Este domingo 22 de octubre se celebra la fiesta de San Juan Pablo II, y recientemente, el pasado día 16, se cumplieron 45 años de su elección como Papa. En este tiempo, el santo polaco está recibiendo numerosas calumnias y ataques que intentan desacreditar su vida y obra.
En su defensa ha salido el cardenal Stanislaw Dzwisz, su fiel secretario durante el pontificado, en una entrevista con Radio Vaticano, que también reivindica su legado. En su opinión, las enseñanzas san Juan Pablo II pueden inspirar a los jóvenes. “El sigue hablando. Basta con venir a la basílica de San Pedro en el Vaticano y ver a la gente sumergida en la oración ante su sepulcro. Basta con entrar en el santuario de Juan Pablo II de Cracovia, en las iglesias de Wadowice o de Kalwaria, en todos esos lugares que llevan sus huellas. La gente aún le escucha, quiere buscar su cercanía espiritual”, afirmaba.
De este modo, Dzwisz señalaba que “el Santo Padre vio y padeció mucho mal, experimentó las consecuencias de las guerras y de los totalitarismos, se solidarizó con el sufrimiento de los más débiles, fue defensor y vocero de aquellos a quienes se les había quitado la voz y, en tiempos de confusión, siempre trató de brindar esperanza a la gente. Fue testigo del amor de Cristo y de la fuerza del Evangelio, inalterables a pesar de las vicisitudes del mundo, y creo que su llamado 'No tengan miedo de abrir la puerta a Cristo’ hoy resonaría con poderosamente, con contundencia”.
El secretario de san Juan Pablo II afirmó que cuanto más tiempo pasa, “más fuerte es el resplandor de la sabiduría insustituible de su legado y más viva es la inspiración que brota de él”. “Esto se aplica incluso, o quizás en especial, a aquellas cuestiones por las que en la actualidad diversos sectores intentan criticar al Santo Padre, como por ejemplo la cuestión de la protección de los menores en la Iglesia”.
“Muchos intentan callar o falsear los hechos de que fue Juan Pablo II quien inició el difícil proceso de depurar a la Iglesia de los delitos que afectaban a niños inocentes. Este proceso está siendo continuado por sus sucesores, pero fue el Papa polaco el primero en pronunciarse de manera tan rotunda y firme contra la minimización o el callamiento de estas dolorosas cuestiones”, señaló.
También subrayó que san Juan Pablo II, como gran apóstol de la Divina Misericordia, sentó las bases teológicas y existenciales del camino por el que el Papa Francisco conduce hoy a la Iglesia: “el camino de la misericordia, de la reverencia ante la miseria humana, para la cual el amor infinito de Dios es el único remedio”.
El arzobispo emérito de Cracovia consideró que las enseñanzas de Juan Pablo II y su estilo de vida pueden seguir inspirando a los jóvenes. “No tengo ninguna duda al respecto, es más, esta convicción se ve confirmada por varias generaciones de jóvenes que fueron conducidos a Jesús por Juan Pablo II. Millones de personas siguen reuniéndose en la Jornada Mundial de la Juventud, contradiciendo la tesis del declive de la Iglesia y de la indiferencia de los jóvenes respecto a las cuestiones de fe”.
“En las enseñanzas de Juan Pablo II los jóvenes pueden encontrar señales que los guíen. Los jóvenes pueden encontrar las señales de la vida en las enseñanzas de Juan Pablo II, pero también inspirarse en su vida, especialmente en sus años de juventud, llenos de las pasiones juveniles, la alegría de vivir, los múltiples y variados pasatiempos, el anhelo de desarrollo intelectual y espiritual, la habilidad para disfrutar de las amistades, de la naturaleza, el deporte, la poesía”, recordó.
Además, señaló, para Karol Wojtyła los años de su juventud fueron también difíciles, marcados por el desastre de la guerra, pero a pesar de ello los vivió maravillosamente, demostrando que valía la pena luchar por los ideales más elevados y mantenerse fiel a ellos. “Es un modelo fascinante para los jóvenes – no importa dónde o cuándo vivan – y digno de seguir. El asunto no es si el Papa puede servir de inspiración, sino cómo se les comunica la hermosura de su vida, qué lenguaje se utiliza para hablar de él, si es un lenguaje que logra sensibilizar a los jóvenes de hoy y les resulta comprensible”, subrayó.
Su recuerdo del cónclave
Remontándose al 16 de octubre de 1978, el cardenal Dziwisz recordó que, poco después de su elección, Juan Pablo II quiso verle. “Cuando apareció la fumata blanca, mi corazón tembló, agarrado por una premonición poderosa. Cuando oí el nombre 'Carolum' desde el balcón de la Basílica de San Pedro, lo supe todo”.
Desde entonces han pasado cuarenta y cinco años, en los que han sucedido muchas cosas, pero aquel momento ha quedado grabado en mi corazón para siempre. “Me sentí orgulloso y feliz”, afirmó. Añadió lo buscaron entonces entre miles de personas en la plaza de San Pedro y lo llevaron al cónclave, al refectorio donde los cardenales, junto con el Santo Padre, acababan de cenar.
El secretario de Estado de la Santa Sede, el cardenal Jean-Marie Villot, me acompañó hasta donde estaba el Papa. Éste se levantó y me saludó calurosamente. Las primeras palabras que escuché del Santo Padre en ese momento fueron: “¡Cómo se bajaron los humos! Se descargó de la emoción que me atenazaba”, agregó el secretario de Juan Pablo II.