El pasado 5 septiembre se ordenaron dos nuevos sacerdotes en la pequeña diócesis española de Guadix. Se trata de Ramiro Avidad y Manuel Requena, y ambos una vez ya ordenados han recibido el encargo de ser párrocos de varias localidades debido al problema de clero que existe.
Avidad es lo que conocemos ahora una vocación tardía pues ingresó en el seminario una vez completados sus estudios superiores y tras una experiencia de vida. En una entrevista con la web de la archidiócesis de Granada, de la que es originario, reconocía que llevaba “unos 20 años” con ganas de que llegase esta ordenación.
¿Cómo surgió esta vocación? Ramiro responde que “hace ya tiempo en la soledad fecunda de unas oposiciones”.
Durante estos meses como diacono, y en un momento de excepcionalidad debido al coronavirus, el nuevo sacerdote asegura que “lo mejor en estos meses creo que ha sido la tarea de anunciar el Evangelio. También, ser ministro en el sacramento del Bautismo. Como peor no hay nada”:
Preguntado cómo le gustaría que fuese su sacerdocio, Ramiro responde: “con una palabra puedo expresar mi deseo: santo”. Y en este punto siente que “lo que hay hoy es la firme convicción de la necesidad que tiene el mundo de Dios”.
Por ello, a los que se sientan llamados “les diría que, si Dios les llama y ellos están dispuestos a cumplir su voluntad, las dificultades que puedan surgir no son insuperables”.
En la homilía de la ordenación, el obispo de Guadix, monseñor Francisco Jesús Orozco,habló de la identidad sacerdotal, respondiendo a la pregunta sobre qué es un sacerdote, y recordó son vicarios de Cristo, enviados en el nombre del mismo Cristo, para anunciar a Cristo.
A los nuevos ordenados les animó a ser sacerdotes humildes, pacientes y perseverantes, y a celebrar siempre la Eucaristía. Les recordó que tienen que cultivar la intimidad con el Señor y ser hombres de oración. Como sacerdotes, están llamados a “vivir para Cristo, con Cristo y en Cristo” y a ser santos para santificar al pueblo de Dios.
“Nuestro sacerdocio se realizará plenamente si estamos dispuestos a morir cada día en la cruz con Jesús. Esa es la clave para servir a la comunidad, en esa función rectora de presidirla. Que Jesucristo, el Buen Pastor, os conceda crecer cada día en la caridad pastoral. Esa es nuestra identidad: gastarnos y desgastarnos por amor a quienes Él pone o a quienes envía para servirle. Y el amor los fieles: que los améis con entrañas de padre, que los dirijáis con auténtico espíritu de servicio, que descubráis cada día su presencia en los más pobres y sencillos, en los enfermos, en los ancianos, en los niños y en los jóvenes, amando y sirviendo a todos, buscando la oveja perdida, siendo como dice el Papa Francisco `una iglesia en salida´, perdonando los pecados, consolando a los afligidos, sanando los corazones destrozados, liberando a quienes son víctimas de tantas cadenas y de tantas pandemias necesitadas de la única vacuna del amor de Dios y de su misericordia. Él no vino a ser servido sino a servir y dar su vida en rescate por todos. Así, cada sacerdote”, les dijo el obispo.