La fecha de beatificación aún no ha sido dada a conocer, si bien se calcula que sea en este ‘Año de la Misericordia’. En cambio sí se conoce el lugar de la ceremonia, que será en Santiago del Estero (Argentina) y presidida por el cardenal Angelo Amato, prefecto de dicha Congregación vaticana.
Lo indicó la doctora Silvia Correale, postuladora de la causa de la Madre María Antonia de Paz y Figueroa, conversando con ZENIT, y precisó que la Plenaria aceptó el estudio sobre el milagro realizado por la junta médica.
La curación milagrosa fue a la hermana Rosa Vanina, una religiosa del instituto de las Hijas del Divino Salvador, fundado por la bienaventurada. Es una causa histórica porque el milagro fue en 1904 y la documentación se recogió en 1905. Fue una colecistitis aguda, con todos los síntomas del shock séptico, que en aquella época, sin antibióticos, era mortal.
Pidiendo el milagro por intercesión de la fundadora de su orden religiosa, se recuperó rápidamente. Era un aparato probatorio sólido que demostraba el milagro.
Silvia Correale precisó que cuando ella tomó la postulación, el estudio sobre el milagro ya estaba muy avanzado. “Ahora solo falta que se oficialice la publicación del decreto, y para ello el Prefecto de la Congregación, el cardenal Amato, llevará la solicitud al Santo Padre”.
La postuladora señaló también la importancia de la futura beata para la historia de Argentina, ya que muchos de los próceres del país habían participado en los retiros organizados por ella. Asimismo tuvo una influencia muy grande en la sociedad del país, porque estaba emparentada con muchas familias conocidas.
“En el bicentenario del nacimiento de la nación argentina, providencialmente llega su beatificación” indicó la postuladora Correale. Consideró que el evento además será muy importante para una provincia como Santiago del Estero.
Es una causa de beatificación cuya fase instructoria fue en la arquidiócesis de Buenos Aires, donde pasó los últimos 20 años de su vida. El proceso se inició con el antiguo método, lo que hizo que su duración fuera cuatro veces más largo de lo normal.
Recordó además que el Cura Brochero fue a Buenos Aires, donde aprendió cómo gestionar una casa de retiros. Y que se han ido encontrando una serie de documentos también en Roma, en los archivos de la Compañía de Jesús sobre la futura beata, así como sus cartas traducidas a varios idiomas, las cuales le ayudaban a mantener la moral alta a los jesuitas porque habían sido expulsados de varios países.
María Antonia de Paz y Figueroa o bien beata María Antonia de San José, más conocida como Mama Antula, fue una religiosa argentina que nació en Villa Silípica, Santiago del Estero, en 1730.
Desde muy joven comenzó a trabajar con los jesuitas ayudando a organizar los ejercicios espirituales. Con un grupo de chicas jóvenes que vivían en común, rezaban, ejercían la caridad y colaboraban con los padres jesuitas.
Cuando se produjo la expulsión de los jesuitas en 1767, María Antonia pidió al mercedario fray Diego Toro que asumiera las tareas propias de la predicación y la confesión, mientras que ella se ocuparía con sus compañeras del alojamiento y las provisiones para continuar con los ejercicios espirituales.
Mama Tula organiza los ejercicios espirituales en Santiago del Estero, Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca y La Rioja. Los viajes los hacía caminando descalza y pidiendo limosnas. No quedan testimonios de cuántas veces preparó ejercicios en algunas ciudades, pero solo en Tucumán se hicieron sesenta.
En 1795 fundó en Buenos Aires la Casa de Ejercicios Espirituales la cual sigue cumpliendo su misión. En menos de un año organizó en Córdoba ocho grupos de entre 200 y 300 personas.
La acusaron de loca y fanática. El obispo de Buenos Aires, que al inicio era reticente, acabó por estimarla y disponer que “ningún seminarista se ordenase sin que primero la beata certificase la conducta con que se hubiesen portado en esos ejercicios”, dándole a una mujer un papel significativo en la Iglesia de entonces.
Murió el 7 de marzo de 1799 y el grupo de mujeres que la acompañaba se convirtió en 1878 en la congregación religiosa de las Hijas del Divino Salvador, que hoy desarrolla sus tareas apostólicas en varias provincias.