero decidieron seguir investigando.
Su primer paso investigador fue leer testimonios de protestantes convertidos al catolicismo. Y ver esos testimonios en el programa de TV The Journey Home de la cadena EWTN de la Madre Angelica.
"Historia tras historia, me encontré atraido por las vidas de esas personas, que como yo habían buscado respuestas y las encontraban en la Iglesia Católica", recuerda. La EWTN era una forma de explorar el catolicismo sin exponerse demasiado.
Después le ayudaron libros como Born Fundamentalist, born again Catholic, de David Currie. "Recuerdo emocionarme y releerle fragmentos a mi mujer por las noches". Y los vídeos del que hoy es obispo Robert Barron en su serie Catholicism también le ayudaron.
"Los católicos tenían de hecho buenas razones para sus creencias. Encontré lo que la Iglesia Católica ha enseñado sobre la presencia real de Cristo en la Eucaristía desde los primeros días del cristianismo, que Jesús establció un orden jerárquico para salvaguardar la Iglesia y que Pedro fue el primer Papa. estas revelaciones, con otras muchas, me golpearon como una marea".
La Iglesia Católica enseña que el pecado grave puede realmente cortar la relación salvífica de Cristo con el hombre. Vio en 1 Juan 5,16 que hay pecados "que conducen a la muerte" (graves o mortales), y otros que no son tan graves. Pero aprendió también que Cristo perdona los pecados a través de los sacerdotes y restaura así la vida de gracia perdida. ¡El perdón de los pecados!
Casey, su mujer Erin y sus hijos
Convencidos de la verdad intelectual del catolicismo, Casey y Erin acudieron de nuevo a la catedral, a rezar un rato. Se colocaron en bancos distintos, separados... y cada uno por su cuenta sollozó y lloró allí. "Era como si el Señor nos dijera: basta de esperar, venid, seguidme".
El 23 de febrero de 2014 entraron en plena comunión con la Iglesia Católica y fueron confirmados. Casey desde entonces ayuda en el apostolado de evangelización callejera St. Paul Street Evangelization (streetevangelization.com). Y mantiene un blog de evangelización: The Bapticatholic.
Además, su nueva fe católica se ha contagiado a otros miembros de la familia: su hermana, su suegra en 2015, su abuela en la Vigilia Pascual de 2016. Por eso, puede alabar así: "El Señor es bueno y su misericordia dura por siempre, su fidelidad va de generación en generación".