Loud Krazy Love, la historia de fe, familia y superación del rockero Brian Welch y su hija Jeannea Marie, que se estrena en Internet en español el 24 de abril, debería convertirse en un clásico del cine espiritual, y usarse con profusión en catequesis para chavales de 15 años en adelante, e incluso quizá para cursillos prematrimoniales.
Es importante señalar que no cuenta sólo la historia de cómo Brian Welch encontró a Dios (eso sucede en el minuto 35, y antes nadie menciona nada religioso) sino, más interesante aún, cómo intentó vivir una vida cristiana y evangelizadora y le salió mal, cómo intentó ser un buen padre, y vio a su hija hundirse en la depresión y autodestrucción.
Como Job, Brian intentaba servir a Dios y todo se desmoronaba a su alrededor.
Cinematográficamente es un documental-testimonial correcto, sin narrador, construido con testimonios. Es ágil porque intercala las experiencias del guitarrista del grupo Korn, con las de su hija. En la primera mitad del filme, abundan más los retos que le golpeaban a él. En la segunda, los que golpearon a su hija.
Hay muchas escenas de conciertos de Korn, pero son fogonazos y fragmentos breves: no se llega a ver ninguna canción completa. Esas escenas apenas pretenden mostrar al espectador la sensación de poderío que daba a los músicos estar sobre el escenario, con luces y vibrantes altavoces, ante muchedumbres enfervorecidas y entusiastas. Los escenarios contrastan con el intimismo de los testimonios en el hogar, los vídeos de escenas caseras y los paisajes vacíos de campos y graneros en Indiana. Todo se intercala con declaraciones de la gente que conoce la historia de la familia: los padres de Brian, otros amigos y los miembros de la banda.
Un grupo de rock en lo más alto
El grupo, pionero del llamado "nu metal" (un heavy mezclado con otros géneros) acumulaba 35 millones de discos vendidos en 2012 y 2 premios Grammy sobre 8 nominaciones. Lo crearon en 1993 Brian y sus amigos de infancia. Sus padres insisten en que Brian fue un niño normal, aunque a los 11 años tenía espantosos carteles del grupo Black Sabbath en su cuarto. Brian también insiste en que sus padres eran muy normales, "de trabajo de 9 a 5".
En 1998 el grupo alcanzó el éxito y llegaban contratos millonarios. La película empieza prácticamente hablando de esta época. "Íbamos de ciudad en ciudad, con fiesta cada noche", recuerda Brian. Tenía dinero, éxito, reconocimiento y amistad real con sus compañeros, y hacía la música que quería. Pero por dentro ya se sentía vacío, abusaba del alcohol, de las pastillas, anfetaminas, heroína. "No mezcles xanasx con cerveza", dice alguien en una fiesta. Sus padres dicen que él escondía bien su problema con las drogas, que ellos no lo conocían.
Un bebé para proteger... y una escena de droga y violencia
En julio de 1998 nació Jeannea, su hija. "Era un bebé, un milagro que entraba al mundo, y yo estaba allí, era algo hermoso", dice Brian. Despertó en él el deseo de ser responsable, de cuidar a su hija.
Junio de 1999 y su gran concierto de 200.000 personas marcó una apoteosis... y enseguida el hundimiento. Hubo una escena lamentable, con bebé incluido, después de esnifar drogas y tomar pastillas. Rebekah, la madre del bebé, se puso psicótica y violenta, Brian pegó a su mujer, ella cayó al suelo, había gente vomitando y Brian salió con la niña y se la llevó. Un tiempo después Rebekah se acostó con otros hombres y se rompió la relación.
Brian intentó dejar las drogas, pero tenía que seguir de giras, llevando consigo a la niña... y en las giras siempre ofrecen drogas. Fue de giras hasta finales de 2004 y Jeannea habla de sus recuerdos de niña: "Yo veía chicas desnudas tras el escenario".
La vergüenza del porno y la adicción
"No podía parar la adicción, siempre volvía. El 'cristal' te hace ver cosas que no están. Y estaba la perversión sexual, me sentía como un animal", confiesa Brian en el filme. Un día unos amigos, con niños, amiguitos de Jeannea, le visitaron en un hotel de Las Vegas... pero se activó la TV con la película porno que había estado viendo, y no conseguían desactivarla. "Nunca sentí tanta vergüenza, pero al día siguiente estaba enganchado".
El principio del cambio: sin presionar, le regalaron una Biblia
El cambio empezó cuando un amigo le regaló una Biblia, le puso su nombre y le dijo, dándole su teléfono: "si tienes preguntas, llámame y hablamos". A Brian le gustó que este hombre no le persiguió: sólo le dio esa posibilidad. Empezó a acudir -drogado- a una iglesia protestante. Nada de lo que había probado antes le ayudaba. ¿Le ayudaría ir a un templo? "Yo no tenía concepto de qué era Dios. Fui a la iglesia con mi mochila y mi capucha". Tuvo una ligera sensación, "como si pudiera sentir a Dios... pero duró poco porque iba drogado".
Pero ahora, a ratos, en casa, leía fragmentos de la Biblia. Había textos que parecían hablarle directamente. "Esto es una locura, ¿y si es una lavado de cerebro cristiano?", pensaba. En el documental no lo detalla, pero sabemos por otras fuentes que en la iglesia protestante a la que acudía veía a la gente hacer el gesto de levantarse y acercarse al estrado a entregarse a Dios, a pedir su guía. Le parecía extraño. Pero en cierta ocasión también él pidió a Dios allí que le guiara, que le transformara para dejar la droga.
