Marco y Beatriz visitaron el santuario mariano de Torreciudad en España en marzo de 2018. Ella era una católica muy devota y él cristiano no católico y además no practicante. Aún así llevaban 32 años casados y 9 hijos. Desde el mismo día que le conoció empezó a rezar por su conversión, pero no fue hasta tres décadas después cuando este itinerario hacia el catolicismo comenzó sin saberlo en este encuentro con la Virgen. Poco después con un cáncer terminal completó este proceso muriendo como católico en septiembre de 2019, y según su esposa, gracias a la Virgen tras aquella peregrinación.
Cari Filii News recoge el testimonio de conversión de Marco: aunque él murió, hubo alegría en la familia por su acercamiento al Señor.
“Visitamos el santuario de Torreciudad en marzo de 2018. Aparte de la belleza del entorno, a Marco le impactó fuertemente la historia y el sentido del santuario gracias a un amable guía que nos acompañó. A nuestra Madre de Torreciudad le pedí nuevamente por la conversión de Marco”, cuenta Beatriz en la web del santuario.
Igualmente, ella le pidió al guía que les acompañó en aquella visita que cada vez que estuviera delante de la Virgen pidiera por la conversión de su marido. Y así volvió este matrimonio a Chile.
La enfermedad y el inicio de su conversión
Unos meses después la familia sufrió un duro varapalo cuando en enero de 2019 diagnosticaron a Marco un cáncer muy agresivo con un pronóstico muy negativo. Sorprendentemente, relata Beatriz, “después de recibir la noticia, sus primeras palabras fueron de agradecimiento a Dios por la enfermedad, pues así tendría oportunidad de prepararse, y comenzó su proceso de conversión a la fe de la Iglesia Católica”.
Tal y como recuerda, su marido “empezó a ver la vida con una nueva perspectiva pues era consciente de que, en otras circunstancias, habría seguido viviendo de la misma manera. En parte, el temor de no estar preparado para morir le ayudó a avanzar más rápido, especialmente a valorar la relación con Dios: ‘me cambió la vida para bien’, nos dijo”.
En febrero de 2019 Marco fue operado en una clínica de Santiago de Chile, desde la cual se puede ver la cumbre del cerro san Cristóbal coronada por una imagen de la Virgen que domina la ciudad. Antes de entrar al quirófano pidieron a la Virgen por el éxito de la operación.
“Junto a algunos de mis hijos me quedé rezando el Rosario. El médico que lo iba a operar nos vio y con sus manos tomó las mías, diciéndome que me quedara tranquila. Esta primera operación de Marco fue exitosa. En plena recuperación, me pidió que le enseñara a rezar el Rosario. Así empezamos a hacerlo prácticamente todos los días, aunque inicialmente sólo por partes. La familia comenzó a encomendar también la curación a través de la intercesión de don Adolfo Rodríguez, sacerdote en proceso de canonización y que fue amigo de la familia”, relata Beatriz.
Su primera confesión
Sin embargo, la quimioterapia no estaba funcionando. En este momento, Marco comenzó a tratar en más profundidad con el párroco y por primera vez en su vida se confesó e hizo la procesión de fe en la parroquia en la fiesta de Pentecostés.
“A principios de agosto de 2019, el obispo de la ciudad visitó a Marco en el hospital. Le administró el sacramento de la Confirmación y le impuso el Escapulario del Carmen. Desde ese día Marco cultivó la ilusión de morir un viernes, por la promesa de nuestra Madre de librar del purgatorio y llevar al Cielo, el sábado después de la muerte, a las almas que hubiesen vestido el Escapulario”, explica Beatriz.
En ese tiempo su marido experimentó la necesidad de tener la gracia de Dios para poder enfrentarse a una muerte cada vez más palpable y cercana. Por ello, comulgaba a diario gracias a unas monjas que le llevaban la comunión.
Ya de vuelta en su casa siempre que la salud se lo permitía acudía al Sagrario de la parroquia. Según su esposa, Marco recibió la noticia de que le quedaban pocas semanas de vida con una gran serenidad y paz, como algo natural de la vida humana. Sus últimos días los pasó en su casa, rodeado del cariño de la familia y amigos, despreocupado de sí mismo y atento a que los demás tuvieran un buen pasar. Falleció el viernes 27 de septiembre de 2019.
El favor de la Madre
“En mis 9 hijos quedó una huella imborrable de la humildad de Marco y de cómo se entregó a Dios en su enfermedad: enseñanza de fortaleza, alegría y de la gran oportunidad de ofrecer el dolor muy unido a la Cruz de Cristo. Cultivó fuertemente el temor de Dios”, afirma ahora su viuda.
Beatriz tiene claro que Marco, “a sus 61 años aprendió a vivir bajo la protección de la Virgen. Estamos seguros de que todo lo que la familia rezó por él condujo a lo mejor que podía lograr: decir que sí a Dios. Y así murió, dejándonos una gran esperanza y seguridad de su salvación, y marcándonos claramente el camino hacia el Cielo. Estoy convencida de que nuestra visita a Torreciudad fue decisiva en ese itinerario, y quiero dejar escrito mi testimonio sobre este grandísimo favor de nuestra Madre”.