Alfonso del Corral fue uno de los “jugadores de leyenda” del equipo de baloncesto del Real Madrid en los años 80 y después fue director médico del club durante 13 años. En la actualidad es director de la prestigiosa Unidad de Traumatología, Ortopedia y Medicina Deportiva del Hospital Ruber Internacional de Madrid.

Está casado, y es padre de cinco hijos, “cuatro aquí y uno en el cielo”. La pérdida de su hijo desencadenó un proceso de acercamiento a Dios y transformación que hoy le ayuda a acercarse a muchas personas hundidas en el sufrimiento.
 
La tragedia llegó en el momento de mayor éxito profesional, cuando su equipo acariciaba el título en la liga de fútbol, una terrible noticia cambió su forma de vivir la fe. Fue una noche de junio de 1997.



Acababa de recibir la máxima calificación por su tesis doctoral en la Universidad de Navarra. La alegría académica se sumaba al trabajo competitivo de los jugadores del equipo blanco, que disputaban el último partido de la liga española en el Santiago Bernabéu, contra el Atlético de Madrid. Corría el minuto 77.

Alfonso tuvo que dejar precipitadamente el banquillo. Álvaro, su hijo de seis años, se debatía entre la vida y la muerte. Había sufrido un grave accidente tras jugar fútbol con sus amigos. La puerta de un garaje le había aplastado. Horas después falleció.
 
Es entonces cuando te das cuenta de que no somos nada”. La muerte de un hijo “es brutal. Que muera un niño de seis años y medio no es normal, es como si te metieran un bazooka y te partieran el pecho. Estás como muerto en vida”.
 
 
Hasta este accidente, recuerda, “yo era creyente, pero con una tradición recibida, y no vivida. Ahora, aún con mis contradicciones, intento ser una persona que vive su fe con un compromiso. Porque en medio del dolor yo tuve la experiencia de Dios con el Resucitado. Y hoy me dejaría partir las piernas afirmando que Jesucristo ha resucitado”.
 
Alfonso no es precisamente una persona sugestionable, sino un hombre de ciencia. Él sabe que esta experiencia que cambió radicalmente su vida es real: Doy fe, tengo una experiencia personal de esto. Hay quien puede pensar que son alucinaciones, pero yo soy médico, soy una persona racional: aquello que experimenté, lo viví real. Esa verdad me acompaña y me da la esperanza de que Él está ahí.”

"Pero Dios es mucho más que una sensación o una percepción. Lo importante no es esa experiencia, sino el camino posterior, esos momentos en los que ves que Él está aquí y te acompaña".
 
Para Alfonso del Corral, además de la trayectoria familiar, hay «un momento determinado cuando uno mismo tiene que ir al encuentro de esa fe de una forma más profunda». En ese momento, toda persona, debe plantearse qué tipo de persona es y  quiere llegar a ser.
 
Hoy piensa que el sufrimiento a veces sirve para despertar a los que viven desatentos, cerrados. "En el éxito normalmente no estás receptivo, el triunfo nos envuelve y difícilmente estamos abiertos a otra cosa que al disfrute de los sentidos".

Es en el sufrimiento, cuando se abren los oídos. "Hay quien queda destruido, pero a la mayor parte de la gente el dolor les transforma y les hace ser mejores personas, crean o no crean. Pero si creen, normalmente su transformación es más profunda y trascendente", explica el doctor del Corral.
A partir de ese momento empezó a leer todo lo que caía en sus manos de las distintas religiones existentes. Pero, como ha afirmado: “sólo leyendo el evangelio me calmaba”.

Entonces inició una aventura espiritual que lo transformó. A partir de este momento “comencé un tránsito hacia una experiencia profunda, me volví místico”.

Dios entró como un viento fuerte en su vida, y empezó a llenarlo todo. El temor desapareció, y tuvo una completa certeza de que el Buen Dios le concedería ver de nuevo a su hijo.

 
Tras su conversión comenzó su colaboración como médico, con el Cottolengo, Las religiosas que lo atienden, tienen como carisma el no pedir nada sino recibirlo todo confiadamente de la Providencia. Así viven ellas y sus enfermos. Y como Providencia, apareció un día Alfonso del Corral, justo cuando más necesitaban un médico.

Donde Alfonso ha compartido su testimonio, no ha dejado indiferente a nadie. Su experiencia es una muestra de encuentro vivo con Dios en el sufrimiento,  de confianza en Él, y de fortaleza ante las adversidades de la vida. 
 
Alfonso del Corral compartirá su testimonio en la Parroquia Ntra. Sra. de la Asunción, de Colmenar del Arroyo, el próximo sábado 9 de abril, en su mensual Vigilia de testimonio, adoración y alabanza, Asalto al Cielo, en el marco del Año de la Misericordia en toda la Iglesia, y del Año de la Gran Misión que se está celebrando en la diócesis de Getafe, año dedicado a anunciar, testimoniar, celebrar, y acoger la Misericordia de Dios.
 
Programa:
17h. Rosario;
18h. Testimonio;
19h. Adoración
20h. Misa.

Habrá música de adoración y alabanza.
 
¿Cómo llegar?
Para llegar desde Madrid a Colmenar del Arroyo: Tomar la carretera M501 dirección San Martín de Valdeiglesias, y continuar por ella hasta la salida 37, dirección Chapinería, Colmenar del Arroyo y Valdemorillo. Tomar el desvío hacia Colmenar del Arroyo, y continuar recto hasta la Pza. de España, s/n, donde se encuentra la Parroquia. Hay zona de aparcamiento detrás de la parroquia. En autobús desde Madrid tomar el nº 642 en el Intercambiador de Moncloa.
 
Para cualquier aclaración o información:
asalto.al.cielo.colmenar@gmail.com
 
Asalto al Cielo es una iniciativa misionera del P. Álvaro Cárdenas, párroco de la Parroquia de Colmenar del Arroyo, de la Diócesis de Getafe, en la Sierra Oeste de Madrid. Es una vigilia mensual de testimonio, adoración, y alabanza. El centro de esta vigilia es Jesucristo vivo en la Eucaristía, y el fin de ella el encuentro con Él en la adoración y en la celebración eucarística. Cada una de estas vigilias es preparada con la oración y el ayuno de muchas personas. 

Alfonso del Corral contó una versión de su testimonio en esta entrevista de HM Televisión