La experiencia mística que le transformó
Un día, en casa, tuvo una experiencia mística que lo transformó completamente. Vale la pena transcribir sus palabras, tal como las cuenta en la película.
"De repente, sentí como un abrazo eterno, un sentimiento de amor y perdón incondicional. Me sentí como si Dios entrara en la habitación diciendo 'soy real, soy el Padre de cada persona de la tierra'. Miré hacia arriba y dije: '¿Padre?' Por primera vez en mi vida me sentí como en casa. Había una sensación de belleza espiritual y de pureza, tan hermosa, que las palabras no pueden expresarla. Al día siguiente, tiré todas mis drogas, me puse de rodillas y dije: 'Señor, ¿pasé la prueba? ¿Es demasiado tarde? Soy tuyo".
"Relájate, Dios no habla, no dice nada"
Y a principios de 2005 Brian anunció que dejaba Korn. El documental recoge el asombro y cierto enfado de sus camaradas. "Dice que 'Dios pide que me vaya', y yo le digo, 'no, relájate, Dios no habla, no dice nada", explica uno de ellos.
Sus padres quedaron asombrados y les afectó espiritualmente. "Brian empezó a venir a la Iglesia conmigo. ¡Cómo cambió tan rápido!", se asombra la madre. El padre confiesa: "Yo fui agnóstico la mayor parte de mi vida... hasta la conversión de Brian. Ahora [siendo cristiano] ya no estoy tan irritable. Veo que Dios tiene el control". Les vemos rezar para bendecir la mesa.
¿Debería la película terminar aquí? Quizá, si fuera un telefilme religioso. Pero aún quedan 50 minutos para contar lo que pasó después. Entusiasmo en la fe, donativos generosos, viajes a Tierra Santa, tatuajes de cruces... y desastres económicos, una estafa en 2009 con "un falso cristiano que me timó, que era de la mafia", un intento de hacer música para Dios que no funcionó, una banda cristiana sin éxito en 2010. Y todo como padre solo con una niña que iba entrando en la adolescencia.
El hundimiento autodestructivo de Jeannea
A partir de ese momento, el protagonismo recae en Jeannea, y buena parte del público femenino juvenil, o adolescente, puede entender su tristeza, fragilidad y tendencia a la depresión y la autodestrucción. Crecía sin madre. Tenía fe, pero no esperanza. Se habían mudado y no conseguía trabar amistad con los jóvenes de su zona.
"Si mi padre era violento ante la frustración, yo también", explica Jeannea. Pensamientos suicidas, cortes para sangrar en piernas y brazos e intentos de llamar la atención sobre su dolor por Instagram, ante fans y curiosos.
Brian perdió la paciencia y se enfadó con Dios: "Que te den, Dios; doy todo por ti, ayudo a los pobres, y mi hija se autolesiona y nadie viene a mis conciertos".
Solos no podían mejorar. Y buscaron ayuda en 2012 en Awakening Youth, una comunidad terapéutica para ayudar jóvenes dándoles "visión, construyendo relaciones y restaurando familias". La muchacha, entendió Brian, necesitaba una figura materna y Tiffany, la directora, la supo amar "con amor duro y femenino". También encontró amigos y amigas de su edad, jóvenes con los que conectar. Amigos, modelo materno, reconectar con su padre... lo que necesitaba.
Volviendo al grupo de rock, pero transformados
Por último, la película detalla el proceso paulatino de retomar relaciones de Brian y su hija con el grupo musical. Uno de ellos recuerda que "él no era un meapilas [preaching] y nuestra relación se hizo más profunda". El músico añade que le parece bien que la religión ayude contra "cosas malas" pero le molesta que le intenten "captar", especialmente cuando tratan de asustarle hablando del infierno.
En 2013 Brian se reincorporó al grupo. "Dios sacó lo que tenía malo y puso luz en mí", explica. Al terminar un concierto, vemos a Brian rezando en un aparte, intercediendo con el gesto de poner las manos sobre el hombro de personas que le han pedido oración: "Señor, dales alas nuevas", pide.
Sigue siendo rockero, sigue siendo padre, sigue con sus rastas y su guitarra, pero ahora con Dios y vida nueva. También Jeannea ha encontrado un nuevo equilibrio.
Hemos detallado la película para mostrar los temas que trata, que pueden ser especialmente interesantes, como dijimos, para grupos juveniles, adultos jóvenes y también para padres y familias que creen que no lo están haciendo bien. Puede suscitar diálogos interesantes si se ve en familia con hijos de 15 años (o algo menores, si son maduros y están habituados a historias de drogas y adicción grave).
La película muestra que Dios puede tocar y convertir, pero eso no significa que una vida desmantelada se encauce por sí sola. Siempre será necesario apoyarse en los demás, en la comunidad, en quien puede ayudar. En este caso, Awakening Youth se presenta como la opción de comunidad sanadora que ayudó a restaurar la relación interior y familiar.
La película puede verse en español en LoudCrazyLove.es y también es posible pedir pases cinematográficos en colegios, parroquias, comunidades, ciudades, etc... (cuando lo permitan las autoridades sanitarias)