El nuevo capellán de la Saint Thomas University (www.stthomas.edu), la universidad católica de Minnesotta, es peculiar: tiene mujer y tres hijos. 

Se trata del padre Larry Blake, el primer hombre casado en ser ordenado como sacerdote católico en la diócesis de Minneapolis.

Sucedió en diciembre de 1999, acogiéndose a una normativa especial que permite a clérigos llegados de otras denominaciones cristianas y conversos al catolicismo pedir un permiso directo a Roma para ser ordenados sacerdotes. El caso se estudió durante tres años y finalmente se concedió. En esa época había unos 70 sacerdotes católicos casados en EEUU, antiguos pastores protestantes. Hoy, con la nueva normativa de los ordinariatos anglocatólicos, son muchos más


Larry Blake fue pastor luterano 15 años, en tres congregaciones distintas, de 1978 a 1993. Se había criado en una familia luterana muy devota. "Éramos seis hermanos y hermanas, yo era el mayor, y siempre hacíamos bromas acerca de que pasábamos más tiempo en la iglesia que los hijos del pastor". 

Desde jovencito quiso ser pastor, y estudió para ello en una universidad protestante. Allí conoció a su esposa, Diana, una joven que cantaba y tocaba la guitarra. Se casaron en junio de 1974.

El entonces reverendo Blake se sintió atraido al catolicismo por tres causas: la Eucaristía, la unidad y la vida de oración. 


En las congregaciones en las que sirvió se celebraba cada quince días un "memorial de la cena de Cristo" que a veces se llamaba también "eucaristía". "No era algo central, sino una especie de añadido...recuerdo que mi papá decía: hoy el servicio será más largo, que habrá también eucaristía". 

"Como pastor quise saber más de la Eucaristía, estudiarla... y lo hice en un curso de Sacramentos del seminario católico. Yo me sentía raro cuando guardábamos en el servicio luterano el pan de la eucaristía sobrante, ya bendecido, apilado en cualquier sitio, para reutilizarlo dos semanas después. No me encajaba. Yo lo que veía estudiando a los cristianos antiguos es que la eucaristía no era para ellos un añadido, sino el motivo central de su reunión cada domingo por la mañana. La razón de juntarse era la Eucaristía". 


Blake conocía a varios sacerdotes católicos, y eran hombres de oración y fe. Empezó a acudir a la liturgia de las horas de unos franciscanos. Además, su congregación luterana había adoptado, de siempre, algunas tradiciones devocionales como el Viacrucis. 

Por último, sintió que la unidad era importante: no podía ser que una comunidad luterana, o cristiana, enseñase una doctrina y la vecina la contraria, algo incompatible. Era necesaria una unidad, un Magisterio. Y estudiando descubrió que muchos prejuicios protestantes contra las doctrinas católicas no tenían base y eran fruto de malentendidos. 

"Estudié mucho en 1992 y 1993 y llegué a la conclusión de que no podía seguir predicando como pastor luterano. Tenía que hacerme católico". Ese año él y su esposa, con la que compatió sus investigaciones, se hicieron católicos. 

Seis años después, cuando fue ordenado sacerdote, su hijo mayor, de 8 años entonces, se le acercó para decirle que estaba muy orgulloso. Acudieron amigos de otras comunidades cristianos, incluyendo el pastor que los había casado en 1974. 

"Cada protestante está en comunión con la Iglesia", recuerda, aunque matiza que "lo que pasa es que no es una comunión plena, pero reconocemos que son comunidades de fe legítimas. Tenemos el mismo bautismo".


El día de su ordenación, el arzobispo le insistió en que su primera misión era su familia, su mujer e hijos. "Ellos son tu vocación primaria: intégralo todo en el sacramento del matrimonio que ya es vuestro y responded ante mí. Va a ser un reto, ¿verdad? Pero podemos hacerlo", le animó el arzobispo. Su mujer a veces tiene que recordárselo. 


Larry Blake como capellán (con rango de capitán) en la
934ª compañía aerotransportada en 2013
 

Larry Blake ha sido sacerdote ya durante más de 15 años. Ha colaborado en varias parroquias.

También ha sido capellán en diversas bases militares
en EEUU, y con experiencias en Oriente Medio. "Siempre quise servir a mi país de alguna manera. Tanto mi padre como mi suegro fueron veteranos de la Segunda Guerra Mundial. Unos contactos en las Fuerzas Aéreas me dijeron que estaban muy cortos de sacerdotes y les encantaría contar conmigo". Sirvió como capellán militar agregado desde 2005. 

Y ahora acude a la universidad, como capellán y responsable del Ministerio del Campus. Recuerda que su madre, ya mayor, había insistido en apuntarse a la universidad a sacar un título en historia, e incluso investigó en Alemania acerca de los efectos de la Reforma protestante entre los pobres, su tema de investigación para la tesis doctoral. No la terminó porque murió de cáncer. Pero le enseñó que nunca es tarde para volver a empezar. Lo ha hecho varias veces.