Celya nació en Francia, en el seno de una familia musulmana procedente de la Cabilia (Argelia). No eran muy practicantes de su fe, y cuando su madre le hablaba de Jesús, lo hacía con respeto, como alguien "muy importante" y "un buen hombre que reflejaba el amor": "Me decía que murió en la Cruz, pero que no resucitó ni es Dios".

Pese a todo, asistió desde pequeña a un colegio privado católico donde recibía formación religiosa cristiana: "Las animadoras de pastoral nos hablaban de Jesús y nos decían que había muerto en la Cruz por amor a los hombres. Yo me decía: 'Si realmente Dios es capaz de hacer eso por los hombres... ¡es una locura, es algo demasiado hermoso! Si eso es ser cristiano, yo quiero serlo, quiero ser feliz y estar llena de amor'. Porque, para mí, Dios es un Dios de amor, un Dios de confianza, algo que yo no encontraba en la religión del islam", explica a Découvrir Dieu.

Aunque mantenía sus prácticas mahometanas ("Hacía el Ramadán, no comía cerdo, comía halal"), era algo puramente externo: "Todo aquello no era para mí no era algo real. No había nada detrás. Y no veía el interés".

Bataclan y la Biblia

En 2015 las cosas se complicaron. Los atentados yihadistas de París del 13 de noviembre contra varios restaurantes y contra la sala Bataclan dejaron 131 muertos y casi quinientos heridos. "Con la ola de atentados en Francia, las cosas no iban muy bien con los musulmanes. Llegué a una etapa de mi vida en la que no conseguía decir que era musulmana, ni hablar de una fe en la que no creía, ni dar mi opinión sobre todo lo que pasaba".

El asunto de la fe pasó a ser prioritario: "Decidí tomarme un tiempo para intentar encontrar un sentido a mi vida. Se había convertido en algo urgente. Empecé a leer la Biblia".

Leyendo la Biblia, Celya sentía que algo la colmaba por completo: "Creo ahora que fue el amor de Dios. Y un día recé por primera vez a Jesús. Le dije: 'Si realmente eres Dios, ¿podrías cruzar en mi camino algunos cristianos que den testimonio de su fe y de su encuentro contigo?'"

Del miedo a la confianza 

"Dos meses después, al salir del instituto vi en el atrio de una iglesia unos misioneros que salían al encuentro de los alumnos", recuerda la joven, quien se dirigió inmediatamente a Dios recordando su petición: "¿Estás respondiendo a mi llamada?” Se acercó y simpatizó con ellos.

Todo había sucedido "como en una especie de "visión": "Como si hubiese una puerta entre Jesús y yo... y solo yo tuviese la llave para abrirla. Abrí esa puerta, y Dios estaba ahí. Creo que Dios siempre está ahí, solo hay que llamarle".

Había decidido hacerse cristiana: "Fui bautizada en la Pascua de 2019 y me confirmaron en junio. A partir del bautismo desaparecieron muchos problemas personales. Antes, mi estado natural era el estrés: tenía miedo al pasado, al futuro, al presente. Era un hándicap para mi vida. Ahora se ha instalado en mi vida una cierta serenidad que ha mejorado muchas cosas, sobre todo mi relación con los demás".

"Hoy estoy llena del amor de Dios", concluye: "Ya no tengo miedo a Dios sino confianza en Él. Ha sido un cambio real en mi vida. Ya no pienso en todas aquellas reglas que me corroían. Solo pienso en nuestro Dios de amor. Es la roca de mi vida".

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