Un grave accidente de tráfico en 1987, un calvario durante décadas con 17 intervenciones quirúrgicas y el nervio ciático seccionado en la cadera. Un pie paralizado y finalmente una pierna amputada en 2018. Esta es la historia muy resumida del francés de 57 años, Hervé de Lantivy, que el pasado 8 de marzo se lanzó a realizar el Camino de Santiago desde su Bretaña natal. Y lo hace precisamente en pleno Año Jacobeo.
En total, cuando llegue a Santiago de Compostela habrá recorrido más de 1.600 kilómetros en soledad y acompañado únicamente de su mochila, su rosario, su prótesis y sus muletas. Tres meses y medio de camino para profundizar en su fe católica, para hablar con Dios en la intimidad y plantearle algunas preguntas. A la vez pretende hacer un esfuerzo de superación, de mirar hacia adelante y no hacia atrás teniendo claro que la meta es Cristo, y que en este caso, lo encontrará en Santiago junto a la tumba de su discípulo.
El 8 de marzo partió de la basílica de Santa Ana de Auray, el mayor lugar de peregrinación de toda Bretaña, y el tercero tras Lourdes y Lisieux. A su ritmo, ayudado por sus muletas, recorre una media de unos 20 kilómetros diarios e incluso ha decidido desviarse de la ruta para llegar a Lourdes y visitar a la Virgen. Era otra etapa importante en este reto. Ahora ya se encuentra en tierras españolas y en menos de un mes habrá podido llegar a la meta de un desafío un importante trasfondo espiritual.
Antes de partir creó una página de Facebook, Une prothèse vers Compostelle (Una prótesis a Compostela), para ir subiendo sus experiencias durante el camino. Sin embargo, se está convirtiendo también para los 2.000 seguidores en un auténtico testimonio de fe, superación y también de evangelización desde la sencillez de Hervé.
Hervé de Lantivy recibe la bendición antes de partir hacia Santiago desde la basílica de Santa Ana de Auray
Los usuarios ahora aprovechan para pedirle oración, algunos incluso que viven por la ruta hacia Compostela han querido conocerlo y hospedarlo en su casa, tanto católicos como no católicos. Y son cada vez más las preguntas que le hacen: “Les explico que estoy caminando para encontrar a Dios, para conocerlo mejor. Y sé que Él está presente a través de aquellos con los que me cruzo”.
Hervé se ha abandonado completamente a Dios en esta larga experiencia de más de tres meses no exenta de dificultades físicas y médicas debido a su prótesis.
“La soledad hace mucho bien. Pienso en nada y en todo, también en mi familia. Pero siempre encomiendo mis alegrías y mis dolores a la Santísima Virgen", cuenta este peregrino, tal y como recoge Famille Chretienne.
Las paradas en las iglesias y santuarios son casi obligadas para él. Necesita estar allí, rezar, estar en contacto con Dios. Pero el camino también le está mostrando su realidad, su debilidad. Su ritmo es lento debido a sus problemas físicos y los dolores que van surgiendo. A veces se ha tropezado y caído, y en otras ocasiones se ha perdido. Y así surge su fuerte carácter. En esos momentos “le grito a mis muletas”, afirma riendo. El resto del tiempo –agrega divertido- las trata con mayor suavidad.
Todo comenzó en 1987 con el coche que arrolló su motocicleta. Pero fue en 2011 cuando aquel calvario volvió de nuevo: una infección le obligó a permanecer en el hospital con regularidad. “Siete años después la herida aún no se había curado, no podía ver el final del túnel. En la decimoséptima operación solicité la amputación”, explica Hervé.
Al salir del quirófano, pidió este deseo: “Si vuelvo a caminar, iré a pie a Compostela". Y ahora, por fidelidad a su promesa, pero también para dar gracias a Dios y agradecer a todos los que lo apoyaron durante este largo Vía Crucis, Hervé se puso en camino, con un solo imperativo: volver el 14 de agosto para la boda de su hijo.
Por el camino ha experimentado una rehabilitación intensiva, aprender a andar nuevamente y lograr una prótesis adecuada. En la actualidad lleva una prótesis electrónica que parece de madera. Antes probó otras dos.
Uno de los hitos realizados hasta el momento fue la llegada al santuario de Lourdes dos meses después de iniciar su camino en Bretaña. Pese a tener que desviarse del camino no quiso dejar pasar esta oportunidad.
“Esta semana fue muy intensa a nivel físico, mi cuerpo entero sintió esta semana de caminata, mi prótesis y mi mente se han puesto a prueba (…) Esta mañana asistí a misa en la pequeña cueva. Qué extraña sensación la de estar en este lugar santo tan desierto durante estos días. Esto me hace sentir cómo si el santuario estuviera reservado para mí y voy a aprovecharlo hoy y mañana para rezar por todas las intenciones que me habéis confiado”, escribía Hervé en su bitácora.