En apenas diez días, el vídeo de su risa histérica, colgado en Facebook , ha tenido más de 150 millones de visionados y le ha granjeado una popularidad imprevista en todo el país, con apariciones en televisión, en una de las cuales ha hecho realidad su sueño de conocer a J.J. Abrams, director de la última película de la saga, El despertar de la Fuerza.
¿Y quién es Candace Payne? Una madre de familia de 37 años, casada desde hace quince con su marido Chris y con dos hijos (Candace y Duncan, el destinatario de la máscara cuando la compró), que vive en Grand Prairie, una ciudad de doscientos mil habitantes al oeste de Dallas (Texas), y asiste frecuentemente a la iglesia, donde desde los 14 años es un pilar fundamental en el culto con canciones que ella misma crea y toca. Allí conoció a su marido y juntos participan en un ministerio con estudiantes. "Nos encanta nuestra iglesia local y obedecer a Dios en la forma en la que educamos a nuestros hijos y amamos a nuestros amigos", dice.
Candace, con su marido Chris y sus hijos Candace y Duncan.
En una entrevista concedida a Christian Examiner, comenta que la alegría que mostraba en el momento de la grabación "tiene que ver con algo mucho más profundo que la máscara de Chewbacca" como es la fe, y que se siente muy feliz de haber visto que con su vídeo ha llevado algo de alegría a muchas personas. Junto a la infinidad de mensajes que ha recibido bromeando en torno a la máscara o La Guerra de las Galaxias, muchos provienen también de personas a quienes su grabación ayudó a salir de un momento de ansiedad o depresión, siquiera fuese por unos minutos. Como una persona que le dijo que llevaba dos meses sin reírse desde la muerte de su padre u otra que desde hacía dos años no se había reído a carcajadas.
Ella misma no ha tenido una vida fácil, porque su marido ha tenido problemas de alcoholismo. Pero sabe cómo ser feliz. "Te voy a decir una cosa", comparte Candace: "El mundo en el que vivimos tiene encima una nube negra que nos impide sentir que podemos experimentar diariamente una alegría profunda. En realidad de lo que se trata es de agradecerle a Dios todas las pequeñas cosas que tenemos. Cuando tienes un corazón agradecido, te ríes mucho más".
No se trata sólo de reír, añade, ni de confundir la risa con una alegría profunda que ella refiere al Evangelio de San Juan 10, 10: "El ladrón no viene sino para robar y matar y destruir; yo vine para que tengan vida y anden sobrados", proclama Jesús. Cuando tienes fe en Cristo, "también llorarás más y sentirás y desearás las cosas apasionadamente, pero experimentarás una alegría a un nivel más pleno de lo que nunca creíste posible".
"Mi alegría irradia esa fe en Jesús", concluye, "que me promete que tendré una vida más plena. La gente se siente atraída por Jesús y su plenitud, todo el mundo ama eso".