Barbara creció en Suecia, en una familia luterana que sólo iba a la iglesia por Navidad. En su iglesia tenían un pastor muy joven al que le gustaba la música sacra clásica. “Siempre me pedía que cantara. A los ocho años hice mi debut con el Ave María de Schubert”.
Barbara estudió canto en Västeràs, Uppsala y Malmoe. En Uppsala conoció a Arne Sahlstrom, su actual marido.
Por aquel entonces, Arne tenía 20 años y estudiaba literatura francesa e inglesa, antes de comenzar la carrera de Medicina. Era el mayor de cuatro hermanos y también procedía de una familia luterana no practicante, como la de Barbara.
Coincidían en temas como el aborto, que aunque es común y bien visto en Suecia ellos rechazaban firmemente, y no por razones religiosas, sino que les parecía inadmisible desde un punto de vista ético, humano y científico.
Con el tiempo Arne se especializó en cirugía de técnicas avanzadas. Barbara ejerció como profesora de canto en Malmoe y formó parte del coro de la orquesta sinfónica. Después, Arne y Barbara se casaron y vivieron en diversos lugares de Suecia y Dinamarca.
En junio de 1989, Juan Pablo II visitó Suecia durante tres días. Hasta entonces el matrimonio sólo había oído hablar de su figura por la prensa y por la madre de Barbara, que llevaba años interesada por el catolicismo.
“Ella me dijo que era un hombre muy, muy excepcional, una persona muy extraordinaria. Y varias cosas más que me sorprendieron del Papa de los católicos, a los que yo respetaba pero nunca había prestado atención”, cuenta Barbara.
La madre de Barbara murió a los 74 años, a causa de un cáncer, poco después de la visita del Pontífice al país.
Durante la enfermedad de su madre, Barbara comenzó a rezar y encontró una Biblia. “Como nunca la había leído no distinguía entre el Viejo y el Nuevo Testamento. Cuando era niña, desde los cinco a los ocho años, iba cada domingo a la Escuela del domingo, donde había unas señoras que nos leían la Biblia”.
Pero sí conocía alguna parábola. “Nadie me había explicado que aquel buen padre de la parábola que recibe al hijo perdido era Dios mismo, que nos ama siempre y espera que volvamos a Él”, recuerda.
En esta etapa, la lectura de los Salmos dio mucha paz a Barbara. Además, con una amiga protestante empezó a conversar acerca de Dios.
En julio del 2001 destinaron a Arne a Arabia Saudí por motivos de trabajo. En Arabia, Barbara pasaba mucho tiempo sola en casa y empezó a buscar por Internet programas religiosos.
Así conoció la cadena ETWN de la madre Angélica. "Día tras día, veía unos programas que hablaban de aquel catolicismo que tanto interesaba a mi madre, y los comentaba o los volvía a ver de nuevo con Arne”, dice Barbara.
Para Barbara descubrir el catolicismo fue una gran sorpresa. “Jamás habíamos oído hablar de la infinita misericordia de Dios y del amor de un Dios que está muy cerca de nosotros: del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, la Trinidad que vive en nuestra alma. El Dios que nos habían presentado hasta entonces era muy lejano. También conocimos entonces la doctrina del Purgatorio”.
La encíclica Salvados en la esperanza, de Benedicto XVI les ayudó a descubrir esta perspectiva tan diferente de la fe. “Fue como un bálsamo para el alma", explica.
La situación de los cristianos en Arabia Saudí era siempre complicada. Es un país donde está prohibida cualquier manifestación religiosa que no fuera del Islam. Arne y Barbara eran amedrentados por musulmanes.
Llegó un momento en que se sintieron inseguros allí y decidieron marcharse a Bahrain y de ahí a Dubai. En este emirato encontraron la parroquia católica de San Francisco. Aquí la misa del domingo se celebraba los viernes, el día festivo musulmán, porque los otros días eran laborables.
