"Hace 25 años que soy sacerdote, nunca me he acobardado en mi vida, se están metiendo con el tipo equivocado”, afirma este sacerdote pasionista, párroco de Holy Cross en Ardoyne, un distrito de Belfast de mayoría católica que ha visto mucha violencia en el siglo XX y XXI.
Donegan mantiene una relación fluida con la policía de Irlanda del Norte; continuamente les entrega armas, drogas y otros botines que “la gente deja en la parroquia”. Donegan es bastante eficaz convenciendo a jóvenes y no tan jóvenes de que dejen los ambientes violentos y devuelvan armas y materiales robados.
El padre Gary Donegan con una de las armas que suelen aparecer en su parroquia y él luego entrega a la policía... para lo cual guarda guantes quirúrgicos
Ahora la Policía (el PSNI) le ha avisado de que su nombre y el de una docena de activistas y trabajadores sociales de Belfast están en una lista de personas amenazadas por los nuevos grupos armados que se autodefinen como “republicanos disidentes”, pero que según el sacerdote son meros mafiosos y bandas criminales.
“He vivido con amenazas durante años, y la diferencia ahora es que ha cambiado quién me amenaza. Son bandas criminales que se disfrazan con el término de ‘republicanos disidentes’. Son como los criminales de Limerick y Dublín [en la República de Irlanda, donde no hay conflicto político] excepto con una capa de republicanismo por encima, pero la gente lo ve enseguida”, explica el sacerdote, que piensa “redoblar sus esfuerzos”, que son los que fastidian a las bandas que quieren dominar las calles.
El padre Donegan, con hábito pasionista, acompaña a la viuda y los parientes de un feligrés asesinado
El obispo de Down and Connor, Noel Treanor, ha expresado todo su apoyo al sacerdote y a los otros amenazados. “Intimidar al clero y a los trabajadores sociales y a todos los que trabajan incansablemente al servicio de su comunidad local, a los que tienen tareas pastorales y sociales, es un acto débil y cobarde por parte de quienes se ven amenazados por la posibilidad y la realidad de la paz, la reconciliación y el dominio de la ley”, ha proclamado, buscando que las bandas no se sientan legitimadas ni apoyadas por los norirlandeses católicos.
También Gerry Kelly, diputado del nacionalista Sinn Fein norirlandés, ha pedido “que estas amenazas se levanten inmediatamente”.
El sacerdote tiene una propuesta para las bandas. “Yo les diría a esta gente que vengan a la iglesia y hablen conmigo cara a cara”, anima. “Estoy celebrando mi jubileo sacerdotal de plata; en este tiempo no he seguido nada más que el Evangelio. ¿Qué piensan que va a hacer un sacerdote católico?”
Donegan lleva en la parroquia desde 2001 y es rector desde 2008. En este tiempo ha visto de todo y ha criticado los excesos de cada facción y bando. Ha criticado en voz alta a la Policía cuando ha pensado que se excedían. También ha criticado a los disidentes, por ejemplo con la bomba de 2014 que sonó demasiado cerca de la parroquia.
Una actividad que ha realizado con frecuencia este cura pasionistas es patrullar las calles de madrugada cuando sospecha que va a haber alborotos, especialmente cuando los grupos unionistas se empeñan en desfilar por los barrios católicos de Ardoyne con canciones ofensivas, pese a que los acuerdos y normativas que mantienen la paz en Irlanda del Norte lo prohíben.
En esas ocasiones el Estado se gasta 50.000 libras al día (4 millones de libras en tres meses) dedicando 150 agentes antidisturbios completamente equipados a bloquear el paso de los unionistas y prevenir que se llegue a la violencia. El padre Donegan completa la prevención recorriendo los ambientes “republicanos”, o simplemente a los vecinos que se sienten vejados, para animar a la calma y la no violencia. Y protesta de que ese dinero no se pueda destinar a fines sociales o ayudas médicas.
En Ardoyne todos conocen al padre Donegan. Se trata de un distinto en el que, de 1968 a 1998, fueron asesinados 99 vecinos por la violencia política, explica el sacerdote, “la parroquia que perdió más vidas”. El distrito se hizo famoso en la prensa en 2001 cuando las niñas de la escuela católica de Holy Cross eran amedrentadas y acosadas por activistas lealistas. Y en 2004 hubo una epidemia de suicidios en el barrio: 13 adolescentes se suicidaron en 6 semanas.
Donegan ha vivido en este ambiente. Un periodista que lo acompaña por la calle describe en una crónica que todos le saludan y a todos conoce: católicos, practicantes o no, nacionalistas, republicanos, policías protestantes, simpatizantes de los disidentes violentos... todos le tratan. “Yo veo en cada uno el rostro de Cristo y les trato a todos igual”, declara el sacerdote.
Asegura que dedica el 80% de su tiempo al 80% de la gente, que es la que no va a la Iglesia. Sospecha que el Papa Francisco aprobaría la proporción. Como pasionista, afirma que su vocación es su primer voto: “Predicar a Cristo crucificado”. Tiene un cariño personal por el Papa Benedicto XVI, porque en la canonización del pasionista San Carlos de Mount Argus, en 2007, el Papa alemán se levantó de la silla para ayudar a su madre, Christina Donegan.
También se ha peleado con Dios en diversas ocasiones, como cuando su joven amigo Fergal, de 14 años, murió de cáncer, precisamente cuando ayudaba a su madre a sobrellevar un horrendo accidente en el que murieron su padre, dos hijos, un primo... En aquel accidente de 1979 murieron 8 personas, aún se considera el peor accidente de coche en Irlanda.
“Me peleé con Dios, no podía ver cómo Él permitía esa tragedia, pero cuanto más me peleaba más me acercaba a Él”, dice.
Este es un hombre al que las nuevas bandas del barrio no van a poder amedrentar.