Henry Tovar Mendoza, nacido en Caracas en 1954, es, desde hace 26 años, diácono permanente de la diócesis de Guarenas (Venezuela) y tiene una historia peculiar: antes de su conversión, practicó la brujería y la adivinación y su casa fue un centro ocultista. Hasta que lo invitaron a Cursillos de Cristiandad y Dios actuó dándole lo que durante años la brujería no le aportó: un hijo.
Magia para engendrar hijos
Henry Tovar se casó en 1967 con Bárbara y desde el principio desearon tener hijos con fuerza. Sin embargo, no lograban engendrar descendencia.
Entonces fue cuando empezaron a frecuentar ambientes de brujería y espiritismo. “Bárbara y yo nos refugiamos en la brujería”, recuerda. Visitaban lugares como el santuario espiritista de Montaña de Sorte, en Yaracuy (Venezuela).
Adivinación y contacto con espíritus
Practicaban la adivinación y el contacto con espíritus. Lo que en otros países ser llama ser un "médium" en la tradición espiritista de Venezuela se llama ser "materia". Cada "médium" suele centrarse en una corte (grupo de espíritus, siempre los mismos) ligada a una temática.
“Escalé posiciones y llegué a ser materia del indio Guaicaipuro; y mi esposa Barbará de la India Rosa”, detalla Henry al contar su testimonio al portal Aleteia, ubicando las cortes que trabajaba.
Su casa en Guarenas se convirtió en un centro de ocultismo, espiritismo y adivinación, con sesiones que duraban toda la noche del viernes y asistentes que llegaban de todo el país.
“En mi casa leía tabaco y echaba las cartas”. Cuatro veces al año acudían a los encuentros espiritistas en el Monumento Natural María Lionza en la Montaña de Sorte. A menudo invitaba a sus familiares. Cada vez tenía más renombre en el mundo del espiritismo venezolano.
Pero todas esas prácticas mágicas y adivinatorias no conseguían darles un hijo. Trataban a los sobrinos de su esposa Bárbara como si fueran sus propios hijos, e incluso los presentaban como tales, pero no era bastante para llenar su deseo.
Durante 9 años de magia, el recurso al espiritismo se mostró inútil para engendrar y llenar su vida de vida.
De mal humor, a Cursillos de Cristiandad
Un día un hombre llamado Ezequiel Escalona lo invitó a realizar un Cursillo de Cristiandad. Henry recuerda siempre el día: el 11 de marzo de 1982.
“Fui en contra de mi voluntad ya que tenía programado un viaje a Sorte”.
A la semana asistió Bárbara “a regañadientes”, porque “a Henry me lo cambiaron en ese cursillo”.
El Cursillo de Cristiandad tuvo un efecto rotundo: la pareja cesó su relación con la adivinación y la brujería y se puso a disposición del sacerdote Pío Zabala en la parroquia de Nuestra Señora de Coromoto. Más adelante trabajarían con el padre Jesús Zataraín, en la iglesia Sagrado Corazón de Jesús, en Guarenas, donde perseveran hoy.
Acogidos a Dios, llegaron los embarazos
Además, recibieron una gran noticia: “Al mes de haber salido del cursillo de cristiandad, el Señor Dios nos premió con la bendición del embarazo de nuestro primer hijo, José de Jesús”. Después vendrían otros dos hijos más.
Al poco de convertirse, Henry ya ayudaba a los sacerdotes de sus parroquias. El padre Fernando Moretta lo animó a estudiar y así fue ordenado diácono en 1990.
Ha casado hijos y bautizado nietos
Como diácono afirma que "me ha llenado de mucho entusiasmo haber casado a mis hijos, sacramentos que igualmente he conferido a mis sobrinos; además de bautizar y darles la primera comunión a mis nietos”.
Momentos emocionantes y duros llegaron también, como oficiar los funerales de su hermano José, de la esposa de él, Clara y a su sobrino Bobney, quienes fallecieron como consecuencia de un accidente en agosto de 2004.
Hoy, como diácono, acompaña con la Palabra de Dios, el servicio en la liturgia y la caridad el caminar en la vida, en lo bueno y en lo malo, de los hombres, siempre confiando en la voluntad del Señor.
Publicado en ReL el 7 de agosto de 2016