Arlene Dantas se educó en una familia católica en Brasil, pero en su juventud pasó a vivir la fe en el protestantismo, donde permaneció 20 años. En un momento de soledad y desesperación, pidió ayuda a Dios... y Él le llevaría de nuevo a la fe católica. Lo ha contado en Cambio de Agujas, el programa de testimonios de HM Televisión.
A misa sin alegría
“Desde la adolescencia fui a misa obligada por mi madre, y hasta ese momento no tenía alegría, gente con quien compartir la fe o ningún otro motivo para ir a misa”, cuenta Arlene: “Ninguna iglesia me causaba ilusión. Yo sólo quería pasarlo bien, en paz y conociendo la palabra de Dios”.
“Tenía 18 años cuando una amiga protestante me invitó a su iglesia", explica: "Yo ya sabía quien era Dios, tenía una idea por mi adolescencia con mi familia, y no fui buscando conocer, solo probé para no quedar mal con mi amiga”.
Arlene dejó la misa y la práctica católica y se fue con un grupo protestante
Un formato basado en la emoción
“Cuando llegué a este nuevo formato de oración, de ritual religioso, incluso de conducir los cultos con música y jóvenes, percibí que una emoción muy fuerte me tocaba, como algo que me llenaba”.
“Sé que no era una experiencia con Dios, sino que en realidad era una emoción. Pero aquello era un sitio donde poder estar con mis amigos, aprendiendo y con una manera de orar más entretenida”, cuenta: “Me llenaba, pero no era Jesucristo, tan solo la emoción”.
Allí “me bauticé y pasé los siguientes 20 años de mi vida”.
Iba al culto, pero no vivía los mandamientos
Con 19 años, Arlene comenzó la universidad y se casó. “Seguía asistiendo a los cultos, pero me sentía débil en mi fe. Tenía la necesidad de ir a la iglesia, me gustaba y me entregaba por completo”, pero al salir, “era como si no existiese la vida de fe”.
“Dentro del templo, todo iba bien, pero al volver a casa, el mundo me ofrecía otra cosa y no vivía los mandamientos”.
Un divorcio, la soledad y la desesperación llevaron a Arlene a pedir una señal.
Divorcio y soledad en Europa
Más adelante, se divorció: "Fue un momento muy duro, y decidí venir a Europa a estudiar un máster y un doctorado”.
En Europa "me encontraba débil y vulnerable. Venía de una ruptura donde había depositado todas mis expectativas, mi amor y mi confianza”, explica.
“Llegó un momento de gran desesperación y dolor. No sabía a quien acudir, sentía que ya no dependía de mis amigos o de la familia, y que solamente Dios podía ayudarme”, recuerda.
Estudiando en Bolonia, se encontró sin alojamiento, sin conocidos y sin nadie que hablara español. Sintió que tocaba fondo: “Pensé que solo un milagro podría arreglar mi vida, y pedí al Señor que mandase un ángel para ayudarme”.
Arlene habla sobre su conversión en Cambio de Agujas.
"Dios me envía a ayudarte"
Arlene entró en una iglesia a preguntar por Cáritas. “Lloraba mucho, tenía las fuerzas agotadas". De repente, “me vino una fuerza, y algo me dijo que le pidiese al Señor y estaría tranquila”.
Entonces “vino un fraile que me presentó a una persona que hablaba español. Pensé que aquella persona, Enrique, era el ángel que había pedido al Señor, y en aquel momento mi milagro llegó”.
"Dios me envía a ayudarte”, dijo Enrique, el estudiante que hablaba español: “Vivo y estudio en el monasterio, y tengo un piso en Bolonia. Si quieres, alójate ahí hasta que te apetezca y encuentres un sitio”.
La Cuaresma del confinamiento cambió su vida
Después llegó la pandemia y bloqueó sus planes de estudio. Pero ella ahora ya estaba volcada en conocer más a Cristo y a la Virgen en esa Cuaresma del confinamiento.
"En la Cuaresma encontré a Jesús, y poco después, en Semana Santa, conocí el amor de la Madre de Dios, un viernes santo. María terminó de cambiar mi vida”. Entendió que María no sólo era santa, sino también una intercesora cercana. Así volvió plenamente a la Iglesia católica.
Testimonio completo de Arlene en Cambio de Agujas.