Conocieron al padre Eugene Mattioli, quien ayudó al matrimonio a conocer el catolicismo y profundizar en la historia de la Iglesia. “Fue un camino grato. Nos atraía todo. Nos gustaba de un modo especial la importancia que se da en el catolicismo a la relación entre la razón y la fe”, explica Barbara.
Arne y a Barbara sentían admiración por la figura de la Virgen María y de los santos. “Había una mujer que me impresionaba mucho, ¡pero mucho!, santa Faustina Kowalska. En Dubai compré muchos libros y DVD sobre Jesús, la Virgen María, la Iglesia y los santos”.
Icono de la Virgen de Vladimir. Imagen publicada por Barbara en su cuenta de Facebook
Un año antes de ser recibidos a la comunión en la Iglesia Católica, el cardenal Ratzinger fue nombrado Papa en 2005. Es un momento que el matrimonio recuerda como “una verdadera bendición. Sus conocimientos teológicos, su manera de expresarse su humildad enorme, su sencillez, sus conocimientos de la liturgia y la música litúrgica y sagrada, sus libros maravillosos, etc. Allí vimos la mano de Dios”.
Durante el 2005 Barbara profundizó sus conocimientos en canto litúrgico y un día Arne le dijo en voz alta lo que como ella misma manifiesta, siempre había querido escuchar: “¡quiero ser católico”.
A Barbara le entusiasmaba el órgano, las piezas clásicas y el latín. "Cuando hicimos profesión de fe no hubo nada de eso. En el coro había personas de muchos países y cantaban canciones llenas de ritmo. Mientras las escuchaba daba gracias a Dios, pensando: ¡por fin he llegado a la Iglesia en la que cabemos todos. La Iglesia no es de aquí ni es de allí: es de Cristo […] ¡y también para todos los gustos!", dice. La música siempre ha jugado un papel muy importante en la vida de Barbara. “Dios me ha hablado siempre por medio de la música”, afirma.
Fieles entrando a la iglesia San Francisco de Asís, en Dubai
Fueron varias las personas que ayudaron decisivamente a Arne y Barbara a encontrar su camino, como Anders Arborelius, su obispo sueco y varios sacerdotes del Opus Dei.
Ahora Barbara es consciente de que “de que en la liturgia es Dios quien actúa y que nosotros somos instrumentos en las manos de Dios. El resto es secundario”.
Ellos mismos sienten que Dios les ha ido acercando a la Iglesia a través del arte: la música, la pintura y la arquitectura. “Teníamos amigos en Baviera y algunos veranos íbamos a visitarlos. Allí hay unas iglesias barrocas que nos encantan. Aunque no entendíamos casi nada, nos pasábamos largo rato contemplando esas imágenes, en las que la Virgen te mira sonriendo. Muchas veces nos sentábamos para rezar en medio en medio de aquella quietud y aquel silencio. Y cuando murieron los padres de Arne encendíamos velas. Luego he hablado de esto con Arne y me ha dicho que el Espíritu Santo estaba allí con nosotros sin que nos diéramos cuenta”.
La Virgen María fue otra de las figuras decisivas en la vida de Arne y Barbara que ahora rezan el rosario. “Gracias a Dios la Iglesia protestante luterana, a la quiero tanto, porque en ella me bauticé, está abriéndose poco a poco cada más a la Virgen, pero en nuestra infancia y cuando éramos estudiantes, ella desaparecía después del nacimiento de Jesús”, expresa Barbara.
El matrimonio tiene muy presente también a la figura de San José, el padre adoptivo de Jesús porque "en especial en la sociedad de hoy, con tanta confusión, con los problemas de la familia, etc., es importantísimo como modelo a imitar para todos, y especialmente para los jóvenes”.
(José Miguel Cejas recogió este testimonio, que nosotros redactamos para ReL, en su interesante libro Cálido viento del norte, en Ed. Rialp)